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I Feel Good: La historia de James Brown

Drama Basada en la extraordinaria trayectoria del padrino del soul, la película se adentra sin temor en la música, la vida y los estados de ánimo de James Brown, guiando al público en un viaje desde la dura infancia del cantante hasta que se convierte en una de las figuras más influyentes del siglo XX. (FILMAFFINITY)
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
15 de enero de 2016
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Una película biográfica bastante completa y con muy buenas interpretaciones, lo único que no me ha gustado es que hay muchos saltos temporales al pasado y eso creo que queda excesivo, marea al público. Nos enseñan que James Brown siempre será una influencia musical, a parte de Bruno Mars que se copia, para todos los músicos, fue una verdadera leyenda.

https://juantfilms.wordpress.com/2016/01/15/i-feel-good-la-historia-de-james-brown/
juantfilms
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5 de octubre de 2019
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Notable "biopic" del considerado "hombre mas trabajador del espectáculo de EE.UU.", el mítico "Padrino del Soul", ese irreverente genio llamado James Brown, y cuya vida, como la de cualquier gran artista estuvo compuesta de luces y sombras, éxitos y fracasos, y sobre todo lo que conlleva ser una figura publica: estar en el "ojo del huracán" de una industria que puede llevarte al cielo o al infierno literalmente.

Posiblemente lo que muchos puedan señalar dentro de lo "negativo" de este film sea que tenga un guión algo "académico", lo que hace que "Get on Up" sobresalga del llamado "biopic musical de manual" es en primer lugar y sin desmerecer la correcta dirección de Tate Taylor, es guión certero que no desaprovecha el potente material de base y ademas contar con una gran producción para que la puesta en escena junto con la direccion fotográfica se vuelvan puntos extraordinarios, recreando con pasmosa fidelidad cada que vivió el "Sr. Brown", desde su difícil, hasta cruel infancia y juventud, pasando por sus años dorados, sus momentos relacionados con importantes hechos políticos y sociales, su decadencia y reflejando su fuerte personalidad que lo convirtió en un auténtico ícono de la música del siglo XX.

Otro punto importante es contar con un reparto excelente en el que hay que hacer una pausa para nombrar a un "desatado" y colosal Chadwick Boseman, dejando "alma vida y corazón" en su interpretación, acompañado de unos contundentes David Andrew Nash, Nelsan Ellis, Viola Davis, Octavia Spencer, Jill Scott, Tika Sumpter, Dan Aykroyd, Keith Robinson y Lennie James que completan una labor excepcional y creo no del todo bien reconocida.

Como dato curioso esta película fue producida por el mismísimo Mick Jagger, .
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
darkman
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27 de marzo de 2020
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Entretenido biopic sobre el rey del soul. Te gustará esta película aunque no sea tu música preferida.
Inteligentemente contada y haciendo hincapié en todos los aspectos de su vida, incluso los de pobreza y marginación. Sin caer en la sensiblería, de una forma adulta y hasta melancólica.

Chadwick Boseman lo hace fantástico. Su mirada abarca todo el rango de emociones. Desde la locura, la derrota, el vacío hasta el éxito y la fama pasando por su apabullante carisma, el trabajo y el pundonor que siempre le caracterizaron. En el escenario también lo hace muy bien emulando a Brown.

Los números musicales son buenos, cañeros y muy carismáticos. Casi se siente el sudor del público y el de Brown en el escenario.

Empieza con uno de los hechos más chocantes del final de su vida y, a partir de ahí, empezamos a ver su vida desde su dura infancia. La gente que va a conocer, algunas de las mujeres con las que se casará (o enamorará o...lo que surja), sus primeros comienzos y el éxito.

Durante toda la película está destacando el enorme talento, la capacidad de trabajo y la constancia de Brown.

Un buen biopic, que me sorprendió muy gratamente. ¿Se podría haber hecho mejor? Tal vez, pero es muy poco lo que yo tocaría de esta película.
Jose Solo Z
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5 de septiembre de 2020
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Si Frank Sinatra fue La Voz para la música, James Brown sería el ritmo para ella. Pero reducir al padrino del soul a dos palabras sería ridículo. Por eso el director, Tate Taylor, se toma su tiempo para abarcar la historia de Mr. Dynamite desde su paupérrima niñez a su meteórico ascenso a la fama mundial, mostrando uno de los episodios más importantes de la historia de la música. I Feel Good: La historia de James Brown no proporciona nada nuevo al género biográfico sobre grandes artistas, pero supone un ejercicio bastante interesante para comprender una época y sus circunstancias; la confrontación racial, las nociones de amistad y familia, la entrega absoluta y, sobretodo, la excéntrica personalidad que aun después de tantos años sigue siendo bailado y propagando su ritmo por todo el mundo.

Tate Taylor, oriundo de Misisipi, ubicación próxima a la Carolina del Sur del artista, centra sus argumentos en exponer el racismo social quizás desde una forma superficial, pero reconfortante y con un mensaje sólido. Por ello, la historia del señor Brown adquiere más sentido narrada desde el punto de vista de Taylor, sabiendo hacer que ese tema no acapare todas las líneas de esta serenata, pero dejándolo en el ambiente como incógnitas a las que, al despejarlas, retrata la compleja mentalidad del cantante y su afán ciego y obcecado de marcar el rumbo de la historia musical. Este aspecto del director se puede encontrar en más de sus obras, como la muy reivindicable El sótano de Ma (2019) y Criadas y señoras (2011), con sus incondicionales Octavia Spencer y Viola Davis en la ecuación.

La melodía de la innovación, de la creatividad, que entona Taylor a través de los labios de Chadwick Boseman, que en paz descanse, tiene su origen en una narración a la que estos biopics próximos al documental no están acostumbrados. El director, valiéndose de un montaje exhaustivo, crea una narración discontinua a gusto de las circunstancias, reestructurando a medida la línea argumental conforme la evolución del señor Brown para que nosotros, como espectadores, conozcamos los momentos críticos para la formación de su personalidad en el momento adecuado, manteniendo esa curiosidad por la poca convencionalidad de su carácter. Esto necesita mantener un ritmo constante y Taylor lo consigue valiéndose de los muy vistosos números musicales de la película, un tono cómico que a veces funciona, otras engorra, y la necesidad de tener algo que contar, como es el trasfondo social y musical de la Norteamérica de la década de los cincuenta en adelanta. Ello, más el procedimiento de romper la pared, consiguen tiznar de algo de novedad, que no es poco.

Sin duda, lo que más fuerza posee es la excelentísima interpretación de Boseman, actor idóneo para impresionar al mundo por las dotes actorales que se deben poseer para encarnar no solo a una eminencia conocida, sino para controlar la gran cantidad de registros que pide la psicología de James Brown y el gran espectáculo que salmodiaba aquel niño que se enamoró de la efusividad del góspel. El resto del elenco está impresionante, desde secundarios como Octavia Spencer (Tía Honey) o Lennie James (Joe James), el que ya fue Morgan Jones en The Walking Dead (2010), dando una teatralidad dramática imponentes para hacer del padre del señor Brown. Sin embargo, me chirría la elección de Nelsan Ellis para hacer del incondicional del Soul Brother Number One Bobby Bird, el cual me saca de forma asidua del relato con una interpretación tan anodina.

Taylor sabe sacudir nuestro cuerpo insuflándonos el espíritu del soul a pie de escenario, donde Boseman sabe cómo traducírnoslo con alma y es elevada por el magnífico trabajo detrás de la música y de los temas del cantante, algo que no podría haber sido distinto por la participación de Su majestad, Mick Jagger, tras la producción y producción musical. Sin ser de lo mejor del género, Taylor impresiona enseñándonos el trabajo de una vida musical, del hombre más trabajador del mundo del espectáculo, de James Brown, pudiendo sentirla incluso por aquellos que, como yo, no nos entusiasma en demasía el hombre que agitó la música para siempre.
Tiggy
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11 de diciembre de 2014
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Johnny Cash, Ray Charles, Elvis Pesley, Edith Piaf, Little Richard, Frankie Valli & The Four Seasons, Iggy Pop, Bessie Smith, Serena, John Lennon... el cine, venga de Hollywood o de Europa, no se cansa de producir biopics sobre algunos de los músicos más celebrados de la historia reciente. Una larga lista a la que próximamente se seguirán sumando nombres como los de Freddy Mercury, interpretado por Ben Whishaw (en sustitución del inicialmente previsto Sacha Baron Cohen, quien, por cierto, hubiera sido seguramente el perfecto Mercury visto su parecido físico con la voz de Queen y su excelencia y versatilidad como cantante, más que probada en Sweeney Todd y Los Miserables) o Whitney Huston, a quien dará vida la actriz Yaya DaCosta.

El biopic es ya prácticamente un género en sí mismo que suele dar como resultado películas muy interesantes para los seguidores del artista en cuestión, algo menos atractivas para los que no entren dentro de esa categoría y correctas en su devenir a pesar de su enorme previsibilidad y rendición ante los tópicos y la emotividad más simplista. Pero sobre todo suelen ser un trampolín de fama y premios para aquellos actores y actrices que les dan vida en la pantalla, pues ¿qué puede haber más jugoso que encarnar las luces y sombras de un artista genial y a la vez controvertido? Las vidas tranquilas y corrientes no interesan al cine. Son aquellos personajes de incuestionable talento pero alma torturada los que conmueven a las audiencias, interesan a los estudios y hacen la boca agua a los intérpretes. Y si no que se lo digan a Jamie Foxx, Marion Cotillard, Resee Witherspoon o Joaquin Phoenix, sin irnos más atrás en el tiempo.
Todas estas características las encontramos en "I feel good", dedicado a la vida y obra de James Brown, conocido como el "Padrino del Soul". La película de Tate Taylor, aún saboreando las mieles del éxito de "Criadas y señoras", cumple fielmente con todas las características del biopic cinematográfico y obtiene también los mismos resultados que otras películas similares. Es decir, entretiene en mayor o menor medida, alaba la contribución profesional del personaje al acervo cultural (la música, en el caso de Brown) y no solo no elude los temas espinosos de su biografía, sino que los potencia. El guión de Jez y John-Henry Butterworth no esquiva las muchas sombras de la personalidad de Brown y nos lo presenta desde la excelente secuencia inicial en la que increpa, escopeta en mano, a algunos clientes de un centro comercial, como un hombre lleno de vida y talento y con una presencia escénica magnética, pero a la vez atormentado por la difícil relación con su progenitora (una estupenda Viola Davis; ver la última conversación entre madre e hijo), irresponsable en sus relaciones, de carácter difícil y adicto a las drogas. El balance final de la propuesta, trufada de los mayores éxitos musicales del artista en forma de diversas actuaciones en vivo, es ciertamente correcto, pero muy irregular en su interés. La principal razón es su estiradísima duración, más de dos horas y cuarto que terminan por hacerse pesadas una vez la narración se pierde en innumerables anécdotas profesionales y personales de Brown. La recreación de los Estados Unidos a través de las décadas de los 30 a los 80 es interesante y luce espléndida, así como la vinculación del personaje con los conflictos sociales y políticos de la época (ver cuando actúa en Vietnam o su actitud tras el asesinato de Martin Luther King), pero el ritmo es en muchas ocasiones demasiado lento y el interés no se mantiene como al principio.
Aun así hay momentos que merecen ser destacados, como todo el segmento en que Brown trata con Little Richard, elevado de categoría por la carismática presencia de Brandon Smith, o los flashbacks que narran la dura infancia y adolescencia de Brown y que son los momentos más logrados de la cinta (toda la primera hora en general es la más acertada e interesante del metraje). Pero si hay una razón por la que "I feel good" será recordada es por ser la arrolladora lección de fuerza interpretativa de Chadwick Boseman. Veremos qué tal se le da el fandom cuando se enfunde el heroico traje marveliano de Pantera Negra, pero por ahora Boseman ya ha demostrado que es capaz de manejarse en el drama a la perfección. Es él quien hace de Brown un personaje inolvidable en la película, lleva el peso de todo el metraje sobre sus hombros sin despeinarse y se permite interpretarlo en diferentes etapas de su vida sin que nadie le preste atención a su verdadera edad.
Un atractivo maravilloso para una película simplemente correcta.

Lo mejor: Chadwick Boseman, simple y llanamente soberbio
Lo peor: El ritmo es demasiado pesado en ocasiones, sobre todo en su segunda hora
Sibila de Delfos
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