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Confidencias

Drama Un profesor norteamericano jubilado lleva una vida solitaria en su lujoso palacio de Roma. Tiene un enfrentamiento con una vulgar marquesa italiana y sus acompañantes: su amante, su hija y el novio de su hija, y se ve obligado a alquilarles el apartamento del ático del palacio. Su sosegada vida se verá entonces perturbada por las maquinaciones de sus inquilinos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
14 de agosto de 2020
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Siempre he admirado el esteticismo de Visconti, su gusto exquisito en los encuadres, en la calidad de la fotografía.
Entre mis películas favoritas de cualquier tiempo están La Terra trema, Rocco e I suoi fratelli, Senso, Bellísima, Le notti bianche, Il Gatopardo, La caduta, de gli dei,Morte a Venezia, es decir casi todas de la docena que hizo.
Pero esta no me gustó en el estreno y dándoles muchos años después me sigue sin gustar. Salvo el gran trabajo de Burt Láncaster, pero poco más.
La trama es aburrida, los personajes, salvo el de él y el de la señora que atiende la casa, son endebles, grotescos a veces. Sobre todo me da pena Silvana Mangano, aquí a los 44 años (moriría a los 50) desfigurada respecto a aquella llena de vitalidad en Riso amaro. Y en un papel muy ingrato.
Los flash back con Claudia Cardinale tienen poco sentido y no añaden mucho a la historia. La película avanza por la intriga de cómo va acabar la relación del profesor con ese grupo de gente vana y en realidad tonta que se cuela en su vida. Pero desvelada la trama queda una sensación de perplejidad.
Es cierto que parece el testamento de Visconti, con su crítica a la burguesía desde una situación de comunista privilegiado.
En resumen una trama incoherente llevada con una melancólica lentitud.
yoparam
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4 de junio de 2023
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Perturbador relato de las relaciones humanas. Bajo una excusa algo pueril se muestra un cuadro de relaciones humanas de un hombre maduro, solitario, envuelto en sí mismo, apartado de la sociedad. Viudo hace años ve alterada su senectud y su soledad por una familia peculiar que a regañadientes consigue que les alquile el piso superior de su palacete italiano repleto de obras de arte, cuadros, esculturas, y muebles valiosos que ha ido atesorando en toda una vida de estudio, reflexión y familia. Porque es evidente que todo lo que atesora viene de familia, los incunables, los cuadros valiosos, etc.
La frivolidad de los vecinos, la marquesa con sus dos hijos y su amante conforman un cuadro deprimente y algo depravado de la sociedad que el profesor es incapaz de comprender. No es un problema de adaptación a lo nuevo, constituye más una incapacidad ontológica para empatizar con el prójimo. Pasa del enfado a la sorpresa por los comportamientos que aprecia en sus nuevos vecinos, de la ira contenida a la sonrisa por las situaciones insospechadas que vive de forma nueva, porque para él todas son novedosas y distintas.
Las conversaciones entre el profesor y el amante de la marquesa son el eje central sobre el que pivota el eje central de la película. El discurso sobre la ciencia y la técnica del profesor es pedante pero acertado, una visión materialista de la ciencia, con claras reminiscencias marxistas.
Y el recurso a la habitación secreta tiene algo de oculto, para no mostrar un deseo, una obsesión, un misterio, para dejar algo cubierto por la bruma, como si quisiera mostrar que todo hombre, todo ser humano, tiene algo que ocultar. El chico joven es un amoral descreído de todo, incapaz de encontrar su camino en la vida y que se ha dejado llevar por el camino fácil de ser amante de una rica aburrida y podrida por dentro, sin vida interior más allá de la obtención de sus placeres. Su amoralidad queda retratada con la orgía que organiza en casa del profesor con los dos su amante, bisexualidad dixit con infantes.
El profesor es un hombre moral, de otra época, con principios sólidos que no sirven para la nueva vida que se avecina. Tiempos recios de novedades.
La soledad se ha mitigado, pero no era ese el propósito del profesor. Quería estar solo, con sus recuerdos, con sus libros, sus cuadros, sus obras, su obra principal, él mismo.
Burt Lancaster es el profesor mayor. Hijo de italiana heredó el palacete y toda su vida de adulto ha vivido en él. Silvana Mangano es la marquesa depravada que no tiene el más mínimo reparo en mostrar a su amante ante sus hijos, ni en comprar su afecto regalándole el piso en el que van a vivir en Roma. Helmut Berger es el amante de la marquesa. Actor singular, amante del propio Visconti, bisexual reconocido de familia abolenga como el propio director. Claudia Marsani, y Stefano Patrizi son los hijos de la marquesa. Claudia Cardinale es la esposa del viudo, que aparece en un flash, recordando tiempos mejores en la vida del profesor.
Sabia que Visconti me iba a gustar. Es intimista y arriesgado, sensible y profundo. Y elegante, tanto en los planteamientos estéticos de la historia como en los movimientos técnicos de la cámara, de los planos, de los encuadres. No es ni atrevido ni innovador en estos aspectos, pero eso no es lo esencial para él. No está demás recordar que era un excelente escenógrafo de las grandes óperas.
No sé por qué, pero me ha venido a la cabeza que quizá fuera el único director que hubiera podido llevar a buen puerto una buena película sobre la novela "El busca del tiempo perdido" de Proust.
ÁAD
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17 de diciembre de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “Gruppo di famiglia in un interno” (1974) de Luchino Visconti con Burt Lancaster, Silvana Mangano, Helmut Berger, Claudia Marsani, Stefano Patrizi, Elvira Cortese, Dominique Sanda, Claudia Cardinale, entre otros. Drama italiano, y penúltima película de Visconti después de sufrir un derrame cerebral en 1972; es fiel a su obra: Un retrato intimista de la decadencia de la aristócrata, que en este caso, gira en torno a un profesor de EEUU que vive en un Palacio en Roma, y una Marquesa le alquila el piso de arriba para su amante alemán, al tiempo que la hija y el novio de esta, serán visitas constantes; por lo que la historia sacará los trapos sucios de todos, así como se mostrará la política y la sociedad de la Italia de esos días; donde nadie sale como ganador del desencantado análisis. Paradójicamente, el amante es el único que consigue acercarse verdaderamente al Profesor, y entablar con él una relación casi filial. Como dato, El Profesor es un coleccionista de “piezas de conversación”, pinturas inglesas del siglo XVIII, del retratista Arthur Devis, que documenta a las clases medias de Inglaterra y al “gentry” regional del siglo XVIII. El film, es un retrato crepuscular de la incapacidad del intelectual coherente de hacer frente a su grupo social, y de adaptarse a un mundo de valores culturales banales. Visconti se veía muy reflejado en ese retrato, aunque el personaje protagonista era un trasunto del crítico de arte Mario Praz, que como el protagonista, vivía en un Palacio y vio alterada su tranquilidad por la llegada de unos jóvenes y caóticos inquilinos. El realizador, con su exquisito gusto por la elegancia, por los decorados recargados y barrocos, evoluciona un espléndido melodrama, inundado de ambigüedad moral; un reflexivo estudio sobre el implacable paso del tiempo, sobre la inevitable sombra de la muerte, sobre las complicadas relaciones y la desestructuración familiar; sobre los amores platónicos, sobre la represión sexual, sobre los recuerdos que se alejan en la memoria, sobre el arte, el desprecio, y sobre todo, sobre seres contradictorios, matizados, frágiles, con carácter, típicos del ideario “viscontiano” Del reparto, todos los actores son de diferentes nacionalidades, destacando Burt Lancaster en el papel del citado Profesor sin nombre, que recuerda al Profesor Aschenbach de “Morte a Venezia” (1971), y como éste, se ve turbado ante la belleza y la juventud en la última etapa de su vida, por lo que asistimos a, cómo la soledad, la búsqueda de la juventud y el miedo a la muerte, afecta por igual a un hombre de ciencia y a la más vulgar de las aristócratas. El resultado, es una película rodada en un único set, y con una iluminación siempre tenue a oscura; de ritmo lento y profundo, pero menos pedante y pretenciosa que obras anteriores. Silvana Mangano es un rayo de luz, un torrente de visceralidad, poderosa, racial bella, impetuosa, elegante, despótica, manipuladora, y colosal; y Helmut Berger resulta una presencia turbadora, como Tadzio, bello y resplandeciente, y encarna su personaje con intensidad, con un arco de desarrollo gradual fascinante. Pero el filme peca de no contar casi nada para el espectador medio, y es que Visconti quiso a través del personaje de Lancaster, examinar la posición, responsabilidad, las ilusiones y los fracasos de los intelectuales de mi generación. Sin embargo, la vaguedad de lo expuesto, la superficialidad de sus propósitos y la efectista conclusión, rebajan el interés general del film; aunque el final es bastante hermoso y poético. Nos queda que “el dolor es tan precario como cualquier otra cosa”
RECOMENDADA
NO tendrá una nota en el blog de Lecturas Cinematográficas.
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
Alvaro Zamora Cubillo
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9 de enero de 2007
10 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un viejo profesor (Lancaster) que vive encerrado en su mundo culturalista y de belleza, es importunado por una condesa, su amante, su hija y el amante de ésta, que pretenden instalarse en el ático de la casa del viejo profesor.
La penúltima película de Visconti y, sin lugar a dudas, una de sus obras más imperfectas y poco logradas. Se trata de una reflexión acerca de la búsqueda de la belleza como elemento de felicidad, además de una reivindicación de la cultura y la estética, belleza que es destruida por la más absoluta vulgaridad, por una nueva corriente de individuos desapegados, irreconocibles, desunidos y desorientados.
Cuenta con un notable trabajo del gran Lancaster, pero ni el guión -muy irregular- del veterano Susi Cecchi D´Amico -autor de varios de los guiones más relevantes y mejores de la Historia del Cine europeo e italiano- ni la tristona y raquítica realización de Visconti, ya enfermo, hacen de ella una obra conseguida. Tampoco ayuda nada la vulgar interpretación de Helmut Berger ni de una sobreactuada Silvana Mangano. Interesante, pero envejecida.
kafka
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16 de febrero de 2014
3 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salvaría dos personajes de esta película el profesor (Burt Lancaster) y Erminia (Elvira Cortese), junto con ellos a sus respectivos dobladores de voz, los demás personajes me parecieron muy artificiales y poco creíbles.

En cuanto al guión bastante malo, salvo el principio donde ya se presume la temática del mismo todo lo posterior es más de lo mismo o carente de interés.
kiki
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