Fuego en el cuerpo

Película bien narrada por Lawrence Kasdan que mantiene al espectador con ese trocito de intriga suficiente para no querer despegarse del sillón. Mezcla de traiciones, juegos y engaños.
Un guión muy bien llevado, lo más parecido al puro estilo cine negro.

Gran actuación de los dos actores principales, por un lado William Hurt donde demuestra el saber estar y la templanza de un buen actor y por otro Kathleen Turner en estado de gracia donde su físico no pasa precisamente desapercibido.

Todo ello mezclado con una banda sonora a las órdenes del magnífico John Barry le da a la cinta una nota más que aceptable. Recomendada para pasar un buen rato.

Mi nota es de un 7 sobre 10.

El gandul y la vampiresa.
Calor, enfermera, Fred Astaire, sombrero y gafas.
(Puede haber mucho spoiler, de hecho, toda la trama lo es)
La película juega con el espectador como Kathleen torea al panoli de William, bendito inocente.
Las dos saben que tanto tú como él os lo vais a tragar todo, por muy grosera y exagerada que sea la mentira, por muy delirante que parezca el trampantojo; ya que tenéis fe, ya sea en el amor, el sexo o en la ficción de todos los días, en la realidad manufacturada o en el dinero siempre a mano si haces lo necesario.
Una vez más, el eterno timo de la estampita, nunca falla. O de cómo un triste trepa fracasa por mucho que se afana.
Es más guapo, listo y valiente que los demás, aparentemente, eso siente o cree, por eso no se conforma y quiere todo, le pide más a la vida, le parece poco lo que tiene, por tanto la quiere a ella, que evidentemente no existe, es un sueño, un mito, es el símbolo de todo lo que se desea, anhela y lamentablemente se malogra, del cielo que se nos niega en la tierra, lo que finalmente hace la vida con los más lerdos o intrépidos, cómo juega y se ríe de ellos, en los morros, broma macabra, siniestra carcajada, a mala cara, lo hace con todos, pero con estos se ceba en mayor medida, de buena gana, con más tiña o sarna.
Tú no puedes. Por mucho que lo intentes o creas, aunque te lo digan con tanta insistencia todos esos que te miran como el león a la indefensa presa, tantos sacacuartos y vendedores de crecepelo, grandes hombres, las mejores empresas, gobiernos enteros, médicos, abogados, amantes, el amigo querido del colegio, los que saben que eres carne de cañón, un número olvidado que solo sirve para completar estadísticas, para hacer el balance de la cuenta. En el fondo de todo timo o saqueo está la ridícula, chusca idea de hacer creer a alguien, o a muchos, a masas enteras, da igual, el procedimiento se repite, que es especial, único e irrepetible, que nos preocupamos por él y su bienestar, que si se lo propone, lo consigue, es el elegido, le ha tocado el premio en el sorteo. Esa es la clave, si le haces creer toda esa mierda, que se quiera mucho a sí mismo, seguro, entonces, comerá agradecido de tu mano, estará perdido, condenado, sonreirá feliz de camino al matadero, te dará todo su buen dinero.
Esquema clásico de cine negro con "femme fatale" y pardillo sideral con/en entorno corrupto y asfixiante. Piezas que encajan. Bien metidas, medidas y explicadas. No hay queja. Aunque se hace un poco morosa si ya de ella te acuerdas, si en su lejano día le hiciste una visita más nueva.
El principio y el final son muy buenos, por el medio flojea.
Una mujer, es decir, sexo manejado a modo, y dos hombres malos, débiles, tontos. Al primero le casa, sangra y mata. Al segundo utiliza y la llave tira. A los dos les testamenta y cierra la puerta.
Cayeron en la tela de araña; la carne expuesta, ofrendada, abierta, como fuerza femenina y flaqueza masculina.
Es implacable. Capaz de hacer cualquier cosa. El éxito, el triunfo es un camino lleno de cadáveres, un reguero de espanto. Lo que más luce es lo que más hiede.
Tras la apariencia calenturienta y tan bravía de esta película, de esta farsa que refleja distorsionada y fielmente la vida, se esconde una visión muy conservadora del mundo, "es peor meneallo", cualquier movimiento que se salga un milímetro, si son varios metros ni te cuento, del sendero marcado, te llevará a la ruina, al pecado nefando, a mucho tanto quebranto, agonía, descalzaperros, espanto.
Están muy bien los dos. Y Danson y Rourke. Todos.
Es un buen cuento que se alarga demasiado. Al que le sobra un poco de morralla para ser más perfecto.

Sugerente en los primeros fotogramas, enseguida las esperanzas se desvanecen porque la película avanza dando bandazos con lentitud y parsimonia.
El juego de la seducción se torna artificioso, las conversaciones suenan a falso y las relaciones entre los protagonistas, particularmene entre los principales, resultan afectadas y con excesiva carga de simulación.
La dirección de L. Kasdan también flaquea y por eso, a partir de la primera hora de proyección, apenas se sostiene el argumento.
Planeamiento impreciso y ejecución confusa de un crimen, implicaciones rebuscadas, coartadas enrevesadas, lances barrocos, serendipias y otras bagatelas enturbian hasta el desenlace final una trama poco coherente y de solidez dudosa.

El calor, que hace estragos en los sofocantes veranos de Florida, tiene un efecto, científicamente probado, en el ánimo de los protagonistas de la primera historia dirigida por Lawrence Kasdan: alteración de los biorritmos por calentamiento sanguíneo. Y todos sabemos qué pasa cuando la sangre anega nuestras zonas cavernosas y nuestros cerebros en forma de ardientes marejadas, que no controlamos.
Eso, justamente eso, le sucede al protagonista de Fuego en el Cuerpo, nuestro amigo Ned (el experto en mujeres); al que desearías que le salieran bien las cosas, porque en el fondo es una buena persona, pero al que ves convertido en presa fácil de una voraz y espléndida mantis, que curiosamente se llama Matty en la ficción. De forma que tú mismo te planteas a lo largo del metraje si serías capaz de huir de pareja de apareamiento tan peligrosa y, a la par, tan irresistible.

Cine negro con todos los elementos habituales de este género y mujer fatal (inolvidable) que sólo nos plantea una duda al final: ¿pertenecerá a la especie humana (¡esa reflexión!) o a la de los arácnidos?

Vista una y mil veces; eternamente repuesta por las televisiones de todo tipo y con los mismos comentarios criticos sobre la misma: el retorno del cine negro con el celofán de la sexualidad y el erotismo.

Kasdan plagió a Billy Wilder o a su fabulosa "Perdición" y convirtió a Fred Macmurray y Barbara Stanwitch en Willian Hurt y Kathleen Turner, jóvenes, atractivos y con una química pocas veces en la pantalla. La historia es previsible y con argumento trillado, pero ésta es una película de entorno (la axfisiante Florida) y de pasiones que desbordan la pantalla.

Kathleen Turner debutó en el cine y se comió la película. Era la irrupción mas sensual en años, no favoreció especialmenbte su carrera, pero quedó como un icono de la serie negra. Quién lo diría viéndola a ella hoy en día.....y sus últimas películas.

Lawrence Kasdan fue un rehabilitador de géneros adaptados a la nueva sociedad y el cine de los años 80 (comedia, western, thriller.....). Sus intenciones solieron estar por encima de sus resultados. Pero la verdad en que en esta revisión de la gran serie negra americana dió en el clavo.

Para los que no la hayan visto