Hana-Bi. Flores de fuego

El cine de Kitano es un cine de silencio y de violencia. Su personaje siempre es como una mónada, un ente autónomo que vaga por el mundo envuelto en soledad y dolor. Aquí, Kitano se enfrenta al drama de la enfermedad de su mujer, mientras acreedores y mafiosos lo acosan queriendo matarlo. Además, otra fuente de remordimiento es el incidente en que un compañero suyo fue tiroteado y ha quedado inválido.
Pero todas esas piezas se nos presentan al principio deslabazadas, como un puzzle que ya pasada la mitad de la película puede esperar a recomponerse. Tal vez sea mucho pedir al público, que hasta ese momento tampoco ha tenido mucho movimiento. Pero lo que Kitano sí sabe ofrecer es imágenes de altísima belleza, pero también de mucho dolor y tristeza, con personajes desolados y marcados por la fría mano de la muerte. Puede costar entrar en su mundo, porque son seres desahuciados, abandonados por su existencia, pero si hacemos un esfuerzo, la película poco a poco va afinando hasta llegar a un final tan duro como bello, que nos deja el corazón en un puño.
Yo la recomiendo para los amantes del cine de autor. La historia es sencilla, pero muy sincera, y toda ella está recorrida por un afán esteticista muy particular que hará las delicias de los más cinéfilos.

En estas últimas décadas la nueva ola asiática nos ha traído un nuevo lenguaje cinematográfico, un lenguaje críptico cuyos máximos exponentes son Kim-ki-duk en Corea del sur y Takeshi Kitano en Japón.
Este cine se basa en perder el realismo o la credibilidad de ciertas situaciones para crear un lenguaje simbólico que nos permita entender a los personajes. Lo que importa es el significado de la escena. Estos directores han desarrollado unos recursos valiosos muy importantes. Kitano emplea el montaje mezclando imágenes del pasado con el presente, son recuerdos que marcan el devenir del personaje.
Por último el final de hana-bi me parece digno de entrar en la historia del cine, por mezclar en el mismo plano, representaciones del pasado, del presente y del futuro, y por la decisión que toma el personaje.

Película como casi todas las del director de una belleza extrema. De largas secuencias en las que el tiempo parece detenerse, rompiéndose en lacónicos diálogos que condenan al destierro de la palabra.

Y, en el silencio los Rostros inexpresivos que callan, pero no pueden dejar de exteriorizar un dolor que se palpa en un torrente de sensaciones que no son contadas. Quizás el triunfo de la imagen sobre la palabra, logrado por un maestro de lo visual

De violencia excesiva y gratuita salpicada de un humor extraño. Poblada por seres desolados que caminan hacia un final tan duro como bello, Quizás uno de los mas impactantes la historia del cine en su silencio.

Silencio que hiere y deja al espectador literalmente hundido en la butaca. Unos dirán que de sueño, otros que sepan apreciar el arte que esconde de satisfacción ante lo bien hecho.

Obra maestra del director a la que solo se ha vuelto aproximar en dolls, otra maravilla si cabe mas triste que esta, aunque parezca imposible......

Aunque tampoco es un buen drama, no vale la pena ni la historia ni nada. Sinceramente, solo contemplaría recomendar esta película a personas con problemas de insomnio, o ni eso, porque vaya tela con los dibujitos, colorines y esa música que hasta los detractores de la película señalan como bonita; -es para volarse la cabeza-. Produce modorra y depresión. Cómo elemento de tortura sí que resultaría adecuada.

La dirección es un chiste. El inexplicable montaje que intercala escenas de manera absurda me recordó a 'House of dead'. Entre tanto, podemos dejarnos maravillar por escenas tan asombrosas como Takeshi Kitano pintando el coche, o ejerciendo de mudo interlocutor en lo que cada secundario que desfila en pantalla lo trata como un semidiós.

Esta película adolece de los mismos defectos que muchas del cine asiatico y más si es de los 90. Ausencia de un ritmo, teatralidad y parsimonia en las actuaciones, silencios inexplicables, mal montaje, violencia sin sentido y hasta ridicula.
He de confesar que no puedo con Kitano.