Crisis en seis escenas (Miniserie de TV)

Un producto agradable y entretenido, sin ninguna duda, pero como cabía esperar no se encuentra en la cima de los trabajos de Woody Allen. Aunque hay que reconocer que sigue conservando, de una forma intrínseca, esa naturaleza dinámica y cómica que tanto le caracteriza, solamente que en menor cantidad y calidad. La historia en sí es cuanto menos interesante, pero no termina de explotar. Quizás ello se deba en gran medida a las interpretaciones, que no terminan de convencer, salvo Woody Allen, que sigue manteniendo su chispa, esta vez dentro de la pequeña pantalla.

Woody reincide en esta miniserie en su personaje tantas veces explotado por él. Los mismos chistes y sobre todo la misma incansable verborrea, que acaba mareando. De vez en cuando, pero menos conforme avanza la trama, algún detalle de humor,
La trama es mala, el guión tiene poca intriga. El personaje de Miley Cyrus se hace insoportable. Mucho tópico por todas partes.
Es pasable, porque Woody otra cosa no, pero tiene mucho oficio. Pero está ausente el ingenio que demostró en no pocas películas.

Miniserie original de Amazon Studios compuesta de seis capítulos de poco más de veinte minutos cada uno, que bien podría haber sido un largometraje de dos horas, aunque por desgracia no estaría entre los mejores de Woody Allen. Y eso que empieza bien, con el actor/director/guionista neoyorquino interpretando su inseguro e hipocondríaco antihéroe de siempre e introduciendo algún secundario con historias curiosas y diálogos ciertamente ocurrentes, que sin sorprender en exceso, entretiene tirando de los recursos típicos tantas veces visto en los libretos de Allen.

Pero todo esto se diluye inexorablemente con la aparición del insoportable personaje interpretado por una sobreactuada y cargante Miley Cyrus, quien se apodera poco a poco de una revolucionaria trama principal, haciendo que las risas disminuyan hasta desaparecer del todo. Por suerte, el final estilo camarote de los Marx, endulza mínimamente el sabor amargo que deja una serie que no cuenta nada que no hayamos visto anteriormente infinidad de veces, resultando tan superflua como prescindible.

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Woody Allen nos ha hecho a todos sus fieles un pequeño gran regalo: recuperar aquella genialidad de su talento para la comedia. Esta mini serie -de ahí lo de pequeño- es en realidad grande, porque nos devuelve el espíritu de su inspiración cómica, algo que el director abandonó por la búsqueda de otras vías de expresión, con la salvedad de alguna que otra comedia puntual, ya sabemos que en sus últimas producciones había preferido ponerse serio y reflexivo para abordar cuestiones más profundas. Pero lo mejor de "Crisis en seis escenas" no es sólo la frescura de un guión descaradamente cómico y burlesco, sino que el propio Woody vuelve a ponerse ante las cámaras para encarnar a ese hiponcondríaco, existencialista y abrumado ser, y nos demuestra a todos que a pesar de su edad es capaz de seguir manejando como nadie ese personaje divertido y a la vez tierno que a tantos nos encandiló durante los primeros años de su carrera.
Los continuos gags dentro de un guión ya de por sí hilarante, vuelven a hacernos reir como en sus mejores comedias. Miley Cyrus está genial en el papel de consejera matrimonial, dando pie a unas escenas surrealistas con sus pacientes, y luego como tutora de ese delicioso club de lectura de la tercera edad, donde también hay destellos cómicos en medio de reflexiones de las ancianas que parecen sacadas de un monólogo del club de la comedia. En definitiva, me he reído mucho y me lo he pasado realmente bien al reencontrarme con mi Woody cómico, sin ánimo alguno de trascendencia, con la sana intención de provocarnos la risa con su humor inteligente.
Pero a la vez es posible hacer algunas lecturas en clave política y filosófica sobre tópicos que todos conocemos y que vistos en clave de humor dejan al descubierto la demagogia y los estereotipos que encierran. Una aguda comedia, cuyos puntos de reflexión pueden seguir vigentes hoy día.

Vamos a ser sinceros. “Crisis en seis escenas” no es una serie de Woody Allen, es una divertidísima comedia ácida del gran maestro del humor dividida en seis gloriosas entregas cargadas de carcajadas inteligentes y una evidente crítica social y política que subyace en cada uno de sus chistes tan sutil como oportuna. Una obra protagonizada, escrita y dirigida por el propio Allen, como en los viejos tiempos, otra vez haciendo de sí mismo, eso que reinventó la historia del cine y que hubiera habido que crear si él no hubiera existido.

Se equivocan muchos pensando que es su primera incursión televisiva. Ni mucho menos. Para los anales queda la tronchante "Los USA en zona rusa", hilarante comedia sobre la guerra fría que nos legó el genio neoyorquino en 1994 en forma de telefilm.

Woody, en esta miniserie, nos zambulle en los USA de la década de los 60, en un momento convulso socialmente donde las calles hierven contra la guerra del Vietnam y contra el sistema y a favor de que otro mundo sea posible. El momento histórico en el que en la cuna del capitalismo se habla abiertamente de Mao y Marx. En mitad de esa marejada, un matrimonio mayor de perfil conservador (él escritor frustrado, especialidad interpretativa de Woody Allen, y ella mediadora matrimonial, lo cual da para algunas escenas gloriosas con sus clientes) se ve obligado por las circunstancias a tener que esconder a una activista marxista que es buscada por la policía (magníficamente divertida Miley Cyrus).

La llegada de semejante torbellino inesperado a sus vidas hará que el personaje de Woody Allen saque toda su cobardía conservadora a relucir, que su mujer se convierta al izquierdismo radical y que arrastre en semejante devenir incluso al club de lectura compuesto por un buen puñado de ancianas burguesas.

Todo se va haciendo cada vez más y más hilarante hasta el paroxismo final de su último episodio, donde todos los personajes coinciden y se produce la catarsis definitiva que provoca una catarata de carcajadas ingobernables en una serie que va descaradamente de menos a más.

Todo lleno de frases con doble sentido, un humor corrosivo políticamente incorrecto, situaciones divertidas, pulcra ambientación y caligrafía visual como es marca de la casa Allen y mucho humor del bueno, del que requiere del compromiso de las neuronas y no atenta contra ellas.

Un buen rato garantizado en una de esas comedias menores de Allen que acaban siendo películas mayores comparadas con el panorama cinematográfico actual.