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El fantasma de la ópera

Terror. Drama En los sótanos de la Ópera de París vive oculto el misterioso Eric, el hombre de voz de ángel y rostro desfigurado de demonio, que acecha entre pared y pared a la hermosa soprano Christine Daeé, a la que desea catapultar hasta la cima de la fama; pero cuando se entera de que la cantante está prometida al apuesto vizconde Raoul, se vuelve loco de celos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
14 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trece adaptaciones hasta la fecha de la novela del escritor parisino Gastón Leroux publicada por primera vez por entregas en 1909 basada en un hecho real e inspirada en la exitosa novela de 1894, "Trilby" del también escritor parisino George du Maurier.
Esta versión de la Universal fue la segunda y no sabemos si su director Rupert Julian había visionado la primera versión de 1916 presumiblemente alemana.
Sabemos que Rupert Julian no hizo gran carrera en el cine, desapareciendo con el sonoro y que su título más significativo fue este en el que su protagonista con el que apenas se hablaba, Lon Chaney se llevó todos los halagos. Por otro lado la película fue rehecha en cuatro ocasiones después de su estreno para adaptarla al gusto de Carl Laenmie jefe de la Universal que no era otro que buscarle el máximo rendimiento comercial. Algunas de las escenas como el baile de máscaras o la persecución final ni siquiera fueron filmadas por Julian. No obstante la mutilación de su trabajo original en uno u otro sentido, Rupert resuelve con dignidad una cinta pionera en el género del terror que vendría después y donde el autentico protagonista, al menos de este trabajo es la Opera de Paris con sus entresijos misteriosos y laberínticos edificada sobre una laguna subterránea que formaban las filtraciones de agua. Es este marco el que subyuga creando la atmósfera de misterio sobre la que se desarrolla un argumento excesivamente esquemático en relación con la novela a la que se le despoja de todo sutileza romántica, se cambia el final y el amor no correspondido cede ante el horror del monstruo magistralmente compuesto por "el hombre de las mil caras" con que se apodó a Lon Chaney que consagró y encasilló su carrera en la galería de los monstruos míticos de la pantalla junto con Lugosi y Karloff.
Rodada totalmente en estudio y con un millón de dolares de presupuesto aún hoy en día entretiene gracias a su ajustado metraje y a la fascinación y el encanto que nos producen los monstruos clásicos de una época donde la casquería y el gore aún no se habían asomado a la pantalla.
ELZIETE
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25 de noviembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película en la que todos sus elementos están muy bien conjuntados (guión, interpretación, caracterización, ambientación y dirección artística, fotografía, dirección), lo que contribuye a la creación de una obra entretenida, dinámica, que, aunque pueda clasificarse dentro del género del terror, tiene un poco de todo: amor romántico, horror romántico, acción, intriga, espectáculo de época, y un poco de humor en el comienzo de la historia. Incluso la música de acompañamiento presente en la edición en DVD que he visto es bastante aceptable.

Pese a los momentos de relativa ternura o relativa debilidad de su personaje, Lon Chaney compone a un villano muy villano, con el que es difícil empatizar: la bondad que muestra hacia el personaje de Mary Philbin es sólo parte de una obsesión amorosa, un amor imposible, el de la bestia hacia la bella. La máscara del monstruo -un monstruo en lo físico, pero también en lo psicológico- es una metáfora: hacia fuera, hacia los demás, sólo debe verse lo aceptable, lo representable.
Pedro Triguero_Lizana
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4 de noviembre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cuándo nos invade la ira? Entre varias causales (estado de impotencia, soberbia, inconformidad...), una de las más frecuentes motivaciones para enojarse es cuando alguien no hizo la tarea, es decir, cuando no actuó de la manera como nosotros deseábamos que lo hiciese. Esto significa que, a esa persona, no la amamos como es sino de acuerdo con la docilidad que demuestre hacia nuestras expectativas. Creemos que, porque al principio de la relación fuimos generosos, ya la persona ha quedado obligada con nosotros para siempre… y cualquier intento o acción que vaya en contra de nuestras expectativas, la asimilamos con furia y/o física agresividad. Este es el camino expedito para abrirle paso al miedo y al desencanto… y cuando esto sucede, se escapa el amor, ahora sí, por siempre y para siempre.

Son historias de todos los días, pero ¡vaya a saber cuándo aprenderemos!, porque la cultura que padecemos lo sigue repitiendo: “Búscate a alguien que te ame”, “Si tú no me amas no valgo nada”, “Tú lo eres todo para mí” ... Mientras que, la sabiduría, sigue clamando en vano a los cuatro vientos: “¡Tú eres el amor!”, “¡La felicidad está en ti¡”, “¡Todo lo que desees de la vida tienes que darlo primero!”

Mientras que historias como la de, “La Bella y la Bestia” (1756) o la de “El Hombre que Ríe” (1869), demostraban que la belleza interior todo lo puede y todo lo conquista, otros escritores se propusieron sostener la tesis de que ‘el tipo del criminal es feo’ y que 'hay hombres que una vez desviados del camino ya no se redimen jamás'. ¿Tiene alguien la razón? Sí, ambos y a medias, porque hay de lo uno y de lo otro.

“El Fantasma de la Ópera” (Le Fantôme de l'opéra), una novela de drama y misterio que escribiera el francés, Gastón Leroux (1868-1927), publicada primero en forma de serial en el diario Le Gaulois y luego impresa en libro en 1910, fue el punto de partida para un filme que sigue haciendo historia por sus inobjetables atractivos técnicos (una estética y encomiable fotografía con un ingenioso contraste entre el blanco y negro y el technicolor en ciernes; un elegante plató que se asemeja cuidadosamente al Teatro de la Ópera de París; una efectiva edición que no deja espacios inertes; un lujoso vestuario…), y también, por esa trágica historia de amor y desamor, entre una pareja bastante desigual.

Aunque el filme se atribuye únicamente al director, Rupert Julian, pasó por muchas manos y algunas partes tienen el sello de Edward Sedgwick, Ernst Laemmle… y hasta Lon Chaney -el fantasma-, hizo de las suyas incluyendo su propio maquillaje... y cómo no mencionar que, Mary Philbin, la actriz que representa a la soprano Christine Daaé, sería luego Dea, la bella invidente que compartirá su amor con el sufrido Gwynplaine en, “El Hombre que Ríe” (Paul Leni, 1928).

Es tal el impacto que, a lo largo de los años, ha generado, <<EL FANTASMA DE LA ÓPERA>>, que numerosas versiones cinematográficas, al igual que algunas miniseries televisivas… y hasta un galardonado y muy exitoso musical, se han realizado desde entonces.

… y seguramente, ¡su tétrica figura continuará deambulando por el Teatro de Ópera de París!
Luis Guillermo Cardona
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23 de diciembre de 2014
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pésima puntuación que otorgo a ésta película no es, de ninguna manera, producto de un rechazo al cine clásico, ni tampoco se debe a una frialdad en cuanto al romanticismo. Mi dureza a la hora de valorar ésta película se debe tan sólo a que he leído "El fantasma de la Ópera". Soy capaz de comprender la limitación que suponía trabajar en el cine en los años 20, y más al traducir al lenguaje cinematográfico una obra tan musical, pero ésta película desprecia tanto la motivación de Leroux que no puedo sino plantearme hasta que punto puede ser ingrato un grupo de artistas y productores. La película trata el argumento de una forma personal en lo que a los guionistas se refiere, y juega con los sucesos de la novela, que los muestra en un orden cronológico infiel a la estructura original a fin de conceder mayor fluidez al film. Cuando he observado esta película no he podido sino contemplar horrorizado la facilidad con la que el cineasta ha subestimado la subjetividad en una obra prima del romanticismo. Hay infinidad de detalles que la cinta omite con tal de otorgar fluidez a la película (la historia de la infancia de Raoul y Christine, el discurso desarrollado del fantasma cuando su rostro es descubierto, la identidad de "El Persa" que aquí se muestra como un miembro más de la policía, el discurso que ofrece el fantasma al ya mencionado Persa e incluso el modo en que, cantando con una voz angelical, atrae a sus víctimas hasta la muerte en el lago adquiriendo el nombre de "La sirena". Sin embargo, y aunque podría continuar destacando las modificaciones a mi juicio despreciables y asesinas, no creo que sea esta razón suficiente para valorar con tan baja nota una película considerada parte del cine clásico a día de hoy. (aviso SPOILER del libro) La razón principal por la que sin lugar a dudas merece una valoración tan lamentable es el modo en el que el argumento muestra a Érik como un monstruo, inhumano, loco y repugnante. Una criatura perversa y cruel que sólo merece la muerte. Érik no debería ser eso, Érik es un ser olvidado y repudiado, es un Ángel de la Música rechazado por los hombres, y cuya humanidad se muestra al dejar ir a Christine, una vez la besa en la frente y las lágrimas de ambos se funden, pues ya ha sido tratado como un ser humano, con aprecio y compasión, y con un respeto solemne y elevado. Es en ese momento en el que él se arrepiente y se presenta como el ser humano más etéreo y sublime de todos, y la película le aplasta, le escupe y le asesina, de la forma más irónica posible, mostrándose como cualquier otro ser humano, incapaz de comprender la grandeza que reside en lo más profundo del pobre Érik. Quizá lo que más me duele es que la película se haya hecho mucho más famosa y grande de lo que jamás se hizo el libro, enviando así una perspectiva repugnante y superficial que ofusca la verdadera obra de arte, dejándola así al más absoluto margen, de un modo tan cruel que podríamos decir sin desvariar que la novela, en cierto sentido, ha acabado personificando al propio "Fantasma de la Ópera".
WatcherAC
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9 de mayo de 2005
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera y la mejor adaptación del maravilloso libro de Gaston Leroux. Excelentes interpretaciones y un sobervio maquillaje digno de muy pocos en aquella época.
Cierto que hay muchas otras adaptaciones, pero como ésta ninguna. Muy buena.
johnny got his gun
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