Todo está iluminado

Emotiva película sobre un joven que colecciona todo lo relacionado con su familia y que viaja a Ucrania en busca de...

Tanto la puesta en escena como las interpretaciones son muy buenas, algunos ángulos y planos son magistrales y lo que se lleva la palma es la banda sonora; soberbia.

Por momentos consigue emocionar y hacer reir, aunque finalmente se imponga más el drama a la comedia.
Tiene algún fallo ( como la escena inicial de la discoteca) y menos mal que no se incluyeron las escenas eliminadas ( penosas en su mayoría ) , pero aun asi obtiene muy buena nota siendo un torrente de emociones de bella fotografía, y sobre todo, originalidad.

Fantástica opera prima del señor Schreiber.

Una peli sumamente interesante, una pequeña joya que merece la pena descubrir; se mueve a caballo entre la carcajada y el drama más espeluznante. Verdaderamente original el tratamiento del holocausto a través de unos personajes completamente frikis pero cargados de ternura, unos personajes que atrapan al espectador con sus peculiaridades y sus rarezas.

La recomiendo especialmente a los amantes de las rarezas. La risa está garantizada, tiene momentos verdaderamente de antología del cine de humor. Pero ojo, no es una película de risa, en absoluto. A ver si alguien se va a poner a verla buscando un ratito de cachondeo y luego me va a querer pegar.

La historia es simple, sencilla y "bonita"... el papel de los personajes principales pero en especial el de Eugene Hutz hacen que sea imprescindible, porque es una actuación que no puede dejarte indiferente, es deliciosa.

Sobre la identidad, sobre el miedo del retorno de un pasado del que se huyó, sobre la reconciliación con uno mismo a partir de la aceptación de los propios errores, un viaje necesario, y a pesar de lo dramático del tema, los excéntricos personajes te arrancan mil y una carcajadas. Música y fotografía excelentes.

No es una mala película, la banda sonora es muy sugerente y la fotografía es excepcional. Y empieza con un tono humorístico que atrae. Sin embargo, a medida que pasan los minutos la cinta pierde gas, como la gaseosa. Se desvanece el humor y solo queda una presunta trama dramática y de experiencia vital. Y aquí es donde se me apaga la luz (aparte de suceder acontecimientos que no comprendo): ¿por qué narices tenemos la teoría de que nuestro pasado dice mucho de nosotros, que sin nuestro pasado no podemos comprender nuestro presente? Eso, quizá, pueda valer para las sociedades, para los países, pero, desde luego, no para las personas. Yo no conozco absolutamente nada de mi pasado y éste no dice absolutamente nada de mí. Es más, como ya sabía Kant, el tiempo no existe fuera del sujeto cognoscente, de mí. Otorgarle entidad ontológica es un error, una ilusión.