Gato negro, gato blanco

Es cierto que el cine de Kusturica es tremendamente original y divertido, de hecho a mi Underground me impactó profundamente. Me encanta que en un mundo como el cine en el que los relatos tristes abundan y la tragedia parece el único modo de hacer cine "de verdad" algunos improvisen y se suban al tren de la carcajada para escribir sus guiones.
Asi que benditos sean los Billy Wilder, Benigni o Kusturica y todos los que hagan un cine fresco y que nos haga reir y también llorar. Basta ya de enormes tragedias humanas y de cine de Prozac en que el sufrimiento más crudo parece ser el único modo de llegar al espectador (como Dogville por ejemplo).
Quien quiera pasar un buen rato y ver un relato de personajes entrañables, de amigos de toda la vida y simpáticos embaucadores puede ver esta película. Cierto es que algunas veces es casi demasiado alocada pero uno pasa un buen rato y se rie, una cosa difícil de encontrar en el cine de hoy. ¿Bastan la locura y las risas?, a mi si, espero que a vosotros os baste para animaros a ver la película.

Para mí es la obra maestra de un genio del cine junto a "Underground", con esos hermosos gatos elegidos para la ocasión que asisten impasibles, como ajenos a toda esa locura que les rodea a los sinsabores de una comunidad zíngara a las orillas del Danubio. Creo que supera todas las expectativas que te puedas plantear al comienzo de la película, se supera dentro del film a cada momento una escena a otra. Las sensaciones que sentí con esta película siempre me han resultado difíciles de explicar... dentro de un clima de decadencia ves la pulsión de la vida, la ilusión por crecer, por mejorar, por superarse, sea por unos medios o por otros. El amor de Kusturica por su mundo, la búsqueda de la identidad, la crítica por el deseo de llegar en las mejores condiciones a la modernidad, las eternas contradicciones del mundo balcánico... maravillosa, deliciosa tragicomedia. Simplemente hay que verla.

Este ha sido mi primer contacto con Kusturica, y la verdad es que estoy realmente sorprendido. La película es impactante, no sólo visualmente, sino también por ese ambiente de locura generalizada que se respira, pero sin dejar de conectar con la cuerda realidad, con su problemática diaria. Me ha recordado mucho a Jean-Pierre Genet, ese ambiente surrealista y esos pequeños detalles recurrentes, minimalistas. Sólo le pongo la pega de que se estira demasiado, se lía a mi pareceer innecesariamente, la locura alcanza en determinados momentos cotas demasiado altas; quizá esa fuera la intención del director, pero para mi gusto es excesivo e impide que sea el esperpento perfecto, una película redonda. Aun así tiene momentos memorables, deliciosos. Me quito el sombrero.

Cuando lo mejor de la obra de un director es lo primero que rueda, malo malo. Lás más recientes que he visto de kusturica lograron aburrirme. Y tras ver por fin este título emblemático entiendo de donde ha sacado el estilo.
Porque la pélicula esta bien, pese a la sordidez del mundo retratado de los gitanos búlgaros, logra crear una chispa de vida impensable donde solo hay aberrantes costumbres ancestrales que no puedes dejar de censurar. Una cosa es respeto a las culturas y otra ser cínico y mirar a otro lado cuando la opresión a la mujer, el poco respeto a la vida humana y el culto al dinero son religión.
Porque de eso trata esta interesante película, original y entretenida pese a todo; de hermanos que venden a sus hermanas, de abuelas que venden a sus nietas, de estafas y más estafas. Entre medias, una discreta historia de amor.
Insisto me gusta, pero espero que lo que retrata sea fruto de su imaginación y no espejo de una sociedad.

Me es imposible imaginar a Kusturica haciendo un descanso en el rodaje; concentrándose en repasar el guión, mientras los actores toman un aperitivo en completa calma, y los técnicos se afanan, metódicos, en ajustar el dolly a los raíles.

No parece posible que semejante caos pudiera ser desatado y contenido a voluntad.

Da la sensación de que Yugoslavia fue, a todas horas, la fiesta despreocupada y jovial que Kusturica retrató. Y lo cierto es que la realidad distaba de ser así. Kusturica entiende la comedia como la exención de toda seriedad y la anarquización de gags y personajes. Y su excentricidad contagia. 'Gato negro, gato blanco' es un disparatado jolgorio que, más que comedia, es una forma alternativa, extrema e ingrávida, de tomarse la vida.

Gracias.