Hierve

La película te propone una receta muy personal, y aunque tiene ingredientes habituales, si el chef los presenta y comienza a mezclarlos de forma atípica, puede resultar que el plato final de la sorpresa, para bien o para mal.

Nos presentan los elementos uno tras otro, una hoya que va ir acumulando ingredientes infinitos y parece no tener fondo para el drama, daño o el secreto, pero no es así, durante un instante la olla se transforma de una olla arrocera a una olla a presión, que puede reventar en cualquier instante, las bromas no alivian nada tampoco y todo ello a fuego lento. La presión va subiendo poco a poco, pero la olla no revienta y durante un instante parece que todo va a caer, explotar, pero tampoco. Quitan el pitorro y la presión empieza salir, a ordenarse de forma majestuosa en la cocina junto a sus integrantes, y con una presentación excepcional, los platos se marcan un ¡olé!

En su punto. Maridaje perfecto de emociones y tensión emplatadas en un plano secuencia magistral. Intensa, muy especiada, consistente y equilibrada.

'Hierve' se vertebra sobre un plano secuencia trepidante que mantiene al espectador pegado a la butaca, bien tensionado. Más allá de algunos clichés que no por esperados desmerecen la película, el éxito de la fórmula es la precisión con la que la cámara sigue el pedido de un director a través de todos y cada uno de los personajes.

El protagonista y prácticamente todo el reparto están soberbios. Ayuda a visualizar y hasta a empatizar con lo que se vive en un restaurante de cierto prestigio en el que la experiencia de los clientes es lo primero. En esta película podríamos decir lo mismo como espectadores.

Cuando acaba la peli dan ganas de quitarse la carga del delantal que nos hemos enfundado desde la primera escena. Muy recomendable

Más que interesante película que se puede valorar más allá de esa maravillosa proeza de un único plano secuencia, porque la historia es interesante y el plantel de intérpretes está soberbio.

Tensión, frenesí y ritmo endiablado para contarnos en 92 minutos lo que puede quemar una tarde-noche en un restaurante de postín. Las relaciones humanas, las hostilidades, tanto de los cocineros como de los clientes, todo eso lo vemos de manera cercanísima, tan real como la vida misma.

Destacar a Stephen Graham, uno de los mejores actores de su generación, que está excelente y es lo mejor de la peli (hay que verla en versión original para apreciar su scouse de Liverpool), pero el resto es igualmente destacable, sobre todo la segunda de a bordo (Vinette Robinson) y Jason Flemyng, que clava al cocinero estrella de la tv (como cuando prueba la carne y la huele), es fácil ver en él a los tontainas de nuestro Master Chef.

Los últimos minutos son de aúpa, por cierto.

Stephen Graham se pone al hombro. como jefe de cocina, a un equipo que lo da todo en una noche sumamente concurrida en un restaurante de Londres. Sacar los platos a tiempo, con la cocción correcta, soportar los malos modos de algunos comensales y algunos que otros imprevistos giran en torno a la trama de esta suerte de thriller que no para un segundo, producto de la utilización de un plano secuencia que le otorga realismo, dinámica y suspenso por los acontecimientos que se nos presentan.

Resulta interesante inmiscuirse en el mundo gastronómico, con los pormenores que van surgiendo y, además, con la variedad de personalidades que desfilan en esta cinta de tan solo 92 minutos de duración. Cada personaje tiene su momento: algunos de ellos con eventos más bien anecdóticos o de menor importancia; otros, con asuntos comprometedores que van saltando a la luz a medida que el relato avanza.

'Boiling Point' es una propuesta que sale airosa por esa toma sin cortes de principio a fin: a partir de ese recurso implementado con brillantez, gana en entretenimiento, sabiendo Barantini, su director, exhibir unas cuantas situaciones diversas, plantadas con mucha eficacia para lograr tensionar.

7,5 Alancitos Chefs sobre 10

Confirmo todas las críticas a esta película que te estresa hasta límites insospechados de manera bastante natural y normalizada.

Y esa es la grandeza, rodar unos estados naturales con tantas influencias externas, ligándolas como si estuviera cosiendo un jersey de lana. Sin darte cuenta, vas de una situación a otra para volver de nuevo, sin cortar ni un plano, y cocinando de maravilla. Flipante.

De poner una pega, tan solo que tanto reality de cocina en televisión, creo que desprestigia bastante hacer "otro" rodaje natural del interior de una cocina y un restaurante. Hay muchas situaciones que pierden fuelle porque tienes sensación que ya lo has visto antes.

Por lo demás, muy interesante de ver.