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Si la cosa funciona

Comedia Un neoyorquino maduro y excéntrico (Larry David) decide abandonar su acomodada vida para llevar una existencia más bohemia. Su relación con una bella joven sureña (Evan Rachel Wood) desembocará en una serie de enredos familiares y sentimentales. (FILMAFFINITY)
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Críticas 222
Críticas ordenadas por utilidad
19 de octubre de 2011
19 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabemos que el Sr. Allen es un pedófilo consumado. Sabemos que es es un brillante director también. Es de público conocimiento que el gran Woody está viejísimo y ya no tiene resto para actuar y dirigir simultáneamente, por lo que se buscó a otro anciano decrépito para que oficie de él mismo y poder dar rienda suelta a todas sus perversas obsesiones de viejo libidinoso que se cree un sex symbol y está más para el geriátrico que para hacerse el galán. Película harto reiterativa que vuelve sobre la temática de señor mayor hipocondríaco, en crísis con la vida, que encuentra a una jovencita que se enamora de él aunque podría ser su nieta.
Deplorable y aburrida, este film muestra que, decididamente, el Sr. Allen entró inexorablemente en la mas oscura decadencia.
Srita davidlynch
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5 de octubre de 2010
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como casi siempre, me imagino que igual que muchos, termino escribiendo una vez que me invade la necesidad de fijar mis impresiones tras ver una buena película. En este caso ha sido Boris. Un tío un poco cargante, una persona depresiva, un catedrático con tendencias suicidas, algo pedante, con la particularidad de saber que está siendo observado y dirigirse a los espectadores sin complejos.

El caso es que he conectado con Boris como cuando uno conecta sin querer con un recuerdo lejano. Comprendo su lucha sin cuartel contra la estupidez del género humano… Boris es un misántropo.

Me ha gustado su coherencia al insultar a todo quisqui, incluso a los niños, sobre todo me ha sorprendido verle salir de noche de su habitación, gritando, e ir a sentarse al salón para tranquilizarse. Yo también me levanto alguna noche y voy al salón a sentarme, aunque estoy tranquilo, por suerte. Pero también es verdad que al igual que él, más de una vez después de un mal sueño he creído entrever el Abismo.

Boris ha visto de nuevo el Abismo. Se sienta y, esa noche, junto a ella, pone la tele y se encuentra con una película de Fred Astaire que están echando. Bueno, pues también una noche puse la tele y estaban con una película de Fred Astaire y acabé acostándome cuando ya casi tenía que levantarme. La vi entera, me hipnotizó.

Sí, alguna noche he vislumbrado el Abismo… Como le sucede a Boris, por eso me parece conocerle tan bien. Y luego con Fred ha sido más fácil reconciliarme con el mundo.

Así es que he conocido a Melodie con su transparente sencillez de poderosa Afrodita. A su madre; que ya sé cómo se lo monta … Al padre, que siempre le ha excitado ver en la tele al delantero centro cuando se agacha para coger el balón ... A la vidente ... Me ha encantado conocerlos a todos. Y es que Woody Allen crea una película diferente, una visión del deseo cuando sabes que el drama de la vida es que no se sale vivo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
floïd blue
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8 de octubre de 2009
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Exacto, es una de las comedias más disfrutables de Woody Allen. Es divertida, inteligente, ingeniosa, tiene todos los ingredientes de sus mejores comedias. Sólo ver a Larry David, ya merece la pena, pero oírle recitar su pesimista concepto de la vida, mientras reniega de la sociedad en la que vive, eso no tiene precio.

Un rato muy agradable, una inolvidable y reparadora moraleja, no ya tanto sobre el azar, como sobre la felicidad.
diegofisher
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5 de octubre de 2009
20 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anticuada y con los mismos tópicos de siempre. Tengo que reconocer que no oí los primeros diez minutos porque se me sentó al lado una comedora de palomitas y bolsas varias crujientes de contenido misterioso y olor nauseabundo. Deberían crear salas especiales para los que van al cine a comer como cerdos molestando a los demás. En vista de que mi vecina de butaca parecía llevar una semana sin comer y haberse reservado para comérselo todo durante la sesión, me cambié de asiento en la sala y empecé a ver y oír.
Un viejo amargado, cínico, pobre, engreído, sabelotodo e impotente, enamora, sin él quererlo, a una jovencísima pueblerina que no sabe hablar correctamente, tontita, cursi, amita de su hogar (del hogar del viejo, al que cocina y deja la casa impoluta), monísima y con tipazo, que se deja insultar continuamente por el vejete y absorbe como una esponja en su mente en blanco todas las necedades que salen de la boquita del viejo. Los padres de la jovencita aparecen en escena y la cosa se anima un poco.....
Lo bueno de la película: la duración y que es mejor que el fiasco de "Vicky, Cristina, etc.."
Lo malo de la película: está anticuada. Ya nos han contado esta historia muchísimas veces. Lo que hace 20 años era humor inteligente, hoy son tópicos manidos y aburridos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tequeca
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5 de octubre de 2009
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El regreso de Woody a Manhattan es también el regreso a un humor ácido y sarcástico, negro negrísimo, que en cierto modo se echa de menos en su etapa europea. El regreso a unas obsesiones, angustias y manías que supondrán una desgracia para el hipocondriaco director pero que a su legión de fans nos fascina y hace partir la caja.
"Si la cosa funciona" vuelve a revolotear sobre una idea que Allen ya ha remarcado en sus últimos trabajos: La suerte no sólo es decisiva, es lo más importante en la vida. En este caso la suerte supone que una historia-cualquiera que sea su naturaleza-funcione. Y es una verdad como un templo. Si usted es feliz plantando aceitunas en Laponia, bienvenida sea su felicidad. Si lo es siendo partícipe de una historia desgraciada en la que la discusión prima sobre el encuentro, disfrútelo, puede que la suerte se acabe y la cosa deje de funcionar. Esa es la "moraleja" final de una película con tremendas virtudes y discretos defectillos, en la que como siempre-o casi- el ególatra y pequeño judío brillante despliega su amor propio dejándonos claro lo inferior que es a él la gran mayoría de público, crítica, amigos y enemigos a través de un personaje que juega como su alter ego, interpretado por un Larry David gracioso como nunca y con una Evan Rachel Wood más que adorable. El resto de personajes juegan su papel de mejor o peor manera manejados por la cruceta de uno de los directores más ingeniosos, empatizables y desternillante que ha dado el séptimo arte.
El ritmo no decae, cosa que últimamente afectaba alguna de sus películas, y en algunos momentos se pasa de la sonrisilla, que no se pierde en esa hora y media, a la carcajada incontenible en cero coma. Toda una sala riendo al unísono es una de esas cosas que demuestran que esta película, en concreto, funciona y muy bien.
Por otro lado puede parecer que al tocar temas, personajes, obsesiones y lugares comunes, el regreso de Allen a lo que mejor hace y donde mejor lo hace, todo deje una sensación incómoda de dejá vu, cosa que desde luego en mi caso no ha sucedido, entre otras cosas porque lo echaba de menos. Y porque una obsesión es una obsesión. En este caso, brillante.
Lo mejor: Evan Rachel Wood, el humor cabrón-inteligente-odioso inigualable de Allen.
Lo peor: Un final en el que lo que no funciona acaba por funcionar mejor que cuando funcionaba.
javieritos
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