La hora de la araña

Morgan Freeman protagoniza un thriller del que no cabe destacar gran cosa excepto lo rutinario en exceso de su filmación, lo que supone el olvido inmediato días después del visionado. Mal vamos entonces. Vale para echar el rato en duermevela, pues tampoco pasa nada si te pierdes alguno de sus múltiples giros de guión (se ven de lejos y sin necesidad de gafas de ningún tipo). Giros, por otro lado, que no hace sino confirmar la escasez de ideas y de arrojo de guionista y director, más pendientes de ofrecer un show digerible para cualquier pelagatos que una película seria y con un mínimo de originalidad. Las papillas son para los bebés, majos. Así, poco más que decir en contra o en favor de la cinta, salvo que en ningún momento aburre, pero, claro está, ni mucho menos intriga, que es lo que se pretende. Y ahi viene el problema. Menos ceños fruncidos y más investigación de verdad, pitonisos, que sois unos pitonisos...

En esta película policial y de suspense, Gary Soneji es un psicópata brillante que ha llegado a ser profesor en una escuela privada de élite en Washington D.C. En dicha escuela, Soneji secuestra a Megan, hija de un importante senador de los EE.UU. Es entonces cuando el detective Alex Cross (Morgan Freeman) se incorpora al equipo que investiga el caso, junto a la responsable de seguridad en la escuela.

Lee Tamahori, director discreto, dirige con profesionalidad este Thriller un tanto abstruso, con un guión deslavazado de Marc Moss (Novela: James Patterson), buena música de Jerry Goldsmith y fotografía oscura ad hoc de Matthew F. Leonetti. En las interpretaciones Morgan Freeman lo hace muy bien, como casi siempre, y no está a la altura Monica Potter; pero en general el reparto es pasable.

Es una peli de suspense con giros de guión y ocasiones múltiples para todos los ingredientes propios del cine comercial. Puede decirse que se ve como una cinta de entretenimiento a la vez que se olvida pronto, siendo al final uno de tantos policiales de este estilo y poco menos que una nadería. Película mediocre al fin.

“La hora de la araña” es una película que no triunfa para nada de forma notable en el guión, pero sí que aprende la lección de su antecesora: entretiene compulsivamente. Entretiene tanto que logra interesarte un mínimo en una trama trillada y que acaba siendo predecible pese a jugar con cartas más habilidosas. De nuevo, si hubiese sido una trama mejor desarrollada puede que estuviéramos ante un producto casi notable. Morgan Freeman y la dirección con nervio de Lee Tamahori hacen de esta secuela un solo independiente que puede verse sin conocer la anterior, que valga la pena aunque sea por poco, y que por lo menos permita una hora y media muy disfrutable.

Este film cuenta un thriller con una historia entretenida e interesante, cuyos personajes logran empatizar muy bien con el espectador al demostrar que tienen emociones y sentimientos en su interior. Durante el nudo de la trama observamos los pasos del meticuloso plan del astuto secuestrador, quien siempre logra estar uno o varios pasos por delante de la policía. Todo ese tramo de la película está muy bien hilado, pero luego vienen las sorpresas finales, las que son a mi parecer muy tramposas y sacadas a la ligera. Desde la escena de la muerte del presunto antagonista ocurre una serie de cosas que no hay por donde cogerlas y claro lo que parecía que iba a tener un final más a la altura de lo que la mayor parte de la peli mostró pasa a ser un final muy olvidable y nada atractivo. Las actuaciones son buenas, en especial las de Morgan Freeman y Michael Wincott. El resto del elenco cumple sin mayor brillantez de la que requiere su participación.

He tenido la mala suerte de presenciar una película que se ha convertido en una decepción y en una simple trama sobre un secuestrador de poca monta y un detective muy bueno en su trabajo. Giros de guion mal ejecutados sin ninguna justificación en la trama y que intentan mantener en vilo un guion que estaba perdiendo fuelle. El poco respeto que ha habido con el personaje de Wincott ha sido bastante intolerable, ya que lo único que se estaba salvando de la película se convierte en un lastre y en un intercambio bastante desubicado. El papel de los niños tiene más carisma que toda la trama junta, y eso que salen menos en pantalla. En fin, una simplona película que tiene de todo menos carisma, poca iniciativa a la hora de narrar los giros argumentales y un robo de protagonismo injusto.