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Un verano con Mónica

Drama. Romance Harry Lund, de 19 años, trabaja en un almacén de vidrio y porcelana. Cerca de ahí trabaja Mónica en un almacén de vegetales. Mónica es una chica de 17 años alegre y feliz. Ella empieza una conversación con él al verlo en un café. Después de un tiempo se enamoran. Los dos son hostigados en su empleo por su edad. Mónica abandona su casa después de una discusión con su padre y Harry deja su trabajo después de una discusión con su jefe. Sin ... [+]
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
1 de diciembre de 2012
18 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
ÁLVARO3

Le voy a dar un 2 no sólo para bajarle la media (que la tiene estratosfericamente alta en FA) sino porque veo con sorpresa que en las críticas en FA no hay ninguna negativa con lo que ya que hacemos comentarios homéricos que los hagamos al menos para provocar al personal y que nos inunden de "noes".
La película me parece un drama de lo mas convencional y de tercera regional. El guión es pobre de solemnidad, con situaciones y personajes carentes de profundidad, maniquíes folletinescos, de escasísima elaboración.
Las situaciones son extrañamente inverosímiles empezando con el encuentro de la pareja protagonista que, sin que (aparentemente se conozcan) de buenas a primeras ya salen del bar con el verano perfectamente planificado para pasarlo juntos. Se intercambian unos cigarrillos (él no atina a encender la cerilla quizá para hacer mas prolongado artificialmente ese primer encuentro) y hala, ya salen prácticamente de novios.
Ella, a pesar de que tiene 18 años, o sea que ya es talludita, se comporta de modo infantil (él también menos quizá porque tenga 1 años más) como se pone de manifiesto en la escena en que su padre le pega con poco acierto donde emite unos chilliditos ridículamente infantiles mas propios de una niña de 7 años. En la isla a la que se retiran también se ponen a cantar en modo infantil en escenas que dan cierta vergüenza ajena.

Que casualidad que en ese aparente lugar apartado, aparece el que -parece- que es el ex-novio de Mónica a escasitos metros con su tienda de campaña como un eremita dando lugar a una pelea con nuestro protagonista de paupérrima elaboración. He visto peleas de los payasos de la tele (Dios bendiga al recientemente fallecido Miliki) con mayor crédito que la que vemos en esas escenas. Solo falta que el recipiendiario de las bofetadas simule el sonido de la torta, dando el mismo una palmada, como los payasos en el circo.
La escena de la noticia del embarazo es ridículamente inverosímil; Monica le dice "estoy embarazada" bostezando y como el que comunica que tiene un grano en el culo. Y él no se inmuta, y ya hace planes para el futuro porque él si es responsable frente a Monica que es una cabeza loca sin remisión y una tarambana. La frivolidad del personaje de Mónica esta descrito con trazos muy gruesos y burdos. Recurrir al bostezo como prueba de la indolencia del personaje es francamente impropio de un director al que se le supone cierta profundidad en sus películas. Hay otras escenas cuando le espeta a él "deja al niño que llore que ya se dormirá" mientras él se desvela para dormir al niño mientras intenta ganarse la vida sacándose la carrera (oiga que es de ingeniero que no es derecho) que son patéticamente convencionales, vulgares y maniqueas.

Por tanto, el interés de la pelicula se centra en saber si Mónica está buena o no. En las primeras escenas en lo que parece una isla, y para nuestra decepción aparece con un bañador que no es bañador sino algo que se asemeja a un pañal que le sienta como a un Cristo dos pistolas, que la hacen paticorta, culi baja y culi chata, aparte de tener pelos en el sobaco como acostumbran las mujeres de esa latitudes. Las únicas piernas bonitas en esta parte parecen ser las de él, piernas que ella alaba en otro dialogo "antologico". Sin embargo mas adelante apreciamos que quizá estuviéramos en un error fruto de lo inadecuado del dichoso bañador ya que hay un desnudo integral (por atrás) en el que vemos unas partes traseras dignas de alabanza. Este alegre recorrido de Mónica a la pileta natural es quizás lo que mas me gusta de la peli, sobre todo, cuando al final la vemos desnuda entera (cuando él "elige" este momento como el más digno de recordatorio de su relación con Mónica).

Otros aspectos que me llevarían a ponerle un 3 pero que dejo en 2 por las razones apuntadas son: la fotografía (sí, ya se que es un recurso pobre decir que lo mejor de una peli es la fotografia pero es lo que hay), las vistas de Estocolmo y algún plano de ellos en la isla. También son destacables los dos largos planos de ellos (por separado) mirando a la cámara

NSIMALEN

A mí la peli ya se me ha olvidado, francamente, de lo mucho que me aburrí cuando la vi. Gracias por refrescármela y, sobre todo, porque suscribo su texto hasta la última coma, y no merece la pena dedicar una neurona más, ni un milisegundo, a este vestigio del pasado que se perderá en el olvido ("..como lágrimas en la lluvia...").

Manifestar sólo mi desacuerdo porque a mí me gustó la moza sobremanera, quizá porque responde a cánones ligeramente africanos, y a mi devoción por la pelambrera axilar (o púbica).
Puntuación: 1

BAKUNIN

Historia de amor en la Suecia que aún no había logrado la sociedad del bienestar.
Me voy al spoiler por falta de espacio. Puntuación: 3.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
BAKUNIN
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2 de abril de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La madurez es un elemento fundamental en cualquier relación amorosa con perspectivas de futuro, ya que una vez que la pasión y los arrebatos de los primeros encuentros se enfrían, ha de quedar el cariño, el respeto, la estima y el compromiso que conlleva el saber que en tu vida ya no estás solo tú, sino que la compartes con otra persona a la que debes cuidar de forma incondicional y desinteresada. Esto es lo que se supone que debe de haber en una pareja que espera pasar muchos años juntos, pero en la mayoría de casos esta madurez viene acompañada de la edad y de la experiencia.
En el café de una fábrica de un barrio obrero de Estocolmo un chico llamado Harry está tomando un café cuando conoce a una joven de apariencia impulsiva, resoluta y pasional, Mónika, que consigue con coqueteo y una indirecta que ambos vayan esa tarde al cine. Esa película americana será su primer momento como pareja y el comienzo de una relación que, abandonándolo todo, tendrá sus momentos cumbre a lo largo de un viaje estival a lo largo de la costa sueca. Sin embargo, los avatares de esa travesía harán que la cruda realidad triunfe sobre su retiro idílico y que se vean obligados a volver a la ciudad, donde tratarán de afrontar su nueva vida juntos.
Bergman logra convertir lo que podriá ser la frívola y alocada historia de dos jóvenes que se escapan para disfrutar de su amor y su juventud, tan típica de los mediocres telefilmes de la sobremesa actual, en una pequeña obra de arte y en una visión crítica y agridulce de la juventud inmadura, sin visión de futuro e incapaz de sobrellevar las consecuencias de sus propios actos.
Estas características pueden apreciarse sobre todo en la forma de ser de la protagonista, cuyo pensamiento pueril, materialista e irresponsable le lleva a obcecarse en sus ilusiones frustradas, y a no querer resignarse ni reconocer que la vida no era el camino de rosas y lujos con el que soñaba.
Este comportamiento, inalterable pese a los grandes cambios experimentados tras ese verano, provocará el choque con el hombre al que "ama" y que la ama, ya que él tendrá que adaptarse a la situación y actuar de forma más adulta para conseguir un porvenir para él y su familia con esfuerzo, trabajo y sacrificio.
La dirección y la magnífica y cuidada fotografía, que funde primeros planos de un fuerte intimismo con paisajes e imágenes neorrealistas, envuelven esta historia de amor adolescente de personajes retratados con precisión y que, al menos en mí, deja un poso amargo que este caso es sinónimo de buen cine. Fue un considerable hito de la filmografía sueca y europea y una de las primeras grandes películas de ese retratista de almas, conciencias y personas que fue, es y será Ingmar Bergman.
david panadero moya
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9 de mayo de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En parte, me recordó al cine neorrealista italiano. Los personajes son de clase baja, trabajadores que viven al día, con los problemas que la miseria de los barrios de clase obrera siempre tuvo y tendrá. Tabucos pequeños, hacinados, desordenados, sucios, superpoblados, asfixiantes. Jefes maltratadores, trabajos mediocres y mal pagos. O sea, nada que dejara demasiado sitio a la esperanza (y éste es un detalle sustancial para el desarrollo de la historia).

Harry (Lars Ekborg) conoce a Mónica (Harriet Andersson) en un café. Inmediatamente, mediante la excusa de pedirle fuego, ella lo avanza (algo inusual en esa época) y logra que él la invite al cine (por sugerencia de ella). Rápidamente entendemos la lógica de esa actitud osada, y la comprendemos. Mónica es una chica de carácter fuerte, dominante. Su innegable encanto radica más en su personalidad arrolladora y simpática que en su belleza. Es carnal, salvaje y sensual. Harry, sin madre, con un padre enfermo, es un chico tímido, que acepta tranquilamente los regaños de sus empleadores y su rutinaria vida. Pero Mónica cambiará su vida para siempre...

Sólo voy a agregar que el verano que todos hubiéramos querido vivir de jóvenes, prescindiendo de obligaciones, entregados a una libertad absoluta, a un sueño romántico y puro, no tocado por el martilleo de la conciencia, se vive en esta hermosa película. Pero todo sueño concluye, necesariamente.

El entorno natural ayuda a una fotografía espléndida y muy bien lograda (paisajes agrestes, la luz del sol rielando las aguas del mar, atardeceres cálidos, noches encendidas, figuras a contraluz, bosques y vegetaciones salvajes al borde de la playa), gracias al trabajo de Gunnar Fischer, quien colaboró en muchas otras películas de Bergman.

Excelente film, con un final notable y sincero.
Black Floyd
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21 de octubre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un delicioso blanco y negro discurre el film que relata una historia simple, una especie de pintura social que muestra la relación romántica de una joven sueca simpática y algo desinhibida con un joven cuyo trabajo es embalar cajas de vajilla. En ese ámbito no es muy bien tratado, y su relación con la chica que se consolida durante un verano, se presenta como una posibilidad de evadirse de esa situación opresiva. Tienen planes que, a la larga, se revelan como un globo de ilusiones ya que, las posibilidades financieras de por sí limitadas reciben un golpe de gracia cuando es despedido...El film, entonces, parece exhibir las inconsistencias de ciertos sueños juveniles, la tensión entre los sueños y sus posibilidades concretas de forjarse en la realidad, por lo cual puede describirse el film como algo más profundo que una historia de amor superficial digamos, justamente, veraniega.
Desde luego habría que destacar la precisa y artística capacidad del director para acusar imágenes que, en sí, son reflejo de un credo esteticista, a lo que se adicionan las buenas actuaciones.
elneon
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19 de marzo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A grandes rasgos, se podrían distinguir tres bloques dentro de la obra excelsa de Bergman: el primero, del que forma parte esta famosa película, gira en torno a personajes jóvenes que luchan contra un entorno hostil en el que, contrariamente a los films posteriores, por lo general consiguen triunfar; el segundo bloque serían los últimos años cincuenta y todos los sesenta, en que los temas tratados van adquiriendo una mayor complejidad hasta culminar de una forma muy simbolista y hermética; para volver luego, en sus últimos años, a aquellos planteamientos que caracterizaron sus primeros trabajos, aunque en esta tercer bloque, Bergman prescindió en buena medida de las convenciones de la trama argumental, para circunscribirse en sendas piezas de cámara y a casi tratados de psicología.

Es a partir de “Un verano con Mónica” cuando su cine se hace internacional y divulgado, me da la impresión que su cine, ya tiene gran parte del Bergman posterior, pero todavía lejos del tópico popular, descubriéndonos además una insospechada faceta vitalista que le impulsa a abordar los temas con mayor inmediatez y espontaneidad, es la irreductibilidad del deseo contra el conformismo social, aún sin dejar por ello de lado sus permanentes obsesiones: la muerte, el miedo, la humillación, el dolor. También se aprecia en este film las influencias de un cierto realismo poético, del neorrealismo, el naturalismo y la evidente preocupación existencialista. Bergman interpreta las relaciones humanas como un infierno cotidiano, donde los seres humanos se atormentan mutuamente.

El film cuenta un amor juvenil y poético, Mónica y Harry abandonan el mundo de los mayores, trasladándose a una pequeña isla para convivir durante un verano en plena naturaleza. Está estructurada sobre tres etapas dramáticas, de intensidad desigual: La primera consiste en el conocimiento de los personajes, envueltos en una tela de araña que componen sus circunstancias familiares y laborales; la segunda cuenta su permanencia en la isla; y la tercera es el invierno nórdico, la vuelta a la ciudad y sus consecuencias. Concebida como un drama del desencanto pero también como un cadencioso poema sobre la sensualidad, la inocente desnudez de una Harriet Andersson de 20 añitos, saltando por las rocas con un físico turbador. Como anécdota, el propio Woody Allen confesaba que la primera película que había visto de Bergman era ésta, entonces Allen era jovencísimo, textual: “Porque le habían dicho que salía una chica desnuda en el film”.

Es un Bergman cercano a la mujer, qué duda cabe que Harriet – que mantenía un romance con el cineasta –, es el eje dramático del film, aunque ninguno de los dos personajes abandonará nunca la influencia del entorno del que han salido: el barrio, el trabajo, la existencia miserable, la represión y la frustración, quedando marcadas sus vidas para siempre. Todo en el film apunta hacia la idea del círculo, porque se trata de una fábula cruel sobre la pérdida de la inocencia y el nacimiento de la idea de la responsabilidad social, aplazada durante unas semanas de convivencia con la naturaleza. “Un verano con Mónica” es un film hermoso y melancólico que habla sobre el sexo, la libertad, la fugacidad del sentimiento amoroso y la amargura del paso de la juventud a la madurez.
Antonio Morales
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