Siete mujeres

La última película de John Ford resultó ser una de las más atípicas de su filmografía y también una de las menos revisitadas. Yo sólo recuerdo haberla visto una vez, antes de esta revisión. Recordaba lo exótico del contexto y la inolvidable última secuencia. Había olvidado completamente su carácter subversivo. La llegada de una resolutiva doctora subvierte el orden en una perdida misión en la frontera entre China y Mongolia, asolada por los señores de la guerra.
El orden en esta misión lo impone una mujer de personalidad aparentemente fuerte, que esconde tras su intransigencia, de origen supuestamente religioso, una personalidad reprimida y represora. La doctora pulveriza estos principios con su franqueza y su descaro, actitudes que parecen reservadas a los hombres, junto a hábitos tan depravados como fumar y emborracharse. La rectora de la misión se presenta ante sus subordinados como la personificación de la virtud, mientras que la doctora lo sería del vicio.
Pero cuando las circunstancias se ponen verdaderamente difíciles, se evidencia la fragilidad de carácter de la rectora y la inoperancia de sus rígidos principios, perdiendo el respeto de las personas que habían venido acatando su autoridad sin discusión. Frente a su desmoronamiento, la impía doctora, con sus acciones y su sacrificio, se gana no sólo el respeto y la autoridad, sino tambien el amor, el agradecimiento y la admiración de aquellos que antes se habían sometido a los hipócritas valores de la rectora.
En este drama que denuncia la hipocresía de aquellos que utilizan la religiosidad para imponer su castradora autoridad y para enmascarar sus más íntimas aspiraciones, el trasfondo épico sólo tiene justificación por la exigencia final de un acto de suprema generosidad, de un sacrificio. Esta claro que aunque todas las actrices defienden adecuadamente sus personajes (brillan la dignidad de Flora Robson y la inocencia de Sue Lyon), la dueña de la función es Anne Bancroft y la potente feminidad que aflora bajo sus viriles modos. Y aunque la secuencia final es enormemente intensa, creo que podría haberlo sido mucho más (ver spoiler).

Vista dos veces en mi vida, la primera de ellas pensé esto:

"La última película del maestro Ford, una buena película, considerada por muchos como una obra menor, pero bien resuelta a todos los niveles.
Está muy bien narrada, excepcionalmente interpretada y dirigida con mano firme, siendo el acabado de una innegable fuerza y cohesión dramática.
Gusta y se recuerda con cariño, pese a ser fuerte en su contenido".

Viéndola ahora de nuevo, julio de 2021, pienso poco más o menos lo mismo salvo que creo honestamente que sí está por debajo de otros trabajos de Ford.
Los elementos positivos están ahí pero también creo que carece de dinamismo y que algunos personajes en su día sí pudieron representar algo más de enjundia psicológica, como la jefa de la Misión, pero vista ahora sólo parece una enajenada, una persona mentalmente destrozada a causa del comezón de coco a causa de la Religión y la moral y buenas costumbres de la sociedad civilizada, tal y como ella las ve, claro.
Por lo demás, buena película, no cabe duda.
¡Ah! Y me llevo una sorpresa al comprobar que Woody Strode aquí no pasa de comparsa, le recordaba con más papel pero bueno...

https://filmsencajatonta.blogspot.com/

Un número esférico y con simbología especial. Quizás de ahí que en realidad son ocho las mujeres, y no siete. Pero es que una de ellas no cuenta dentro del grupo.
La última cinta de Ford, ya por ser su película definitiva, es necesariamente imperdible. Además, es un film que supone una vuelta de tuerca final dentro de su filmografía, contando con protagonistas féminas en lugar de hombres. Además es palpable la crítica político religiosa muy alejada de sus convicciones anteriores. Ensoberbecida obra final.

No por ser de John Ford y ser su última película me voy a poner ñoño y la voy a poner por las nubes. Además no hay nubes en donde se puedan aposentar las Siete mujeres. Siete mujeres es un dramita de andar por una casa sin habitaciones, ya que sí tuvieras habitaciones harías otras cosas. John Ford y sus Siete mujeres fueron el canto del cisne de un director que fue de más a menos en mis preferencias.

Última y magnífica película de John Ford, quien en un espacio limitado y en un contexto guerracivilista, contrapone las actitudes duras y opresoras de una dirigente de ambigua sexualidad (Margaret Leighton) con el talante liberal y el escepticismo de una mujer sacrificada ante la amenaza común (Anne Bancroft).

Este espléndido drama femenino de sosegada puesta en escena y tonalidad melancólica sobresale por la penetración psicológica de sus personajes y por la diversidad de emociones y sensibilidades reflejadas magistralmente por un Ford que con este canto de cisne como cineasta les tapa la boca a aquellos que, en un ejercicio de obstinada estulticia y desconocimiento mayúsculo, a menudo le han tachado de misógino, retrógrado y demás falacias.

Las interpretaciones son estupendas, especialmente las de Margaret Leighton y Anne Bancroft, quien tuvo que reemplazar a Patricia Neal tras sufrir esta última un infarto cerebral en pleno rodaje.

Sin dejar de señalar que sobra algún que otro personaje, y que el retrato de los invasores resulta algo irrisorio y caricaturesco, este adiós de John Ford al cine supone una despedida a la altura del número uno, de este irrepetible maestro de maestros cuya importancia e influencia en el devenir del séptimo arte es ciertamente inabarcable.