La guerra de los Rose

Si bien no es una exelente película, es una buena propuesta para reirse un rato. Las escenas de pelea son exageradas pero demuestran la actitud de los humanos ante situaciones complejas. Los actores hicieron un buen trabajo y también De Vito en la dirección. Este film se ha transformado a lo largo del tiempo en un ejemplo de las malas relaciones matrimoniales, hoy en día tan deterioradas.

La guerra de los Rose es una cinta inteligentemente contada en la que el cinismo es moneda de uso corriente y la sinceridad un delicado punto de inflexión. Un largo e intermitente flash back es el encargado de erigir con singular ingenio una hiperbólica situación, ora terrible, ora hilarante, que se despliega con un magnifico crescendo que culmina en un alarido de total anarquismo.
Es destacable el criterio mordaz con el que Danny Devito aborda el tema de las relaciones humanas, el matrimonio y la defensa jurídica.

Danny deVito nos cocina una generosa ración de humor negro, con una pareja protagonista (Michael Douglas y Kathleen Turner) que ya nos había dejado un buen sabor de boca con las ochenteras Tras el Corazón Verde y La Joya del Nilo. No es una película pretenciosa, y va directamente al grano: un abogado matrimonialista trata de convencer a su silencioso cliente de que el divorcio no es siempre la mejor opción, para lo que recurre a contarle la historia del matrimonio Rose, Oliver y Barbara (una vez más la traducción nos escamotea el juego de palabras del título original, The War of the Roses). En principio, parece el matrimonio perfecto, una pareja que se conoce accidentalmente, comparte sus buenos ratos de sexo, se casan, tienen un par de hijos decentes, montan una magnífica casa, hasta que, de repente, todo empieza a cambiar...
Como vemos, la historia es sencilla, pero bien hilvanada, con unos actores espléndidos en sus desquiciados roles.

44/14(15/02/18) Notable comedia negra dirigida con incisivo tono oscuro por Danny DeVito, un mordaz retrato del desamor, una ácida crítica a la “sagrada” institución del matrimonio, una devastadora sátira sobre las relaciones de pareja llevadas hasta la última consecuencia. El guión de Michael Leeson (“IQ”) adapta la homónima novela de Warren Adler, con un argumento muy simple, seguimos a una pareja (Barbara y Oliver), un matrimonio acomodado aparentemente feliz, pero tras una crisis entran en Guerra, siendo su casa el centro del belicismo, ello como epítome de lo que fue su amor. Es la segunda realización de DeVito tras otra comedia negra como fue “Tira a mama del tren” (1987), y la tercera que co-protagoniza junto a tercera película que coprotagoniza Michael Douglas, Kathleen Turner y Danny DeVito, después de “Tras el corazón verde” (1984), y su secuela, “La joya del Nilo” (1985), resultando una contienda civil de resonancias de resonancias homéricas, con un desarrollo en increscendo poderoso, hasta desembocar en un rush final Épico, donde lo estrafalario y excesivo se dan la mano con lo que roza el comic, ello con sus dosis de cine de terror. Todo esto apuntalado sólidamente por una pareja protagonista maravillosa, Turner y Douglas mantienen en pantalla una química arrolladora, provocando una screw-ball sombría, la típica batalla de sexos llevada al extremo y luego retorcida, con momentos fenomenales donde ya parece que no se puede ir más allá y te equivocaras, film infravalorado que casi treinta años después de su estreno continua tan fresco y pérfido como cuando se estrenó. DeVito contó el productor James L. Brooks y el actor Dan Castellaneta trabajando en un proyecto fuera de Los Simpson, la secuencia del título de apertura fue creada por el mítico Saul Bass. Tanto en la novela como en la película, el apellido de la pareja casada es Rose, y el título es una alusión a las batallas entre las Casas de York y Lancaster (Guerra Civil inglesa) al final de la Edad Media.

Relato punzante que resalta la fina línea que separa el amor del odio, el cariño del desprecio, la dulzura de las ansias de venganza, donde el espectador se ve envuelto en una vorágine que empieza de modo sereno, como una clásica historia de amor almibarada, pero que el director sabe ir modulando hacia lo hiriente, provocando incomodidad, hasta desembocar en su recta final en un tsunami de situaciones que se van elevando una sobre otra, donde el humor te dejará inquieto en su carácter negroide, donde el slapstick físico se da la mano del visual y del verbal en un equilibrio mordiente.

DeVito edifica un universo desesperanzador con respecto al matrimonio, no se priva de abrir el foco y no hcaerlo algo puntual en la pareja Rose, ejemplo es cuando Oliver ingresa en el hospital y le acercan una camilla con un tipo que sostiene una venda ensangrentada en el costado, este dice resignado "Mi esposa me apuñaló en el estómago. Esta vez con una lima de uñas. Está preparándose para ser una manicura”.

La estructura narrativa es un estimable artificio en que un abogado de divorcios (Danny DeVito) tiene una entrevista con un potencial cliente, entonces le va a contar una historia sobre un amigo y no le va a cobrar por ese tiempo "Me pagan $ 450 por hora por hablar con la gente, así que cuando ofrezco decirte algo gratis, te aconsejo que escuches con atención", un dispositivo que nos previene sobre lo aleccionador que puede ser lo que nos disponemos a ver en flash-back. Asistiremos al nacimiento y auge de un amor, al matrimonio, y a su posterior caída y desintegración, donde a través de pequeñas acciones del uno contra el otro irán subiendo el nivel hasta desembocar en lo físico. Es una comedia negra que saca su humor de lo grotesco, de lo estrafalario, de cómo el desamor puede sacar lo peor que uno lleva dentro, haciéndole convertirse en alguien que seguramente no es.

Kathleen Turner está brillante en su rol desplegando todo un arsenal de transmisión de emociones, desde el romanticismo del principio, excelsa cuando tras hacer el amor por vez primera con Oliver "Si esta relación dura, este ha sido el momento más romántico de mi vida. Si no es así, soy una puta", hasta por supuesto el modo flemático en que en la cama le dice a Oliver su desamor, hasta abrumar en el tramo final con su seguridad en sí misma, mención aparte merece el rostro de ella cuando aplasta con su todoterreno el Morgan con Oliver dentro; Michael Douglas como el esposo amante queda muy bien el modo en que encaja los golpes pero a la vez dejando entreabierto el amor que atesora por ella, excelente su vis cómica, ejemplo su impagable entrada en escena durante la cena que da Barbara críticos culinarios, acabando orinando sobre el pescado que cocina Barbara; Danny DeVito cumple sin más como especie de demiurgo observador y con ansias de instruir; Como defecto cabe mencionar el poco peso que tienen los secundarios, estos suelen ayudar a formar la personalidad de los protagonistas, la germana Marianne Sägebrecht es una presencia gratuita sin nada que aportar, no tienen amigos la pareja? No tiene padres? Hermanos? No charlan con sus vecinos? Esto hubiera sumado.

Michael Douglas y Kathleen Turner fueron una de las parejas de moda en los años ochenta y después de los dos éxitos de “Tras el corazón verde y “La joya del Nilo” todo el mundo se les imaginaba casados y felices, pues bien esta sería la secuela de qué pasaría si se hubiesen casado, aunque narrativamente sea una película diferente a las anteriores, podemos decir que es lo que el público quería ver.

Se encargó de dirigirla el tercer amigo y acompañante en las películas anteriores, Danny DeVito, que ha sido un decente actor cómico que más allá de su aspecto físico que le ha ayudado, debemos decir que algo de gracia ha tenido, sin embargo ha sido un pésimo director, su gran proyecto que fue “Hoffa” resultó un sonado fracaso sobre todo por culpa suya y aunque probablemente “La guerra de los Rose” sea su película más famosa y la que más dinero hizo, eso no la salva de que diga que es una cinta discreta que comienza aceptablemente, continua de forma regular y va terminando de manera pésima, y lo que es peor, es una película de un mal gusto y de una tosquedad que resulta alarmante.

Danny DeVito confunde comedia negra con comedia grotesca y la línea la sobrepasa varias veces.

Lo más destacable es Michael Douglas que al menos se empeña en aportar algo de clase a una película que carece de ella por doquier.

Violencia gratuita y tópicos esperpénticos sobre la vida de pareja que sin embargo tiene su público. Ya creo que lo tiene, no hay más que leer los periódicos.