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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Terror. Drama En los sótanos de la Ópera de París vive oculto el misterioso Eric, el hombre de voz de ángel y rostro desfigurado de demonio, que acecha entre pared y pared a la hermosa soprano Christine Daeé, a la que desea catapultar hasta la cima de la fama; pero cuando se entera de que la cantante está prometida al apuesto vizconde Raoul, se vuelve loco de celos. (FILMAFFINITY)
4 de noviembre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cuándo nos invade la ira? Entre varias causales (estado de impotencia, soberbia, inconformidad...), una de las más frecuentes motivaciones para enojarse es cuando alguien no hizo la tarea, es decir, cuando no actuó de la manera como nosotros deseábamos que lo hiciese. Esto significa que, a esa persona, no la amamos como es sino de acuerdo con la docilidad que demuestre hacia nuestras expectativas. Creemos que, porque al principio de la relación fuimos generosos, ya la persona ha quedado obligada con nosotros para siempre… y cualquier intento o acción que vaya en contra de nuestras expectativas, la asimilamos con furia y/o física agresividad. Este es el camino expedito para abrirle paso al miedo y al desencanto… y cuando esto sucede, se escapa el amor, ahora sí, por siempre y para siempre.

Son historias de todos los días, pero ¡vaya a saber cuándo aprenderemos!, porque la cultura que padecemos lo sigue repitiendo: “Búscate a alguien que te ame”, “Si tú no me amas no valgo nada”, “Tú lo eres todo para mí” ... Mientras que, la sabiduría, sigue clamando en vano a los cuatro vientos: “¡Tú eres el amor!”, “¡La felicidad está en ti¡”, “¡Todo lo que desees de la vida tienes que darlo primero!”

Mientras que historias como la de, “La Bella y la Bestia” (1756) o la de “El Hombre que Ríe” (1869), demostraban que la belleza interior todo lo puede y todo lo conquista, otros escritores se propusieron sostener la tesis de que ‘el tipo del criminal es feo’ y que 'hay hombres que una vez desviados del camino ya no se redimen jamás'. ¿Tiene alguien la razón? Sí, ambos y a medias, porque hay de lo uno y de lo otro.

“El Fantasma de la Ópera” (Le Fantôme de l'opéra), una novela de drama y misterio que escribiera el francés, Gastón Leroux (1868-1927), publicada primero en forma de serial en el diario Le Gaulois y luego impresa en libro en 1910, fue el punto de partida para un filme que sigue haciendo historia por sus inobjetables atractivos técnicos (una estética y encomiable fotografía con un ingenioso contraste entre el blanco y negro y el technicolor en ciernes; un elegante plató que se asemeja cuidadosamente al Teatro de la Ópera de París; una efectiva edición que no deja espacios inertes; un lujoso vestuario…), y también, por esa trágica historia de amor y desamor, entre una pareja bastante desigual.

Aunque el filme se atribuye únicamente al director, Rupert Julian, pasó por muchas manos y algunas partes tienen el sello de Edward Sedgwick, Ernst Laemmle… y hasta Lon Chaney -el fantasma-, hizo de las suyas incluyendo su propio maquillaje... y cómo no mencionar que, Mary Philbin, la actriz que representa a la soprano Christine Daaé, sería luego Dea, la bella invidente que compartirá su amor con el sufrido Gwynplaine en, “El Hombre que Ríe” (Paul Leni, 1928).

Es tal el impacto que, a lo largo de los años, ha generado, <<EL FANTASMA DE LA ÓPERA>>, que numerosas versiones cinematográficas, al igual que algunas miniseries televisivas… y hasta un galardonado y muy exitoso musical, se han realizado desde entonces.

… y seguramente, ¡su tétrica figura continuará deambulando por el Teatro de Ópera de París!
Luis Guillermo Cardona
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