La amenaza de Andrómeda

The Andromeda Strain adapta la novela homónima de Michael Crichton de 1969, sobre una investigación científica que busca averiguar las causas del exterminio de (casi) toda la población de una aldea de Nuevo méxico tras la caída de un satélite artificial. El film (y la novela) detallan con sumo realismo todo el proceso científico y plantea cuestiones existenciales en la línea de otros films de la época como 2001, una Odisea en el espacio (1968) o El planeta de los simios (1968). La ciencia ficción pasaba a ser un género dignificado, adulto que permitía reflexionar sobre cuestiones “serias”.

El buen hacer del maestro Robert Wise (usando todo tipo de recursos visuales: pantallas, partidas, profundidad de campo, fragmentación del encuadre), consigue mantener un buen pulso narrativo al film. La innovadora banda sonora, a base de sonidos electrónicos y el espectacular diseño de producción con unos decorados y efectos especiales magistrales (el ambiente aséptico, futurista de las instalaciones científicas, contiene numerosos hallazgos visuales), son lo mejor de la película. El ritmo se ve perjudicado por un exceso de detalles científicos y un excesivo metraje, pero el tono realista (casi documental) consigue aguantar el interés.

En definitiva es una buena muestra de ciencia ficción verosímil, madura, y filmada con buen pulso. Un clásico del género.

Me encanta ver películas así, en las que el desarrollo depende más de la historia a narrar (que resulta interesante pese a lo que pudiera parecer debido a lo largo de algunas partes que se antojan insustanciales y circunstanciales) que de la puesta en escena de la misma. Un film de ciencia ficción al más puro estilo, con un poco de ficción y un mucho de ciencia, a la vez que ágil y ameno. Toda una referencia a seguir en estos "días digitales".

Hasta la fecha La amenaza de Andrómeda es la aproximación más realista y rigurosa sobre la propagación de una pandemia. Basada en una de las primeras novelas de Michael Crichton, el director especializado en musicales y también gran aficionado a la ciencia ficción Robert Wise, dirige esta perturbadora historia de intriga en la que un grupo de científicos investiga las características de un mortífero virus en unas instalaciones secretas del ejército en el desierto. Se trata de una sofisticada instalación subterránea dotada de los más avanzados adelantos técnicos para el estudio y control de los virus más letales.

Frente a los efectismos de la entretenida Estallido o la interesante pero superficial Contagio, La amenaza de Andrómeda por la inclusión de gran cantidad de datos técnicos supervisados por científicos es la más seria y creíble de las tres. En ocasiones tanta información puede ser cargante pero la historia tiene la suficiente dosis de suspense para resultar entretenida y mantener el interés del espectador. Eso si, si eres de ciencias la disfrutarás más que uno de letras.

Notable filme del director Robert Wise donde el verdadero protagonista es el método científico, representado por los cuatro personajes co-protagonistas junto con el germen infeccioso que se propaga con facilidad y que podría amenazar la vida en la Tierra. Bajo esta premisa nos narra de forma rigurosa, sin exceso de tecnicismos y muy amenamente, todo el proceso de identificación y aislamiento del germen infeccioso. Laboratorios secretos, procesos de descontaminación, megafonía y botones grandes de colores llamativos que parecen caramelos. Muy entretenida aunque haya envejecido lo suyo.

La brillantez formal de Robert Wise, cuyo marcado estilo tradicionalista y casi documental le llevó a ser elegido para la adaptación a la gran pantalla de “Star Trek” (1979), firmó un excepcional ejercicio de la llamada “Sci-Fi hard” con “La amenaza de Andrómeda” en el lejano 1971.

El cine de ciencia-ficción aún no se había quitado los restos que dejó la estela de “2001: Una odisea del espacio” (1968) de Kubrick. El estilo pausado del filme, remarcando ante todo la historia con imágenes, significó una nueva forma de hacer cine que le vino ni pintada al perfeccionismo de Wise. Unido a esto, otro perfeccionista como Michael Crichton con su novela “La amenaza de Andrómeda”, fue suficiente complemento para que la adaptación cinematográfica fuera recordada aún hoy como una de las tantas grandes obras que vinieron después de ese punto de inflexión que Kubrick impuso en el género.

“La amenaza de Andrómeda” cuenta una historia catastrofista basada en el descubrimiento y aislamiento de un extraño organismo vírico de posible origen extraterrestre. Todo se inicia en un pequeño pueblo de Nuevo México en el que la población ha fallecido por una epidemia, de la cual se han salvado un bebé y un anciano borracho. A partir de ahí, el resto del filme es un emocionante proceso de experimentación, donde el rigor científico tiene gran protagonismo. Un equipo de cuatro especialistas intentarán dar con la solución en una contra reloj en la que el mortal microorganismo podría extenderse sin remisión.

Robert Wise no tiene prisa a la hora de rodar, recreándose en las escenas que circunscriben todo el proceso de investigación; desde la preparación del equipo científico, incluyendo pruebas realmente inquietantes, hasta la parte del análisis de los dos supervivientes y los resultados que, mediante la investigación, van acercándose al conocimiento del mortífero virus. Es el método científico plasmado en el cine con todo el rigor que sólo Wise es capaz de reflejar.

Para muchos, el principal defecto del filme es, precisamente, el estilo en el que está conformado. A muchos les parecerá una película desesperantemente lenta, sin tensión, sin acción, en definitiva, sin ritmo. El estilo documental de Wise no entra bien en todo el mundo, y por eso su películas envejecen con más rapidez en estos tiempos en los que priman las cámaras mareantes y el tempo narrativo de una carrera de fórmula 1. Sea como fuere, “La amenaza de Andrómeda” tiene mucha tensión, un desarrollo muy interesante, y unas premisas de guión realistas e inteligentemente planteadas que muy pocas veces se dan en el cine de ciencia-ficción… por no hablar de un final más que inquietante.

Sólo para seguidores de Wise y de las historias con más ciencia que ficción.