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A pleno sol

Intriga. Thriller Tom Ripley, un cazafortunas, es enviado a Europa por el señor Greenleaf para buscar a su hijo Philip, un playboy mimado, y llevarlo de vuelta a los Estados Unidos. A cambio recibirá 5000 dólares. Philip engaña a Tom fingiendo que está decidido a volver, pero no tiene ninguna intención de dejar a su prometida ni de cumplir los deseos de su padre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
24 de mayo de 2015
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
“A pleno sol” es la primera adaptación al cine que se hizo de la novela “The Talented Mr. Ripley” de Patricia Highsmith, la primera y, bajo mi humilde opinión, sin duda la mejor, una de las muestras más interesantes de cine negro europeo, una película gestada bajo el calor sofocante del verano italiano que se transforma en un thriller psicológico marcado por la desconcertante falta de moralidad de su protagonista.

Uno de los aspectos más interesantes del film, y por extensión de la novela original, es la idea del crimen perfecto, o más bien la idea de adquirir una vida deseada de la única forma posible para un fracasado, enfermo mental aunque genio, engañando no solo a sí mismo sino al resto. La película nos habla de la envidia, de la dualidad de personalidades, del amor y el desamor y sobre todo de los límites a los que puede llegar uno por querer incrementar su propia autoestima, y todo esto lo filma Clément de forma pulcra, cuidando mucho los detalles, haciendo un análisis visual del proceso de suplantación de una persona, con un tratamiento de los personajes formidable. La cinta se aparta de sentimentalismos, de excesos de planos y refleja perfectamente el acoso y el miedo interior de Ripley, trasladando al espectador a terrenos del género negro pocas veces visto con tanta sobriedad.

El protagonista es el magnético y hermoso Alain Delon, criatura diabólica que brinda una interpretación insuperable, Delon encarna a Ripley con una mezcla entre infantilidad y frialdad extrema, casi inhumana, su mirada pasa de ser distante a mostrar una curiosidad insana que roza el sadismo, como un niño que disfruta al ver chamuscarse una hormiga bajo una lupa, aun así, el actor francés consigue que Ripley resulte carismático, es difícil no sentirse atraído por la elegancia indiferente y la clase de este asesino enfundado en mocasines y pantalones de pinzas, su Tom Ripley pertenece por derecho propio a la larga galería de encarnaciones del mal que ha dado el cine. No menos hermosa y seductora está Marie Laforet como el objeto de deseo de Ripley, contrastando su belleza frágil con la posesión total y suplantación que ejerce el Ripley de Delon. Muy notable también la actuación de Maurice Ronet en su papel de Phillipe Greenleaf, representa claramente un “viva la vida”, un chico bien con dinero para malgastar sin oficio ni beneficio pero con respaldo económico de sus padres, la chulería y el dinamismo de su personaje están perfectamente reflejados por este gran actor.

Una joya del thriller, un auténtico clásico del “noir” europeo con una extraordinaria banda sonora de Nino Rota y una fantástica fotografía que logra atrapar el magnífico brillo y tonalidad de Italia, de esa Italia del sur, en particular de los escenarios naturales y urbanos en la que está magníficamente ambientada. Imprescindible.
Juan Marey
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11 de marzo de 2012
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tom Ripley hará lo que sea por pegarse la gran vida. Se saltará cualquier código moral, ético y legal para conseguir lo que quiere. Observará, planificará, mentirá, estafará, suplantará y realizará cuanto esté a su alcance con el fin de acariciar sus sueños de abundancia. Se deslizará como una serpiente silenciosa y venenosa que hipnotiza y confunde con una cortina de humo. Esa es su aspiración. Pasará por encima de todo y eliminará los obstáculos que se interpongan, aunque eso suponga llegar al mayor crimen, el asesinato.
Así es uno de los personajes más retorcidos de la controvertida Patricia Highsmith, al que Delon otorga un afilado aire de siniestro erotismo, de voraz delincuente de guante blanco al margen de la sociedad, movido por la ambición y la envidia hasta el punto de poner en marcha sus considerables recursos maquinadores y miméticos y de ese modo hacerse con identidades, fortunas y bienes ajenos. No hay nada que Ripley desee más que huir de sí mismo, de su insulso anonimato, y brillar y demostrar que él puede ser quien se le antoje; engañar al mundo para dejar de oír las carcajadas sarcásticas de la mediocridad. Tostarse al sol en una playa mediterránea con una bebida bien fría, mucho dinero que gastar y no tener que preocuparse por mañana.
Aún así, esta versión cinematográfica también me decepciona en parte, como ya me sucedió con la de Minghella. A Ripley no se le hace justicia si no se efectúa el pleno esfuerzo de reflejar sin titubeos su universo absolutamente amoral, calculador, depredador, misántropo y escurridizo.
Vivoleyendo
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30 de junio de 2017
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
O puede que sea realmente el sol el que nos ciega. Ese sol del Mediterráneo que ya fue causa para el crimen de aquel otro, para el eterno «extranjero». Casualmente, Ripley es también un «extraño», aunque no francés sino americano en tierras italianas. «A pleno sol» es un título maravilloso, perfecto, para esta película maravillosa, porque nos transmite esa sensación de vivir al límite y exponerse sin moderación al fuego de un sol sediento de ambiciones, de placer, de superficialidad indolente echado en una playa. No importa quemarse. «Lo mejor», «lo mejor».

Tom Ripley, alma y cuerpo de esta película, es el sublime Alain Delon. Su interpretación es antológica y una de las mejores que puedo recordar sobre la figura de un criminal. Cómo cambia la expresión de sus ojos cuando nadie lo observa y de qué forma se pasea por un mercado callejero como quien pasea entre hormigas; vaya escenón, por cierto. Su belleza exquisita, indecente, es un atractivo más para un Ripley tan complejo, tan trabajado, que incluso engaña al propio espectador. Le creemos inocente, ingenuo, paleto... Pero Ripley lo sabe todo, lo estudia todo, lo oculta todo con su prodigiosa inteligencia y su alegre sonrisa. Difícilmente seremos tan cómplices de un asesino como lo somos de Ripley. Quizá nunca veamos un psicópata más perfecto, más inmenso, más ambiguo, más inmoral, y aun así culpablemente deseable, admirado. Es un acierto que no se busque justificar a Ripley con historias personales tiernas ni discursitos sociales, eso de humanizar el mal, como si el mal no fuese humano. Incluso lo que parece amor por su parte no lo es, es posesión. «Toca... para mí». Mítico.

Esto es gracias también a un soberbio guion que no recurre a circunloquios, monólogos, voz en off, prólogos, preludios, antecedentes ni otras sobrexplicaciones que aburren y ralentizan la trama; y que además está escrito con inteligencia, coherencia y concisión, plagado de detalles que vuelven esta historia rica y abierta a la interpretación y al redescubrimiento cada que vez que se vea. «A pleno sol» empieza de forma directa y deja que sus personajes se muestren como son, se desarrollen a través de sus actos, de sus gestos. No sobra ni falta nada, cada palabra y escena se encamina a un fin y tiene la profunda base de la psicología, de la naturaleza humana. Lo primero que vemos de Ripley, de quien tardamos en conocer su nombre, es que escribe por Greenleaf las postales que envía y las firmas auspiciado por el propio Philippe; esta es una presentación de personajes inmejorable, premonitoria. A partir de ahí, bromas de mal gusto, imitaciones malsanas, eróticas, frente a un espejo; un voyerismo frío y silencioso, un juego de apariencias y manipulaciones, de verdades que no parecen verdad o complejas fabulaciones. Y Ripley y su pollo asado. Qué grande.

Un thriller a mi parecer impecable con una puesta en escena veraniega, luminosa y decadente; una dirección de René Clément tensa y diáfana, y para completar el cuadro la música de Nino Rota. Sin olvidarnos de un enorme y descarado Maurice Ronet que en el poco tiempo que sale se hace inolvidable.

Cine negro en su plenitud, fatal. Puede que sea Ripley quien realmente nos vuelve ciegos.
Kaori
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15 de enero de 2012
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi en Torremolinos en 1959, adonde la estrenaron en España. Yo trabajaba allí. Acabo de verla otra vez hace un rato en mi casa sevillana, en mi televisor. Es verdaderamente impresionante, sobre todo ahora, 52 años mas tarde, habiendo visto ya a la El Talento de Mister Ripley, que no le llega a A Pleno Sol ni a la suela del zapato.

Manolo Galindo Guerrero.
Manolo
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25 de octubre de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
...un padre y un hijo que fueron al cine a ver A pleno sol, con Alain Delon.
Alain Delon es el malo que hace de muchacho bueno: es decir: el ladrón al que hay que atrapar, y claro: nadie quiere que lo atrapen porque Alain es guapo, es sonriente, y se lo monta bien. Y todo el mundo quiere que siga adelante en sus fechorías aunque la polícía o las mafias estén a punto de pisarle los talones constantemente. Te haces cómplice de Tom Ripley, el personaje interpretado por Delon y sufres con él sus angustias.
Entonces, a la salida del cine, el hijo le dice al padre: esta película es inmoral, porque nos induce a ser criminales.
Y el padre responde al hijo: sí, pero date cuenta de lo mal que lo pasa el criminal ¿merece la pena?
Y el chaval se queda pensando: pues es verdad, vaya angustias que pasa el bueno de Tom.

Años más tarde el chaval se hace grande y cae en sus manos la novela A Pleno sol, o El talento de Ripley, en la que se basa naturalmente la película. La novela está escrita por Patricia Higsmith y el chaval la devora y pasa mayores angustias que cuando la vio en pantalla grande.

Le parece al chaval que la película refleja muy bien el original. Pero no voy a contar el final de la película ni el de la novela.
Fag1955
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