Ruido de fondo

Es descacharrante, es incierta, es desaliñada, es alocada, es genuina, es intrigante, es sombría, es vieja, es moderna, es inquietante, es muchas cosas y a la vez es nada, simplemente no me gusta en absoluto.

Es una de esas pocas ocasiones en que sientes que la historia nunca va a ningún lado y cuando acaba no sabes ni por dónde inicio, no es como dicen algunos una genialidad, ni siquiera. Olvidable en todo el sentido de la palabra.

Inclasificable para mí, y sobre todo prescindible.

Típica película americana, mezclada de humor negro, conspiraciones, accidentes sospechosos con resultados desastrosos.

Buena interpretación de Adam Driver, en un papel totalmente distinto a los de Star Wars y también distinto al de la gran Historia de un matrimonio

Los tiempos cambian, y a veces, para cambiar, miran hacia atrás. La novela es del 85, y por lo que parece ahora es el momento de hacer la película. Los ochenta, un tiempo que aborrecíamos estéticamente no hace mucho, tiene ahora un aire indefinido, tirando a hortera (que se matiza oportunamente por los directores de arte) pero que mola, que ayuda a dar un enfoque extraño de los hechos, rallando lo absurdo, pero sin terminar de perder el hilo. Una estética pues que contribuye a una narrativa que ahora parece imponerse en la que las cosas se enfatizan lo justo, en la que parece que ya no es tan importante una estructura convencional, en busca de pequeños clímax cíclicos que mantengan el interés del espectador, hasta el clímax final. En este cine, del que son nombres ilustres Paul Thomas Anderson, Wes Anderson y el propio Baumbach, cualquier cosa puede pasar al cabo de una calle, cualquier sorpresa tras una esquina puede resultar inexplicablemente verosímil, hay una anarquía en cuanto al discurrir emocional, hasta el punto que es un cine a veces plano, a veces arreactivo, y a veces desmesurado sin que quiera definirse tonalmente, ya que eso es, de hecho, una de sus características de estilo. Es un cine que se apunta a una falsa humildad, lo que a la postre lo hace pretencioso. Vive en una sobriedad, en una parsimonia chocantes que funcionan muy bien como elementos del absurdo, y ese absurdo tan sutilmente trabajado, facilita que todo termine siendo verosímil. De algún modo, este cine hace trampa cuando se monta un armazón, se pone una careta tras la cual es más fácil hacer las cosas, Es algo equivalente a lo que les pasa a los actores: les resulta más fácil ponerse en la piel de un personaje, que ser ellos mismos. Eso tiene una penalización: irremediablemente aleja a los personajes del espectador, que les ve como bichos raros.

Y lo curioso de todo, por eso hacía referencia a que es un cine que mira al pasado, es que otras disciplinas artísticas ya exploraron ese estilo narrativo, empezando por la literatura, valga de ejemplo precisamente la novela de DeLillo en la que se basa la película, entre muchos otros autores estadounidenses de las décadas de los 60, 70 y 80. Creo que lo llamaron postmodernismo. No sé si voy muy bien encaminado o no en cuanto a lo académico de la cuestión, pero soy sincero en cuanto a las percepciones. No me disgusta este cine, aun con las trampas que le detecto y que a la postre son un libro de estilo legítimo. Me divierte bastante. Adam Driver es el actor perfecto, de momento, aunque va camino de la sobrexplotación el pobre, y al final todo cansa. Pero es un cine que no debe deslumbrarnos con su barniz, no podemos dejar de buscarle sustancia debajo de su simpática absurdidad. En este sentido, "White noise" supera la prueba, sin duda con la inestimable contribución de la novela que le da fundamento no solo temático, también estilístico. Quitando acaso la relación personal entre la pareja protagonista, que resulta al final muy simple para tanto ruido y de peso excesivo para todo lo construido, el retrato social, con su ebriedad consumista, burocrática y mediática, es atinado, demencial y sonrojante, tan absurdo que encaja a la perfección con el estilo de la película.

Así pues, le pongo una buena nota, intuyo que es el cine que se nos vienes encima desde los Estados Unidos, al menos parcialmente. Siempre es positivo ver películas que intentan explorar nuevos caminos narrativos y estéticos, aunque realmente no inventen nada. Confiemos que esta generación de cineastas de prestigio no olviden lo que siempre es esencial en el cine: la emoción y la sustancia que hay debajo de las filigranas visuales. Ahí, me apunto sin dudarlo. Es hora de ponernos postmodernos.

Loca parodia de todos los temores del mundo posmoderno.

Una narrativa típica que termina explotando en un sinfín de cosas aparentemente inconexas, pero que en el fondo pretende realizar una autocrítica de en qué nos hemos convertido. El elemento humorístico le puede valer el tener detractores, pero si la historia no se tratara en este tono seguramente sería reprobada o pasada por alto por acercarse al documental o al informativo/reportaje.

Esta atrevida película requiere de un poco de visionado profundo, en el que no nos dejemos llevar por lo que vemos y saber ver qué es lo que se está contando.

Sumario

Una deriva de géneros y tonos que no llegan a desarrollarse y potenciarse entre sí, una ambiciosa galería de temáticas, personajes extrañados que deliberadamente son presentados y actúan de una manera que distancia al espectador y una lograda puesta en escena caracterizan esta muy estadounidense, extraña y extrañada película de Noah Baumbach.
Una especie de film de Woody Allen (el personaje de Adam Driver podría protagonizar una de sus películas) con mucha producción, pasado de rosca y fallido, sin su gracia, e irónicamente descripto por su título original en inglés: ruido blanco.

Reseña

Una familia ensamblada (padre profesor universitario especialista en Hitler, madre y varios hijos) vive una cotidianeidad relativa (y aparente)mente tranquila hasta que una amenaza externa pone su vida patas para arriba.

Qué difícil analizar esta película. Sobre todo, porque casi no pude percibir las virtudes y características que le asigna la crítica.

En primer lugar, creo que el director Noah Baumbach quería filmar este film tal cual le salió. Todos sus efectos son deliberados. Dicen que la novela homónima de los 80s de Don DeLillo (que no leí) es infilmable. Y uno concluye que debe haber algo de cierto en ello al mirar esta adaptación.

La película se divide en tres partes bien diferenciadas: en la primera hay una presentación de los personajes y su cotidianeidad, en la segunda, una amenaza externa que altera bruscamente esa cotidianeidad y en la tercera una vuelta a una “normalidad” perturbada por ciertas circunstancias que permanecían ocultas en la primera y hacen crisis.

Podríamos distinguir una combinación o alternancia de tonos y géneros: (una supuesta) comedia negra, sátira, cine catástrofe y apocalíptico, thriller, drama familiar y conyugal, terror (en este género la película nos da una de sus mejores y más potentes escenas). Pero ninguna de esas facetas llega a desarrollarse del todo, ni tampoco se potencian entre sí; más bien lo contrario.

También hay una variedad de tópicos: el desastre ecológico a la vuelta de la esquina, el miedo a la muerte, la panacea farmacológica, la futilidad y la vanidad de las universidades y sus profesores, la religión, las problemáticas conyugales.

Los personajes se comportan como desfasados respecto de las circunstancias que van viviendo, reflexionando y dialogando sobre ellas en voz alta (sobre todo los dos profesores encarnados por Adam Driver y Don Cheadle) como si estuvieran dando clase y filosofando; el personaje de Driver es woodyallenesco, pero lamentablemente no se trata de una película de Woody Allen. Una sensación de extrañamiento distancia al espectador de los personajes y sus vivencias. Digamos que una señal de ruido blanco (el White Noise del título original) contiene todas las frecuencias de sonido y todas ellas muestran la misma potencia, con un resultado plano. Igual fenómeno ocurre con la luz blanca, de allí la denominación. Esto puede referirse a cómo los personajes del relato perciben y calibran las circunstancias que viven. Pero también al resultado de la película…

Acaso el personaje interesante y en algún punto decisivo del relato sea el de la esposa y madre (una muy buena actuación de Greta Gerwig), cuyo rol tangencial al mismo tiempo funciona como hilo conductor del relato; su “modestia” y su circunstancia son la tabla a la que aferrarse para poder transitar la película.

Finalmente, una mención especial para la muy buena banda sonora de Danny Elfman, con un estilo alejado del habitual en su música. Elfman afirmó en Variety que Baumbach le pidió: “Quiero tener una influencia electrónica de los 80, pero no abiertamente específica. Imagina que combináramos algo entre Giorgio Moroder y Tangerine Dream con Aaron Copland”.

https://impresionescinefilas.wordpress.com/2023/01/03/ruido-de-fondo-white-noise/