Taxi a Gibraltar

Permitanmé esta licencia en el título en el comentario de Taxi a Gibraltar de Alejo Flah (por supuesto, en un contexto más casquivano). Al fin y al cabo es una road movie que se sostiene, en este caso en un guión irreverente y con algunos momentos de parodia no menos divertidos.
El argumento gira en torno a una pareja desavenida, un español y un argentino y sus peripecias cruzando media España. Sí, no son Don Quijote y Sancho Panza aunque algo hay de eso. Al tándem se le suma una novia en busca y captura. Los tres protagonizan una historia de amistad con el peñón al fondo que se sostiene gracias a algunos gags efectivos y un correcto trabajo en la dirección.
Como puntos a favor: Joaquín Furriel, la banda sonora y los títulos de crédito.
Entretiene.

Quizás el tema podría haber dado mucho más de sí, teniendo en cuenta los personajes y actores que han participado en la película. La lástima es que el resultado final sea una comedia con poca gracia, a pesar de que cuenta con uno de los actores más de moda y que se está explotando en demasía. Al final lo que se nos presenta como una viaje en taxi a Gibraltar en busca del oro termina en un viaje a ninguna parte con un final facilón y sin sentido.

Sin ceñirnos a las comparaciones con cierta franquicia gala cuya trama gira alrededor de un taxista desquiciado al volante, no cabe negar cierta conexión entre esta ocurrente road movie con acento andaluz -bueno, y argentino- y tantísimas otras comedias de acción producidas por nuestro país vecino. Aunque también es cierto que allí llevan practicando esta modalidad de entretenimiento desde hace mucho más tiempo que nosotros, dotando al subgénero de un grato tufo a adrenalina, garrulez genuinamente europea y puntuales momentos de anarquía cómica. Puede que incluso Dani Rovira haya clavado, por fin, su trabajo más inspirado como actor y, si bien sus arrebatos de energúmeno impulsivo están a años luz de los exhibidos por Guillermo Toledo en 'Soberano, El Rey Canalla' (2001, Miguel Bardem), deja una puerta abierta para pensar que siempre habrá vida profesional más allá de las comedias románticas o los superhéroes de cartón-piedra.
León, Diego y Sandra. Un taxista jodido y agobiado por las deudas. Un estafador recién salido de prisión. Una joven sorda que está a punto de casarse. La carretera crea extraños compañeros de viaje, y más si es para echarle el guante a un cargamento de oro escondido en el peñón de Gibraltar. Ingrid García-Jonsson, Dani Rovira y Joaquín Furriel interactúan bajo un engranaje de gags tan engrasado como el de Elena Anaya, Antonio Resines y Jordi Vilches en 'Dos tipos duros' (2003, Juan Moreno).
Con un poco de suerte, 'Taxi a Gibraltar' (2019, Alejo Flah) será recordada algún día como esa película tonta, divertida y disfrutable en la que Ingrid Jonsson demostró que, dentro de aquella actriz hispano-sueca con voz nasal y acento indefinido entre Sevilla y Skellefteå, existe una prodigiosa y descerebradísima actriz cómica que nada tiene que envidiarle a Kate McKinnon, Rebel Wilson o Anna Faris. No diré que sea un total descubrimiento, porque hace algunos años ya tuve la suerte de chocar con su vertiente más payasa en 'ÑeÑeÑe' (2014, Manuel Bartual), pero me alegra que ahora sea de dominio público. Ojalá se prodigue más en el género.

Es triste ver, como actores queridos como Rovira, se pueden prestar a la filmación de una película lamentable. Una película que no tiene ningún sentido de principio a fin, una comedia que da pena, ya que en ningún momento te hace reír, estás todo el tiempo pensando en qué momento llegará algo bueno, o en qué momento terminará por favor.