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Tierra

Drama. Romance En alguna parte de ese inmenso océano negro que es el cosmos, hay una isla con colinas de tierra roja, a la que llega Ángel para fumigar y exterminar la plaga de cochinillas que produce en el vino un extraño sabor a "tierra". Bajo la atmósfera de unos cielos eléctricos y el contacto con unas gentes sencillas, Ángel encuentra la oportunidad de resolver su desdoblamiento de personalidad por medio de la elección entre dos mujeres. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
13 de febrero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arraigada a la tierra desde sus pies y controlando su devenir y el de las gentes que la habitan con sus ojos escrutadores y firme sentido de la justicia.
La diosa Mari todo lo observa, implacable, pero un ángel va a descender para cambiar su mundo...

Tras "La Ardilla Roja", Julio Medem se convirtió tal vez en una de las más queridas promesas de nuestro cine a principios de la década de los '90 junto con Álex de la Iglesia y Enrique Urbizu, antes de llegar Amenábar y arrasarlo todo; sin embargo, y pese a su condecoración en Cannes, tardó mucho en volver a ofrecer algo al público. Cuando llega "Tierra", con el mismo equipo de su anterior film, éste afirma que se trata de su trabajo más complejo pues la ha concebido desde el alma, y es verdad; por medio de una narración omnisciente nos sumerge en un viaje a través de los recovecos del vacío y la mente, y ésta se da desde el interior de Ángel, el protagonista.
Siendo Elisa el ser alrededor del cual giraba el misterio en "La Ardilla..." (además de, en mi opinión, elevarse como uno de los personajes femeninos más arrebatadores y maravillosos de la Historia del cine), esta vez es ese señor (interpretado por un cargante Carmelo Gómez) el enigma que nos fuerza a tomar parte en sus pensamientos y dicotomías mientras se aventura en un lugar desconocido (con el color naranja intenso del paisaje zaragozano) para llevar a cabo su tarea de fumigación. El interior de esta tierra está removida por los bichos que la infectan, al igual que sus moradores humanos; Ángel también entrará en sus vidas y removerá sus conciencias y existencias.

Desde el momento en que vemos al moribundo pastor Ulloa (brillante y irreconocible Pepe Viyuela) debido a la caída de un rayo comprendemos el esfuerzo del cineasta por arrastrarnos a sus esferas de poder onírico y poética imaginería; el alma del pastor y no su cuerpo habla a Ángel, estableciéndose una realidad que funciona a dos niveles: el del espíritu y el del físico, y éste se precipita a un viaje para averiguar en qué punto han de escindirse ambos. Así "Tierra" se divide en historia y concepto; lo primero se desarrolla alrededor de una fábula de pasiones fatales, violencia e instintos carnales.
Si Elisa estaba atrapada entre dos hombres, Ángel lo está entre dos mujeres opuestas: Ángela (retraída y dulce, símbolo del amor profundo y el futuro familiar) y Mari (la descarada y ardiente, símbolo del sexo salvaje y el presente más inmediato). Éstas, unas Emma Suárez y Silke Hornillos que se baten en un cara a cara de altura, están dominadas por un ser demoníaco, Patricio (camaleónico Karra Elejalde, el único personaje que realmente te crees y que se siente auténtico), un monstruo de la tierra también en contraposición a la complejidad espiritual del protagonista, cuya misión será aceptar su presencia física, humana, y mimetizarse en ese lugar para mediar entre todos ellos.

Medem juega, cual Lynch, Kieslowski o Buñuel, a abrir dos mundos opuestos e invitarnos a penetrar en sus entrañas, sin embargo también hace lo posible por empujar a su Ángel a una cruda realidad terrenal (no tardamos mucho en averiguar que se trata de un esquizofrénico y otrora paciente de un manicomio), y este concepto lo esboza desde la perspectiva mitológica de la leyenda de la diosa Mari o la Dama de Amboto, tan sujeta a las tradiciones vascas antes de la llegada del cristianismo; nacen así las dualidades y ciertas metáforas y simbolismos que unen a los protagonistas en un círculo existencial místico y completo.
Tras acabar con el monstruo, en su afán por destruir la presencia de lo espiritual y darle un valor terrenal, poco a poco dará a Ángela la personalidad de la mencionada diosa de la mitología y hace de Mari el ser más físico posible, despojándola de toda condición metafísica; es su proclamación de lo contraespiritual para celebrar la simplicidad y la unión carnal con la tierra. Pero a lo largo de este periplo el director también se presta demasiado, más que en su gran obra previa, a una complejidad argumental que sólo sirve para envolver una historia zurcida con la más sencilla de las costuras, y a fuerza de escarbar un poco ya aparece...

Esta envoltura la enhebra Medem con su gusto por el peso de la atmósfera y los registros sensibles a los que accede por medio de la ruptura con la realidad (logrando plasmarlo en pantalla gracias a una factura técnica impecable, destacando la banda sonora de Alberto Iglesias, la intensidad de las formas y los colores que capta la fotografía de Javier Aguirresarobe y el cuidadísimo diseño de producción de Satur Idarreta) y por las influencias literarias que aplica a la idiosincrasia de sus personajes, y por ende a sus diálogos e interacciones, en su mayoría crípticas, recurriendo demasiado a la poética de lo abstracto y lo ininteligible cual imitador pobre de Gonzalo Suárez.
Tanto en última instancia que en esta ocasión (sobre todo por culpa de los largos, incómodos y tediosos monólogos interiores del protagonista) aquél consigue atravesar la fina línea que aún en "La Ardilla..." separaba lo intelectual de lo pretencioso, y en ciertos casos lo abrumadoramente pedantesco; desnuda de todo rastro de interpenetración psicológica y elevación espiritual, "Tierra" no iría más allá de la simplicidad brusca y visceral de "Jamón, Jamón", con la cual guarda no pocos paralelismos. Gómez y su álter-ego, responsables de esta disyuntiva, son incapaces de poner en marcha los mecanismos de enigma y misterio, de alucinada y densa complejidad, que hacían tan fascinante a la Elisa de Suárez.

Es por esto que a muchos de los que capturó aquella segunda obra cinematográfica de Medem (entre quienes me incluyo) se sintieran reticentes debido a la tercera, más ambiciosa y grandilocuente, a la par que más anodina.
Pero por supuesto encandiló a la relamida élite académica de los Goya y terminó compitiendo en Cannes nada menos que contra títulos de la talla de "Fargo", "Nubes Pasajeras", "Crash" o "Rompiendo las Olas".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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17 de mayo de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de un hombre enfrentado a dos maneras de amar muy diferentes (representadas por dos mujeres muy diferentes) introducida a través de su propia percepción mágica, poética y fantásticamente realista... que a un mismo tiempo lo alejan dela gente cotidiana y lo acercan a la gente intuitiva y con corazón.

Tras vacas y la ardilla roja (ambas dos películas muy hermosas también), para mi ésta es la gran consagración de Medem como uno de los mejores directores de cine del mundo.

Entiendo que no es un film apto para todas las mentalidades y que a muchas personas no les gustará. Pero a quienes les guste, los dejará totalmente fascinados.

Lucía y el sexo es la más conocida de las películas de Medem. Y aunque también me encanta, creo que esta es un poco mejor. Pero ya se sabe que para gustos colores...

Las interpretaciones también sublimes. Emma Surez, Karra Elejalde, Carmelo Gomez... magistrales!
Fernando2222
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16 de marzo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vista veinte años después, la película se resiente. Pretende, a mi entender, hacer una inmersión en el mundo rural, mundo que en los 90 estaba poco valorado, desde la ciudad se veía "casposo" y "triste". Lejos de la revalorización de hoy en día. El problema mental del protagonista está representado con escenas oníricas, muy propias del realismo mágico que se llevaba también por aquellas épocas. Hoy quizá nos cuesta encajar esas escenas.
La atmósfera que se crea tiene su mayor acierto en la excelente fotografía y en el entorno árido que lo envuelve todo. Un entorno que se antoja irreal, sobre todo en el hecho de que las casas no tienen nada alrededor, ni valla, ni jardín, ni aperos... surgen del suelo como una imagen infantil.

El gran peso de la película, además de en su ambiente, recae en las actuaciones. Sin embargo unos buenos actores no pueden dar todo de sí debido a la planitud de sus personajes. Son personajes con una sola cara, les falta una visión más poliédrica donde se aprecien otros aspectos de su personalidad. El protagonista no es creíble como experto en plagas, y menos con esos monos blancos y esos cables y escafandras que parecen de juguete. Nada más iniciarse su relación con los habitantes del pueblo, no explica apenas su trabajo, los campesinos le reciben como si lo conocieran de siempre, cuando en realidad todos los que viven aislados tienen como característica cierta desconfianza inicial.

En realidad el personaje de Carmelo Gómez como ser atormentado se configura a modo de seductor triste, ese tipo de hombre que atrae a las mujeres por sus silencios, por cierta flaqueza de ánimo, que parece esconder un gran secreto, algo que puede resultar atractivo, y más usando las dotes que Carmelo Gómez sabe desplegar. Sin embargo, el motivo de la presencia del protagonista más parece el de buscar el amor que el de acabar con la cochinilla. La cochinilla es un pretexto con tintes naturalistas y técnicos, pero se queda en eso. La película deriva enseguida en una especie de parodia de trabajo en el campo y, después, claramente, en una trama amoroso-sexual, que podía ser muy necesaria en los años 90, años en los que todavía coleaba la represión y las necesidades de "amor libre" de los españoles. Las magníficas escenas de sexo se quedan muy vacías porque en realidad no entendemos nada de los personajes. Es como un "baile de personajes tristes" que se asienta en el estereotipo y la irrealidad. Personajes que huyen de la muerte y de una existencia dura, con cierto "determinismo" de tragedia clásica, apoyándose unos en otros, pero la película quizá tiene demasiados silencios y faltan diálogos que nos ayuden a explicar la postura ante la vida de los protagonistas.

Aquello que podía ser una película mágica basada en el entorno rural, los problemas psiquiátricos y el amor a dos mujeres... se queda, a mi entender, en un teatrillo simbólico donde pocas cosas son creíbles. Sin embargo el ambiente nos atrapa y nos deja perplejos esperando dónde irá la trama. En eso el cineasta demuestra maestría.

Ya entrando en la necesidad de revisar la valoración tan buena que obtuvo la película, y no dudando de las buenas intenciones, e incluso de la capacidad de crear mundos de Medem, precisamente creo que el problema es que se ha creado un mundo totalmente irreal. Y, por desgracia, sembrado de estereotipos que difícilmente hoy en día serían aceptables.

Voy a concretar esto: el marido campesino aficionado a la caza, que se lo "pasa bien" dentro de su tecnológico tractor... es la peor personificación de lo que puede ser un hombre de campo. Lo tiene todo mal: es estúpido, baboso, egoista, sanguinario... Vamos a ver, el mundo rural ha dado y da personajes odiosos, al igual que el mundo urbano. Pero esta exageración resulta hasta cómica si no fuera trágica. Si al menos el personaje hubiera tenido más facetas... Realmente quiero creer que es un personaje "de cuento", que es el lobo de la película, de quien el "Príncipe" llegado de otros lares salvará a las "Princesas".

Los gitanos no pueden estar tampoco peor valorados. Grupos de gitanos nómadas aparecen por doquier en la literatura, y en ningún caso tan denostados como aquí. El dramatismo de sus comportamientos es de lo más duro de la película, y me cuesta justificar esta, sin duda, exageración de la forma de ser de los gitanos. Hoy en día parece racista mirarlo así, por más que se apoye en ciertos episodios trágicos que pueden haber pasado en la realidad.

Las mujeres, divididas en "angelical" y "diabólica"(no exactamente, pero valga aquí también el tópico), no tienen personalidad alguna, se mueven como autómatas, una en su blandura e indecisión, la otra aceptando su necesidad natural. Según algunos autores, más que "diabólica" ese personaje es reflejo de ciertas "diosas madre" de época ancestral, pero cuesta mucho trabajo que el espectador no experto pueda entender algo así. Mirado desde la década de los 20 del siglo XXI estos personajes no serían aceptados ni por las feministas ni por las mujeres "empoderadas" de la actualidad. Claro, que hay que tener perspectiva histórica.

Por lo demás, existe una trama con intriga, de género negro, que está bien llevada por las continuas sorpresas que va dando al espectador, y que engancha.

Por último, mi valoración se ve dividida entre: A) Si considero que la trama es un "cuento", en el mejor sentido de esta palabra, mi nota es un 8. B) Si me fijo en las ridículas escenas y en la visión plana de los personajes, es un 2. La media es un 5, y con ello me quedo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ana Isabel
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7 de mayo de 2005
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Medem en estado puro, déjate llevar por la tierra y su sabor.
Después de vacas y la ardilla roja, tierra es un final redondo, el gran orden del desordenado y a la vez iluminado Medem.
brujo
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27 de diciembre de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué puedo decir de "Tierra"?

Es una buena película. Como los demás que han dado su opinión, pienso que el guión está un poco forzado, se dice más de lo que se debería, cuando en realidad a la hora de escribir un guión una de las máximas es siempre "menos es más". Eso sí, Alberto Iglesias y Aguirresarobe son un artistas del copón: creo que esa fotografía y esa banda sonora se me van a quedar metidas en la cabeza durante mucho tiempo.

Pero la razón por la que le pongo una nota tan alta es por dos razones:

-Por el personaje de Ángel. No se por qué, pero creo que me parezco un poco a él; que nadie se asuste, no tengo desdoblamiento de personalidad, ni soy tan grandilocuente como él. Soy un poco solitario como el personaje. Siempre me han gustado esa clase de personajes, porque yo creo que siempre hay en ellos una humanidad tan grande que cualquier problema les ocupa la cabeza a todas horas: lo vi en Ángel, en Travis Bickle ("Taxi Driver"), en John Dunbar ("Bailando con Lobos"), y un largo etcétera.

Me da a mi que ser un "ángel" implica que una persona experiemente una tensión a la hora de elegir entre lo que debe hacer y lo que debería hacer, aún teniendo el poder de elegir. Curiosa ironía, sobre todo a la hora de elegir entre Ángela o Mari -al verlas pienso en "Mujeres fatal" de Sabina. Hay que tener un pie en la tierra y el otro en el cielo.

-Por cómo muestra Julio el entorno en el que se desarrolla la historia. Yo me he movido mucho por España, y he visto grandes campos, con el sol entre las nubes, o poniéndose mientras el cielo se oscurece. Es casi mágico, y te imaginas por un momento que Ángel recorre los campos en todoterreno, o al loco de Patricio en el tractor. Nunca me he atrevido a parar y ver esos cielos, para sentirme como esos personajes, y comprender un poco cómo ven las cosas. Puede que lo haga algún día, con calma, tomándome mi tiempo.

Por último, este Medem es un desordenado. Aún así, nunca renuncia a hacer realidad sus proyectos, por muy confusos que sean. Por eso le admira tanta gente. Ese guipuzcuano...
Kinematographos
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