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La tragedia de la Bounty

Aventuras En 1789, en los Mares del Sur, la tripulación del buque británico Bounty decide rebelarse contra el tiránico y cruel capitán Bligh. El motín lo encabeza el primer oficial, que defiende los intereses de la tripulación y abandona al capitán en un bote. (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
24 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de la Bounty es muy interesante, la verdad y por lo visto fue un hecho muy importante para cambiar cierta forma de actuar y acabar con los abusos de los superiores...un hecho de esos que se merecen una película... una buena como ésta.

La película está muy bien hecha, todo contado a la perfección y las actuaciones son realmente buenas (ese Clark Gable sin bigote jejeje), noto que la calidad de todo lo que es una gran película va subiendo de nivel con el paso de los años y se empiezan a ver cosas muy interesantes.

Tengo que buscar el remake con Marlon Brandon que se grabó casi 30 años después, porque aunque a mí las películas de marineros no suelen emocionarme, esta pelicula ha sido lo suficientemente buena como para querer ver y conocer más sobre la historia.

Lo dicho, buena película, si os gustan las historias de marineros y el cine clásico la disfrutaréis mucho.

un saludo.
chato
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28 de mayo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco se puede aportar de novedoso a este inatacable clásico del cine de aventuras, dinámico y brillante, si bien impersonalmente dirigido por el pionero Frank Lloyd, que se beneficia enormemente, además de por la producción de altura, por el fantástico trío protagonista –todos ellos estrellas y, ojo, Franchot Tone en aquellos años lo era mucho más que un Gable anterior a “Lo que el viento se llevó” (1939)-. Odio, fanatismo, aventura, amor, exotismo sensualidad, persecuciones fantasmales y crueldad se combinan a partes iguales en esta impetuosa e ineludible obra maestra. Épica.
Gould
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14 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un peliculón, que disfraza de peli de aventuras una historia de sublevación contra las injusticias y reclamo de dignidad en la marina de la época, en la que la tripulación, mayoritariamente embarcada a la fuerza, era tratada con métodos muy cercanos a la esclavitud. Pero no hay que extrañarse, porque así era como se llevaban estos temas por entonces, como dice la madre de uno de los protagonistas al comienzo de la historia, “en el mar, una mano dura mejor que una blanda…”, vamos, una vertiente marinera del famoso “la letra con sangre entra…”.
Hay que echarle bemoles a lo que esta gente hacía, meterse en un barco y perderse en la otra parte del mundo durante dos años, con fines culturales, científicos, médicos, expuestos a enfermedades e infortunios climáticos, y encima bajo el yugo de unas ordenanzas militares inhumanas. Con razón había que llevarlos a casi todos obligados bajo amenazas…

Lo realmente meritorio de esta cinta es que, más de ochenta años después, sigue manteniendo la tensión sin haber perdido un ápice su interés en toda la parte central de la historia, la realmente importante, en la que el capitán Bligh aplica su particular ley de mando sobre la tripulación, y nos acaba trasladando a todos una mala leche importante. Como espectador, me he vuelto a sentir indignado y deseoso de darle una lección a ese pomposo y orgulloso capitán chapado a la antigua usanza, soberbio y tirano, incapaz de reconocer un error, y con la desfachatez de culpar a otros, con castigo inclusive, para justificarlo, pero que a la vez demuestra ser un marino excepcional, virtuoso de la navegación, con una fe y confianza en sí mismo indestructibles. Los hechos que poco a poco van germinando el motín se muestran de manera bastante acertada, sin dramatismos exagerados que lo hubieran echado a perder, intercalando episodios a lo largo de la travesía que nos dan a entender que fueron muchas gotas que finalmente acabaron por rebosar el vaso. Es un desarrollo coherente, emotivo pero no demagógico, obra de un guión honesto y sólido que atrapa nuestra atención y fomenta nuestro interés.

Soberbio Charles Laugton, porque se puede crear un personaje repelente y odioso, eso es muy fácil, pero que ese personaje nos parezca creíble, y sobre todo, que al verlo nos transmita la sensación de que él mismo se cree que todo lo que hace es correcto y justificado, y que son los demás los que están en un error, eso sólo está al alcance de los más grandes. Gable acompaña y aporta su porte, siempre tuvo una presencia poderosa, aunque con ese acento americano no hay quien se crea que viene de una buena familia inglesa, y Franchot Tone desprende jovialidad y entusiasmo, está perfecto en su papel, siempre me ha extrañado que este actor no tuviera una repercusión más importante, sobre todo participando en otra gran película de aventuras como “Tres lanceros bengalíes”. Estuvo casado con la gran Joan Crawford, con la que hizo un montón de películas, pero poco más.

El único defecto que le veo a este amotinamiento, que aún así me parece superior en esencia a la versión posterior de mi admirado Milestone, es que la historia de ese choque de voluntades, con su trasfondo ético y emocional, es tan poderosa, que el resto de historias que se cruza o prolongan se resienten. Así por ejemplo, la llegada a Tahití, que podría ser uno de los puntos fuertes de la historia (y seguramente lo fue en la época al mostrar una cultura diferente y sobre todo a unas indígenas tan fotogénicas…) a mí en cambio me pareció un interludio descafeinado, que hoy en día queda cursi en muchos aspectos, y que pone, eso sí, la nota exótica necesaria para la aventura que se nos cuenta. De igual forma, la futura escisión de parte del grupo de la tripulación en busca de una vida en el anonimato termina de forma bucólica, e incluso el juicio a los marineros y oficiales capturados, languidece a pesar de su voluntad moralizante ante el recuerdo poderoso de lo que hemos presenciado a bordo de la Bounty.

Por cierto, que eclipsada por la importancia que tuvo este verídico motín en la Armada británica, al provocar un cambio radical en el trato de los oficiales con la tripulación, resulta injusto olvidar o ningunear la tremenda gesta del capitán Bligh consiguiendo volver a tierra en una barca atiborrada de hombres, sin agua ni comida para tamaña empresa, ajeno a la desmoralización, y guiándose únicamente por sus aptitudes marineras, lo que da una idea clara del gran navegador que era.

El grato sabor que me queda después de haberme vuelto a embarcar con estos personajes tantos años después, es el de la satisfacción que uno siente cuando descubre que un clásico ha resistido el paso del tiempo tan dignamente.
Orson_
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16 de agosto de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que la principal razón por la que este film está considerado superior a su remake de 1962 tiene nombre propio: Sir Charles Laughton, uno de los mejores actores de la historia con mayúsculas. A día de hoy y aceptando que esta versión es superior a nivel dramático y para la crítica especializada, yo no seré el que lo contradiga, se trata por tanto de una película imprescindible pero, sinceramente, como espectáculo me quedo con la versión de 1962 infinidad de veces, vamos, es que para empezar una peli como ésta gana muchísimos enteros por el color. En definitiva, que cada una de las dos versiones tiene sus virtudes y sus carencias, ver una hace necesario ver también la otra creo yo, pero sólo estas dos, porque luego la versión de los años 80 con Mel Gibson y Anthony Hopkins está a años luz de estas dos. No debemos olvidar que hay más años de diferencia entre las dos versiones más antiguas (1935 y 1962, hacen 27 años de distancia entre ambas pelis) mientras que la de 1984, por tanto, se hizo 22 años más tarde que la de 1962 y es peor tanto en su presupuesto como en su calidad cinematográfica, a pesar de que cuenta con un reparto más que aceptable (de hecho, es lo mejor de la película). Aún así hay que ver todas las versiones, nunca está de más. En resumen, que en la versión de 1935 destacan la participación del rey de Hollywood, haciendo del señor Fletcher Christian (y, como alguien ya apuntado, todavía sin bigote) y a nivel interpretativo, cuenta con uno de los mejores actores de la historia, Sir Charles Laughton.
The Big Dipper
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12 de mayo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenos tiempos el comienzo de los 30 para el director escocés Frank Lloyd, tan solo dos años antes había ganado su segundo Oscar al mejor director con "Cabalgata", presidia la Academia y su motín de la Bounty se llevaba 8 nominaciones y el premio como mejor película. Ya había cosechado éxitos y experiencia con temas navales con "El águila del mar" (1926) y "Trafalgar" (1929) su primer Oscar.
Así es que lo de soltar trapos, arriar puntos, y subirse al palo mayor lo tenía más que dominado, con un montaje notable que imprime brío, ritmo y credibilidad a la historia de Charles Nordoff y James Norman Hall sobre el hecho real del motín que sufrió el carguero Bethia rebautizado como Bounty en los mares del sur apenas dos meses antes de la toma de la Bastilla en 1789.
Ya se había llevado a la pantalla por australianos en dos ocasiones, pero es aquí donde la poderosa MGM inmortalizaría la historia por encima de versiones posteriores con la colaboración inestimable del gran Laughton y el no menos grande Gable, que cumplen con sus roles a la perfección, aunque sea Laughton el que nos deja un recuerdo imborrable como el terrible déspota del capitán Blight (la verdad es que en esos momentos solo era teniente) cuyo autentico perfil real parece que distaba, para bien, del que aquí se nos presenta como persona. La hazaña que realizó de navegar 6.700 Km en un bote fue una aventura mucho mayor que el famoso motín del que el auténtico motivo nunca llego a estar muy claro, así como otros sucesos que tampoco se corresponden con la realidad y que invitan a cotejar con libros de historia.
La primera hora es mucho más solida con una buena labor de secundarios donde destaca el director teatral irlandés Dudley Digges como "Baco" el médico de abordo. En la segunda la trama se va difuminando hasta el discurso final que aboga por mejorar las condiciones de las tripulaciones que durante muchos siglos y en muchos países fueron realmente extremas.
ELZIETE
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