Hierve

Hacia tiempo que tenía muchas ganas de ver “Hierve”, ya que trata un tema que me toca muy de cerca y está interpretada por uno de mis actores preferidos, por lo que creía que no había forma de no disfrutarla. Y lo hice, pero la sensación de que estaba viendo una película bastante pobre y limitada no me abandonó durante todo su visionado.

Lo que creo que es más importante remarcar es el hecho de que creo que le perjudica que esté rodada en un solo plano secuencia, no porque no crea que sea la forma más adecuada de mostrar lo que se supone que quiere mostrar, sino porque sacrifica mucho por esta decisión debido a la falta de trabajo. Todo va lento, le falta caos, no hierve y no se percibe el verdadero ajetreo de una cocina, con cocineros cruzándose constantemente en una carrera estresante por acabar el plato a tiempo… y gran parte de la culpa la tiene que respetan el espacio del cámara constantemente.

Lo que nos lleva al siguiente problema: se nota que no son profesionales. Y bueno, está claro, son actores que quizá han entrenado algo que no pueden lucir como profesionales de la cocina. Pero esta carencia se evidencia más de lo que debería por las imprecisiones provocadas de rodarlo todo en una sola toma.

Además, en lo estructural parece eludir el conflicto. Constantemente me sorprendí pensando que lo que estaba viendo era un día tranquilo en cualquiera de las cocinas donde he trabajado, o por lo menos, un día poco reseñable para decidir dedicarle una película. Si a todo esto se le suma que algunas de las interpretaciones no son verosímiles, que algún personaje está demasiado impostado o que la mayoría de los diálogos son flojos, nos queda una película muy sugerente, pero pobremente ejecutada.

Que sí, que rodarla en plano secuencia tiene mucho mérito, pero a mí (y a la gran mayoría) los logros técnicos me la sudan en technicolor a la hora de disfrutar de una película.

Partimos de la base de que mi conociemiento de gastronomía, tema de comida y demás es ÍNFIMO. Nunca he trabajado en una cocina y mis conocimientos culinarios no darían ni para escribir ¨Comida para dummies¨.

Y digo esto porque veo mucha alabanza al realismo, al gran trabajo hecho por el equipo para que esto parezca un servicio totalmente realista y demás...y bueno un servidor eso no puede juzgarlo por un mero caso de IGNORANCIA.

Pero como filme, le deja a uno frío. Desde luego que es una propuesta interesante (que no novedosa) y que en un trabajo como el de cocinero, donde hay una constante presión, un tiempo justo, una clientela que puede que tenga más ganas de joder la marrana que de preocuparse por si la comida está buena o no...hay una presión que CINEMATOGRÁFICAMENTE HABLANDO va como anillo al dedo.

Sin embargo el filme peca para un servidor de un sobreexceso al tremendismo, que a falta de diálogos o situaciones cotidianas que se puedan llevar al extremo, se utilizan para salir del paso.

Pero vayamos por partes.

Lo primero, MUCHÍSIMO MEJOR QUE CUALQUIER FILM YANQUI sobre cocina. Me estoy acordando de cosas como Burnt, Sin Reservas y demás tontunas hechas sin ningún interés de mostrar la verdadera presión. Hierve gana de lejos en ese aspecto.

Lo segundo, evita cosas estilo Pesadilla en la Cocina que se agradecen (no hay ratas, cocinas que parecen sacadas del ¨antes de usar Cillit Bang¨ de un anuncio de Cillit Bang, jefes que rompen platos o intentan ligar con los clientes, ni dueños que tocan la flauta travesera mientras su único cocinero intenta sacar adelante un potaje en una cacerola de Atapuerca. NO, NO HAY ESE NIVEL DE EXAGERACIÓN, lo cuál es de agradecer.

Tercero, mantiene el alto status que actualmente tiene Stephen Graham (este tío cuadra en cualquier filme) y recupera durante una parte del metraje a Jason Flemyng. Siempre es de agradecer.

Las actuaciones son harto competentes. Todos están cuanto menos correctos.

Dicho lo cuál.

Los personajes están muy trotados. En el sentido de que todos ellos tienen el máximo problema durante la noche. Todo es tratado con tremendismo y un sobreexceso al dramatismo que a un servidor le carga (más en el spoiler).

Ciertos personajes son dejados de lado cuando uno espera ver si algo más va a pasar. Véase los clientes de la siete, esos molestos instagrammers, ese porrero poco trabajador, etc. Es OBVIO que no vas a centrar la película en veinte personajes pero...¿Es que los que se escogen como protagonistas son más interesantes?

En los últimos veinte minutos el film descarrila. Al menos en mi humilde opinión.

Y bueno, respecto a la única toma, es como en Birdman, hay talento en ello pero la impresión de hastío y nerviosismo se podría hacer también si la película fuese de bomberos y estuviese rodada así...con lo cuál se valora el talento del director pero no se eleva el filme a los anales por la forma de rodarlo.

Es visionable, pero para un servidor personalmente el filme está algo sobrevalorado. Aunque también es cierto que la mayoría de retratos del cine sobre la cocina son para ir al psicólogo de cabeza, así que es comprensible.

Los fans de Stephen Graham que no se la pierdan.

Es una película donde vemos lo que se cuece en una cocina de alto rango entre empleados y jefes.
El plano secuencia en que esta rodada te hace meter más en la trama y tratas de comprender más el duro trabajo de toda esta gente (desde el jefe de cocina hasta el ayudante).
Se va convirtiendo el film en una locura hasta que todo explota.
Graham esta perfecto en su personaje y los demás también cumplen.
Le pondré un interesante(6).
Buena película para empezar el año.

El servicio de cena en un restaurante de Londres tiene como resultado una película apasionante. ¿Su principal atractivo? Un plano secuencia de escándalo. Y es que no lo puedo evitar, cada vez que veo uno de estos siempre me imagino que alguien, después haber rodado ya un buen cacho, hace una cagada y manda la toma al carajo. Qué presión. Me imagino que el rodaje de esta película debió de ser toda una experiencia.

La peli entretiene, la peli divierte, la peli te engancha y la peli no defrauda.

Dirigida con gran mérito y habilidad, en un solo plano secuencia, la película de Philip Barandini tiene una gran intensidad en todo momento y consigue provocar en el espectador esa sensación de agobio que parece que intenta crear. Pero el director y guionista comete el error de cargar la historia de acontecimientos y pretender al mismo tiempo un máximo realismo, es decir, de camuflar la excepcionalidad en un aire de cotidianidad: en una misma noche en un restaurante hay (además de los típicos clientes soberbios y los ñoños y caprichosos influencers) una urgencia hospitalaria por alergia (provocada por el aceite de frutos secos que lleva la comida) y un ultimátum económico al propietario, así como unos problemas familiares de este que se hacen sentir con peliculera contundencia. Una historia más sutil, quizá incluso con mayor atención hacia los problemas del resto de los personajes (siguiendo esa vocación coral que marca la forma), en lugar de ese fácil sensacionalismo, podría haber dado como resultado una pequeña obra maestra.