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Vivir (Ikiru)

Drama Kanji Watanabe es un viejo funcionario público que arrastra una vida monótona y gris, sin hacer prácticamente nada. Sin embargo, no es consciente del vacío de su existencia hasta que un día le diagnostican un cáncer incurable. Con la certeza de que el fin de sus días se acerca, surge en él la necesidad de buscarle un sentido a la vida. (FILMAFFINITY)
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Críticas 104
Críticas ordenadas por utilidad
6 de enero de 2010
25 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quiero hablaros de un hombre cuya esencia se concentra en una sola palabra: Vida. De él he aprendido tantas cosas que no puedo ni siquiera asimilarlas. Era labrador, trabajaba la tierra guadaña al hombro, cuando el campo era un trabajo artesano y cada fruto obtenido era producto de jornadas interminables bajo el sol. Se levantaba a la luz del alba cargado de amor y convertía el campo estéril en vergeles de vida. En ellos pastó su primera vaca y germinó la primera patata de las miles y miles que recogería con sus propias manos. Un hombre solidario y bueno que se ofrecía además a los vecinos para ayudarles en el cultivo de sus tierras, enamorado de la gente, conversador incansable de habla sabia y pausada, alejado del vino y el tabaco tan comunes entre los hombres del pueblo.

Aquel hombre conoció en su juventud a una mujer. Y él, que podía haberse divertido con cientos, solo quiso besarla a ella. Y desde aquel primer beso nunca más habrían de separarse. No hubo ninguna otra y no hubo tampoco ni un solo segundo en el que el amor faltara entre ellos. Los recuerdo en la vejez aún como dos niños, con toda la ilusión intacta, con aquellos ojos llenos de vida, en el caserío que construyeron a base de esfuerzo y cariño. Habían multiplicado la tierra y los animales con un sudor que siempre fue alegre y agradecido. Y creció su familia hasta el último día arropada bajo el manto de aquel hombre y su esposa.

Ella se fue primero. Y todavía siento sus lágrimas porque hubo de llorarlas sobre mi hombro. Pero aún desolado y triste volvió a levantarse al día siguiente con la luz del alba para seguir amando. Y quiso vivir diez años más hasta que no amaneció una mañana cuando ya había cumplido los noventa y seis. En esta última etapa fue tal vez cuando más cosas aprendí de él. Pasaba horas y horas a su lado escuchándole. Me sentaba a su vera en la vieja cocina y seguía aprendiendo tantas cosas. Como yo muchísimas personas acudían diariamente a visitarlo por el mero hecho de compartir unos momentos su sabiduría teñida de humildad y nobleza.

Estuve con él el día antes de fallecer. Muy debilitado por su avanzada edad llevaba unas semanas sin salir de su cuarto porque había perdido mucha movilidad. Entonces desde la cama con su voz templada me dijo uno de las cosas más hermosas que le recuerdo “ahora que llega mi momento y no puedo valerme me gusta dormir porque sueño. Sueño que soy joven y que estoy segando en el monte o trabajando en la tierra”

Sí, aquel hombre era mi abuelo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Wild In Love
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2 de julio de 2008
31 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Considero a Kurosawa un grandísimo director, había visto seis de sus películas y me habían encantado, unas más y otras menos, llegando a ser una de ellas una de mis favoritas.

Pues me pongo la de Vivir (Ikiru) que tiene buenas críticas.

Arranca genial, un tipo que malgasta su vida se va a morir de cáncer, pero la historia comienza a desarrollarse y aquí llega la decepción, es una crítica a la burocracia japonesa monótona con diálogos dilatadísimos, el Carpe Diem de un viejo moribundo que suplica a sus superiores para construir un parque…

Tras la primera hora me aburro, me aburro mucho y en ningún momento llega a emocionarme. Había mejores formas de decir lo mismo sin aburrir a un santo.

Un coñazo, pero le doy un 4 por algunas escenas que son aunténticas joyas
Black Larsen
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31 de enero de 2009
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kurosawa deja de lado las katanas para reflexionar. Lo cierto es que he pensado que podía ser para enfadarse con FA de verdad después de tanto insistir con recomendaciones suyas. Me la he vuelto a jugar y esta vez sí que he encontrado algo destacable.

Con "Vivir" Kurosawa se va a su barrio, el de los años 50, con un personaje mediocre que no se entera que está vivo hasta que, paradoja, el mazazo de la segura muerte le golpea en la olla, de manera que a través de ese personaje se alarga la dirección de la historia para profundizar en la mayor de las amenazas a la integridad del alma humana: la certeza de la muerte, la conciencia del tiempo pasajero y la crueldad de ese sentimiento trágico del que Unamuno tanto hablaba. Y a la vez, ahí está lo bueno, el intento de ser útil ante esa realidad, luchar por trascender y aportar con lo material la huella de nuestra intangible vida, de nuestra aparente inexistencia, superar ese utilitarismo facilón, ese hedonismo engañoso y despreciable que vive gracias a la sombra del carpe diem y hacer algo, no por nosotros sino gracias a nosotros y para los otros.
Luisito
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28 de marzo de 2018
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ikiru no se merece un 8,3. Al comienzo de la película ya hay una tontería manifiesta en el guión: ¿quién es el que le diagnostica cáncer? Un paciente trastornado en la sala de espera. En ningún momento el médico le dice que tiene cáncer.

Dejando atrás esta ridiculez puedo afirmar que la película convence cada vez menos a medida que pasa el tiempo. Hay una gran cantidad de exageraciones con las que la película pierde toda la credibilidad y, sin duda alguna, también su dimensión dramática. Una de estas es la penosa sobre actuación de Takashi Shimura. Es de tal calibre (puede que el lamentable doblaje también colabore) que yo como espectador no tenía ningún inconveniente en que muriera de una vez su personaje (por no decir que lo deseaba).

La inocencia supina de esta película me hace creer que fue un filme dirigido como panfleto moralista para niños y niñas de educación primaria e infantil. No hay complejidad ninguna, solo encuentro personajes planos que representan la maldad y avaricia por un lado (la administración) y por el otro lado la bondad e inocencia (el protagonista, que es sacralizado por impulsar el proyecto de un parque para niños). No encuentro la inteligencia y originalidad propia de Kurosawa por ninguna parte. De hecho puede decirse que esta película, por su condición de panfleto, está destinada a ser un claro ejemplo de cliché barato.
lloryo
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20 de diciembre de 2007
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta hace poco el señor Watanabe se dedicaba a no vivir; quiero decir que, vivía pero no tenía vida más allá de la oficina donde trabajaba y la cama donde dormía. Para más colmo, Watanabe había perdido la pasión por las cosas, y como sus únicas "cosas" eran el trabajo, Watanabe también trabajaba sin trabajar.

Un funcionario que trabaja sin trabajar y vive sin vivir... cuántos como él... cuánto tiempo así...

Pero la desgracia se cruza en la vida del señor Watanabe en forma de enfermedad; el diagnóstico de un cáncer terminal y una esperanza de vida de seis meses irónicamente lo despiertan de ese letargo vital, es entonces cuando un sentimiento de fraude consigo mismo le harán replantearse de nuevo las cosas. ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Por qué ha estado hasta ese día desperdiciándola de esa forma?.

La muerte y la desgracia impulsando a la vida y las ganas de vivir. Qué diferentes conceptos, y qué unidos andan entre sí...

Más allá de lo argumental, decir que esta cinta podría considerarse más bien una obra de un maestro que una obra maestra en sí, pues varios bajones un tanto reiterativos en ciertas escenas del tramo final del guión, hacen que la cosa baje puntos irremediablemente y se extienda en metraje innecesariamente. Pero bueno, la verdad es que si uno aguanta esos bajones con un poco de voluntad, se dará cuenta de que al final de todo ha visto una buena película con varias escenas verdaderamente impagables.

Por cierto, en Vivir también cabe la crítica a la burocracia y la denuncia política. De hecho comparte protagonísmo con el otro aspecto más filosófico de la cinta.

Entonces, ¿cuál es el sentido de la vida?; ¿tiene un sentido hedonista?, ¿altruista?, ¿egoísta quizá?, ¿religioso?; quién sabe... Yo lo único que puedo hacer es invitar al que tenga dos horas libres algún día a vivir junto al señor Watanabe la busqueda del sentido de su existencia, así como a estremecerse junto a él saboreando la dulzura de los placeres de este mundo y la amargura de saberse con las horas contadas.

Vivan vuestra propia vida como si fuese el último día, y sobre todo, disfrútenla; la vida y la película. Un 7´75 de nota.

PD: Aléjense del doblaje al castellano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
HEIFER
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