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Competencia oficial

Comedia En busca de trascendencia y prestigio social, un empresario multimillonario decide hacer una película que deje huella. Para ello, contrata a los mejores: un equipo estelar formado por la celebérrima cineasta Lola Cuevas (Penélope Cruz) y dos reconocidos actores, dueños de un talento enorme, pero con un ego aún más grande: el actor de Hollywood Félix Rivero (Antonio Banderas) y el actor radical de teatro Iván Torres (Oscar Martínez). ... [+]
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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
25 de febrero de 2022
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se me ocurre otro adjetivo mejor, o al menos más contundente, para referirme a ellos: todo un festival de la interpretación con sus más y con sus menos, pero apabullante siempre. Y con 'mala milk' también. Hay resabios de ellos dos, Banderas y Oscar Martínez, en sus propios personajes ni que sea como referencia aunque en alguna ocasión se truequen los papeles... Y esa directora intrépida -bellísima como siempre Cruz- se los come a veces con patatas -es un decir-, porque los hace pasar por el aro de la más rigurosa exigencia e incluso más allá y hasta cruel en algunas escenas... Pero todo gira en torno a los pormenores del oficio, egos incluidos por supuesto con sus grandezas y también miserias.

Aprovecho para reseñar esta frase de Michael Caine, de quién estoy leyendo un libro -por gentileza de Luc-: "Actuar no es solo algo más que un trabajo a media jornada o jornada completa... Es una obsesión a jornada completa. Menos de eso y te quedarás corto". Ellos tres no se quedan en absoluto aunque la película, acaso, se exceda en cuanto a bucles pero, por el mismo precio...
Rebeca
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8 de marzo de 2022
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si te tomas esta película como un entretenimiento que consumir, como algo que tiene una duración y cuando se termine no piensas darle mayor relevancia. Entonces, probablemente te decepcione, te resulte monótona, pretenciosa y pesada e, incluso, te causa la sensación de no haber visto cine. Y estarías en lo cierto, esto no es cine al uso.

Para empezar, esto no es una película como tal, o al menos en el sentido comercial en el que la mayoría de los consumidores nos tomamos esta palabra. Esto es un ensayo estético —no estilístico— acerca del cine en específico y del arte en general. Es entonces cuando, en este plano más filosófico o crítico, se puede entablar una relación con esta obra en la que llegues a sacar algo más que interesante de su visionado.

La película, con un guión de 10, es un ensayo estético de principio a fin. Quizás nacido de las reflexiones escritas acerca del séptimo arte de la mente y mano de su autor, esto no incapacita para que funcione como ejercicio audiovisual. Parte de la contraposición de tres ideas muy cerradas acerca de como abordar una obra artística (ortodoxia, vanguardia y comercialismo) —en este caso la producción de una película— que se proyectan en los tres personajes centrales. Esto determina sus acciones y sus reacciones. Una de las cosas más interesantes es disfrutar de cómo los tres planos que tiene la película (película dentro de la película, ficción que como espectador vemos y reflexiones estéticas con interpelaciones al propio espectador) dialogan entre sí, entran y salen, se comunican y se interpelan para seguir avanzando, puro metacine en el más estricto significado (apoyado además por la trama de la película). A partir de esta premisa, se desarrollarán una serie de contradicciones, siguiendo la triada hegeliana —tésis, antítesis, síntesis— que no nos va a llevar a ninguna verdad, si no a diversas realidades sobre cómo acometer un proceso creativo. Pese a estos mecanismos, más intelectuales que pragmáticos, que podrían hacer causar la impresión de parecer una película muy pretenciosa, la comunicación interna de los tres «metaplanos» fluye de una manera armoniosa y los gags cómicos perfectamente colocados y desarrollados — esto es una cosa que el cine español rara vez hace bien, por tendencia abusar de ellos, utilizando el humor como elemento disruptivo en la trama, en vez de para construir un discurso coherente a lo largo de la película, independientemente de la sutileza o calidad de la comedia; esto es un punto muy a favor de este filme, sin duda, lo sabe explotar a la perfección— que sirven para distender todo es halo estético del guión.

En contraposición con todas estas ideas más o menos vanguardista y rupturistas, se produce un buen equilibrio gracias a la presencia de otros elementos mucho más clásicos y reconocibles del cine comercial. Por supuesto, la figura que ejerce el clásico número 3 (tres personajes, tres capas de profundidad, tres ideas a la hora de decidir cómo llevar a cabo un trabajo...). Después el uso de una música tan clásica (piezas del repertorio pianístico muy reconocibles por cualquier persona). Por último, el minimalismo en el decorado y en el uso de la cámara (planos fijos y largos, cámara más estática que en movimiento, etc.), que solo se rompe en el final de la película —en algunos planos me ha recordado al gesto de cámara del cine de Yorgos Lanthimos—.

Sin ser una grandiosa película, sí que es un gran ejercicio estético que te puede dejar un gran poso de pensamientos acerca de los que reflexionar. Y, a una mala, si te has colado en el cine sin saber lo que ibas a ver, al menos te llevarás unas muy buenas actuaciones de tres monstruos interpretativos (por mucho que les duele a algunos) en los tres diferentes planos —otra cosa espectacular de la película, cómo entran y salen de la «metainterpretación»; brillante—.
Rubén Sánchez Díaz
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25 de febrero de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El inicio de Competencia oficial parece que abra la típica película sobre hacer una película. No obstante, pronto se descubre que, más que un ejercicio auto reflexivo, es una parodia del séptimo arte que encadena secuencias cómicas –a veces incluso sin objetivo–.

En general, el film es ligero, aunque quizá con su excesivo –e injustificado– metraje trata de darle una trascendencia sobre la que la propia trama hace bromas. De todos modos, cuenta con un elenco que brilla por sí solo y que logra hacer interesantes unos personajes no tan magníficos.

Antonio Banderas y Óscar Martínez se ríen de sí mismos y sus chistes provocan más de una sonrisa. Junto con Penélope Cruz, exponen la realidad del cine desde dentro, pero dejando entrever que la cinta no se toma muy en serio a sí misma. El hilo gira alrededor de las diferencias entre las expectativas de una producción y lo que hace la industria, además de las diferentes personalidades que la forman o los premios que hay.

El desarrollo es irregular, hay alguna escena que podría incomodar a ciertas sensibilidades y quizá resulta un poco seca. Por todo ello, deja una sensación extraña al acabar y la impresión de estar vacía de contenido. Aun así, no deja de ser simpática.

www.contraste.info
Revista Contraste
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11 de marzo de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguen Mariano Cohn & Gastón Duprat dale que te pego con su filia por analizar, desde la comedia negra negrísima, el mundo del artista y al propio artista. Ahora le toca el turno a ese microcosmos tan particular llamado séptimo arte y, al margen de lo que me haya gustado o de lo bien que me lo haya pasado, no puedo no abrir cierto melón: "Competencia oficial" es una película de vampiros, y de esa burra no me bajo.
Banderas, Cruz y Martínez demuestran habérselo pasado de vicio filmando un divertimento que quizás con el gran público pueda pecar de localista, sobretodo en cuanto al tema tratado. Es muy de nicho, me parece a mi. Es ese en realidad el mayor lastre de un trabajo por lo demás impecable en todos los aspectos y que, al igual que ya sucediera con "El ciudadano ilustre" (2016), vuelve a depararnos un tercer acto tan gratificante como del todo inesperado. Una perversa guinda al pastel con la que compruebas que "Competencia oficial" es más que un mero pasarratos.
Isaac Paskual
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8 de abril de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La dupla que nos regaló esa excelente obra denominada 'El ciudadano ilustre', aquí toma nuevamente las mejores herramientas de su cine, contando con un trío protagónico que deslumbra y que definitivamente realza la calidad de la proyección.

Penélope Cruz como una exitosa cineasta que dirige a dos talentosos artistas con egos muy grandes y con una rivalidad muy marcada. Los tres intentarán sacar a flote a una cinta que aspira a ser reconocida a altos niveles.

Los realizadores de 'Competencia oficial' apelan a desparramar en cada escena ese estilo de humor que caracteriza a sus historias, por lo que lo delirante, lo ácido y lo irónico forman parte del plato principal de un menú que se sirve jugando con la sátira sobre cómo hacer cine y sobre la disputa por demostrar quién es mejor en el mundillo del arte.

Un relato que, más allá de algunas irregularidades, vale la pena por las actuaciones: si Penélope Cruz le aporta el costado estrambótico con sus métodos, Banderas y Martínez se sacan chispas en una disputa que definitivamente convence a grandes escalas.

7 Alancitos Artistas Soberbios sobre 10
Alaneche
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