Una vida en tres días

...el amor llama a tu puerta. Parece escrito por una canción de Camela, pero es así.

Una mujer que no vive desde que su marido la dejara a ella y su hijo por su secretaria. Una mujer que no ama porque el único amor que tuvo la dejó sin ganas de buscar más. Una mujer sin fuerzas siquiera para salir de casa a pasarlo bien. Una mujer con un hijo, pero que se siente sola porque necesita sentirse amada. Una mujer con el corazón cerrado, pero dispuesto a abrirlo cuando el amor llame a su puerta.

Adele y su hijo Henry van al super como cualquier día para hacer la compra. Un individuo al que no conocen se les acerca y les pide ayuda. Su aspecto de primeras y la sangre de sus heridas no augura nada bueno. Ella se siente amenazada, pero ante la persectiva de ver su hijo en peligro decide ayudar al desconocido. Al llegar a casa se entera por televisión de que el individuo en cuestión es un fugitivo condenado por asesinato. Se llevan las manos a la cabeza, lo peor que podía pasar, seguro que pasará.

Cualquier fugitivo, violento o no, necesitará de amenazas como mínimo para que alguien le ayude, pues ¿Quién ayudaría a uno? Antes amenazar o incluso utilizar algo de violencia que volver a la cárcel, lo que no quiere decir que seas violento. Pero una vez que te ayudan sin oponerse, ¿Por qué utilizar la violencia?

Fui al cine esperando un melodrama romántico que hiciera que valiera la pena gastarse dinero en ir al cine,pero en vez de eso,me encontré con una gran decepción.
Al principio,la película se te hace amena,ya sea por los paisajes y demás,que eso verdaderamente está cuidado. Lo que decía, al principio te presentan la trama: Adele (Kate Winslet) vive con su hijo apartada prácticamente de la sociedad,después de que su marido le dejase;entonces, en su vida aparece Frank (Josh Brolin), un fugitivo culpado de asesinato que huye de la justicia. Hasta ese momento todo bien, la película se hace llevadera, pero a partir del llamado segundo/tercer día,la película se hace pesada,con una narración lenta y flashbacks sin sentido que no llegas a comprender pasada media película.No consigue crear una empatía con los personajes y con lo que ocurre,ya que los personajes y sus relaciones son muy poco creíbles,lo que hace que los veas desde la lejanía de los sentimientos:Adele (Kate Winslet),te parece una mujer sumida en las angustia y miseria,que por momentos parece recobrar la felicidad-tanta tristeza consigue que no puedas conectar por el personaje;Frank (Josh Brolin),comienza siendo presentado como el hombre perfecto,paterno y protector,pero no llegas a creértelo del todo por su frialdad y oscuro pasado que no termina de ser descubierto en la película a través de los personajes;por último,el hijo de Adele,Gattlin Griffith,es el único con el que consigues conectar,ya que en momentos es irónico y más inteligente que los propios adultos,salvando muchas de las situaciones de la película,aunque con él también se hace el uso de flashbacks o recuerdos todavía menos incomprensibles que no tienen relación ninguna con la película.
En resumen, personajes frívolos por los que no sientes empatía, una narración lenta y pesada, una sinopsis en principio interesante a la que no se le ha sabido sacar provecho y una dirección (Jason Reitman) mediocre = Una gran decepción

Es necesario acudir a los títulos de crédito para confirmar ante uno mismo que, en efecto, ‘Una vida en tres días’ responde a la autoría de Jason Reitman. Contrario a su identidad fresca y original, su quinto largometraje se muestra convencional y falto de chispa al intentar dotar de reminiscencias clásicas este melodrama romántico que, como si el último día de verano fuera - su título original es ‘Labor Day’, día del trabajador, que a su vez marca el fin del verano en Estados Unidos -, trata de apelar a lo melancólico para conectar con el espectador, cosa que no consigue.

Cojea y sangra desde el primer encuentro en su concepción del entorno, y no por cuenta de una premisa enrevesada, interesante y llena de posibilidades, sino por la incapacidad de desarrollar ese punto de partida de manera verosímil. La trama se aprecia como algo impostado, poco creible e incluso risible por momentos, un lastre demasiado pesado para una historia intimista donde debería primar la emoción. Ese ánimo al que se intenta llegar rogando empatía hacía los protagonistas por medio de unos fallidos y mal medidos flashbacks. Todo ello, unido, contribuye a percibir lo contado desde la lejanía, la parsimonia y la indiferencia.

Guionizada por el propio Jason Reitman a partir de la novela ‘Como caído del cielo’ obra de Joyce Maynard, el epicentro de lo narrado se da en un periodo de tiempo que abarca cinco días - y no tres como invita a pensar el erróneo título español -, donde un santo homicida a la fuga, Frank, se liga - en su concepción de unión y seducción - a Adele, un alma desalmada, solitaria y necesitada responsable de un joven, Henry, a las puertas del despertar sexual y totalmente desubicado en su rol - no sabe si debe ser padre, hijo, o marido -.

Desde la dicotomía de un secuestro consentido pero obligado, pasando por la ambigüedad del secuestrador, o el posible conflicto de lazos que pudiera surgir en una alianza a tres, el espectro de posibilidades con el que contaba la cinta esta desaprovechado en favor de una historia de amor tan absurda como idealizada. Enaltecida por una afligida Kate Winslet - en un papel ya visto antes -, junto a un enigmático Josh Brolin - que vendría a ser el protagonista antagónico propio del cine de Jason Reitman -, ambos logran dar cierto empaque a sus personajes aún sin llegar a estar sobresalientes, corriendo peor suerte el monocorde Gattlin Griffith.

‘Una vida en tres días’ no es un completo desastre, ya que es más bien liviana y conserva cierto sentido del ritmo suficiente para mantener la atención, sin embargo se le ha de exigir más a un director que no contaba con tropiezo alguno, y no un mero pastel de melocotón fuera de época, endeble y frío.

Firmado: http://detenteencine.blogspot.com.es

"Labor Day", día del trabajo, título original de la película y del libro en el que se basa, de la escritora estadounidense Joyce Maynard, es una película floja en la carrera interesante de Reitman, con estupendas obras como "Juno" (2007) y "Up in the air" (2009). Aquí cambia de registro y se sumerge en un cuento romántico intimista, irreal y emotivo a partes iguales y que no funciona como debiera por esos flashback a destiempo y poco acertados, por esa subtrama poco afortunada del hijo con su nueva amiga, por ese contraste entre la tensión real con una historia increíble y previsible...
Y sin embargo se convierte en una buena película desde el momento en que nos hace pasar por el aro, nos encariñamos con los personajes, el mimo de los detalles y porque la ilusión de que cuando todo parece perdido nos puede tocar la lotería del amor y comer perdices la tenemos todos. Winslet y Brolin no tienen que esforzarse mucho para transmitirnos ese ansia de encontrar la felicidad y remendar las cicatrices de la vida. El chaval tampoco desentona y el aroma a cine antiguo nos invita a intercambiar los rostros actuales por otros como Newman y Woodward y se nos viene la nostalgia de golpe y queremos que las mentiras se hagan realidad.

Era previsible que después de las laureadas anteriores películas de Jason Reitman (Gracias por Fumar, Juno, Up in the air, Young Adult), el batacazo estuviera al caer. No me parece que Labor Day (me niego a llamarla “Una vida en tres días”, para empezar porque la acción sucede en los cinco días del festivo americano), sea tan mala como la han puesto algunos críticos, aunque es cierto que el resultado sea algo plúmbeo, falto de intención, vago en su discurso.

Labor Day es una película fuera de nuestro tiempo, casi una pieza de cámara, de sólo tres personajes esenciales y una mínima historia: el efecto que tiene la llegada de un recluso fugado a el humilde hogar que comparten una madre, fustigada por la depresión, y su cuidadoso hijo. La relación del triángulo muy pronto va más allá de cualquier síndrome de Estocolmo, sobre todo por la precaria situación emocional de madre e hijo, y la tenue pero constante necesidad de afecto de ambos.

Al margen de sus actores, pienso que lo mejor de Labor Day es su coherencia interna, consigo misma y con su historia. Que Retiman no pierda nunca el punto de vista que propone, a través de los ojos y el recuerdo del joven niño protagonista, un maravilloso Gattlin Griffith (aunque para ello cuele la voz en off a todas luces innecesaria de Tobey Maguire). También aprecio su sutileza en la exposición de los sentimientos y las relaciones, mérito desde luego de sus actores en gran medida: Kate Winslet es capaz de definir el complejo universo emocional de su personaje en un solo plano; y Josh Brolin el misterio y el poder simbólico (¿Y machista para algunos?) del suyo con su potente presencia.

Pero es cierto que una vez vista la película, esta pequeña historia se olvida. Se disfruta en su ausencia total de artificio, pero se echa en falta algo de ironía u opinión sobre lo que se nos cuenta, más allá de ser un tímido ejercicio de estilo tipo Douglas Sirk en la América rural de los 80.