Purasangre

El problema es que no entiendo por qué los actores tienen que actuar como robots. Ya he visto varias películas últimamente así, no sé si es una nueva moda, pero es quitarle a la interpretación, precisamente la esencia.

No te consigue enganchar por lo lejana que es. Tiene muy buena pinta pero se va cayendo. El caso es que no es mala película. Se deja ver, pero nunca te atrapa

Los actores, si es lo buscado, están muy bien. A mí me dejan frio

La iluminación, no está mal. Sí que te mete en la película. Seguramente es lo que más ayude a que te la creas.

No me gusta la dirección por lo lejana que la hace y por qué no sabe poner la cámara donde debe y porque sin aburrir no llega a atraparte.

Debería ser más intrigante, más perturbadora

Fría. distante, peculiar, atrevida, irregular, enigmática, pausada, dialogada, interesante, extraña, reiterativa, sugerente, misteriosa, rompedora, insostenible y sorprendente producción que se apoya en un relato trabajado y muy cuidado, para desarrollar una trama que se alimenta de la labor de un reparto reducido en el que destacan sus dos protagonistas fundamentales. Personaje bien presentados y desarrollados que se convierten en motor fundamental de una historia que toca el drama, la amistad y el crimen, de una manera inteligente.
Los responsables de la película consiguen ofrecer un trabajo correcto con el que ir abriendo puertas hacía algo inesperado y con lo que poder disfrutar en un juego de conversaciones con las que ir conociendo y comprendiendo los deseos y objetivos de sus protagonistas.
Producto de bajo y limitado presupuesto con el que sus responsables, consiguen ofrecer lo más parecido a una obra teatral, para dar forma a una historia apoyada en diálogos y personajes bien dibujados.
Nueva demostración de que se puede conseguir algo novedoso, a partir de ideas nuevas que surgen de clásicos tópicos que pueden descolocar y dejar buenas sensaciones.
Purasangre, queda como un trabajo interesante y logrado que consigue dejar claro que se pueden conseguir buenos resultados, a partir de ideas medianamente sólidas.

Perverso argumento, llevado a cabo gracias a la inteligente dirección de Cory Finley, a quien habrá que seguir en sus próximos trabajos, de forma ágil y siempre interesante.
Dura hora y media casi exacta y en todo momento se sigue con ganas gracia sobre todo al desarrollo, siempre ágil y conciso, y a las excelentes interpretaciones del trío protagonista (el tristemente desaparecido Yelchin no sale demasiado pero su personaje tiene un gran peso dramático).
Elegante y sofisticada en su puesta de escena, la cinta en todo momento resulta muy entretenida, siendo terrorífica y divertida casi al mismo tiempo.
El humor, más bien negro, puesto que a pesar de un aire intrínseco fantasmagórico, todo es más bien serio y peligroso, respetando las reglas del film noir aderezado con gotas de suspense e intriga hasta su resolutivo final.
La crítica hacia la clase alta, que tiene de todo, incluidas familias insatisfechas cuando no profundamente tristes e infelices, como es el caso, está ahí y el sueño americano (que mantiene las ilusiones a un Yelchin depauperado) aparece como una pesadilla más que como un sueño.
Una cinta extraña por cuanto se aleja del cine actual, lleno de ruido y con más ruidos que nueces, pero que aquí, desde el comienzo, mantiene el respeto para con el espectador, no dándole gato por liebre. Otra cosa es que convenza o no. A mí me ha gustado, por lo menos su valentía argumental, aunque no sea la alegría de la huerta, como no lo son sus dos protagonistas femeninas, inquietantes a más no poder.

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“Thoboughbreds” es el debut de Cory Finley en la dirección, el mismo hombre que nos trajo el satírico drama criminal de “Bad Education”.
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En esta ocasión, la historia tiene un ritmo más pausado y dos protagonistas con caracterizaciones psicológicas que trascienden la pantalla. Lily, (Anya Taylor-Joy), es una adolescente susceptible, vacilante y altanera que vive en una laberíntica y ostentosa casa ubicada en un barrio rico; por otra parte, Amanda, (Olivia Cooke) es una muchacha apática, ladina y una psicópata autoproclamada, pues es incapaz de sentir emociones y vive copiándole éstas al resto. La relación entre ambas comenzó con una amistad que data de la infancia, sin embargo, en este caso, la adolescencia las reúne luego de diversas desdichas.

La trama es muy simple y no parece estar pasando mucho, no obstante, el estilo se basa en una radiografía de combustión lenta sobre dos adolescentes atrapadas en un mundo demasiado bello pero podrido por dentro. Se mencionan universidades prestigiosas, se muestran los deportes envueltos en gloria y se exponen los hechos trágicos como el inminente destino de la gente perturbada. El filme se mete entre los espacios llenos de verde, los patios, y negro, las habitaciones, para identificar las actitudes específicas de sus personajes, cuyas motivaciones son egoístas.

El tono de Finley se hamaca entre la comedia negra y el suspenso con claros cambios entre uno y otro, ahí se va construyendo una historia de complejas personalidades.
Otra cosa a destacar es el sonido fundido en la música, oímos relinches, ladridos, golpes, tambores, notas de xilofón y hasta frase verbales inaudibles. Todo esto conforma una atmosfera incómoda, extraña y fascinante.

Por otra parte, cabe admitir que el ritmo es un tanto contemplativo y que el tercer acto se ve interrumpido de manera instantánea. También, sentí que diversos momentos volvían al filme un poco descafeinado y desalmado, lo cual vuelve la experiencia un poco más lenta.


En definitiva: “Thoboughbreds” es una comedia oscura con elementos de suspenso bien ejecutados. El dúo que conforman Anya Taylor-Joy y Olivia Cooke es fascinante, psicológicamente inestable y fatídico.

Calificación: 7.9/10

Adolescentes y psicópatas, nada podía fallar. Una película interesante, que no sé todavía de lo que va porque uno se limita a asentir y sonreir con lo que ve en pantalla, donde cuanto más salvaje y fuera de lugar es el siguiente giro de guión más satisfecho y cómodo te encuentras con ella. Buena parte de culpa la tiene la pareja principal, que conecta no sólo bien entre sí sino con el espectador. A pesar de sentir que uno va con los malos de la película uno no puede evitar hacerlo.