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Little Joe

Drama. Fantástico Alice (Emily Beecham) es una madre soltera que cría plantas en una empresa que busca desarrollar nuevas especies. Es la responsable del exitoso último diseño de su compañía: una bella planta de gran valor terapéutico: si se encuentra en las condiciones óptimas, garantiza a quien la consuma sentir algo parecido a la felicidad. Un día, Alice decide ir en contra de las normas de su empresa y lleva una planta a Joe (Kit Connor), su hijo. ... [+]
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
15 de noviembre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy cinéfilo y escritor de novelas, las cuales muestran una cierta influencia cinematográfica. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, que desea saber si una película merece o no la pena, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: MALA.
Un filme deplorable, lento y aburrido hasta la médula. Los diálogos son igual de lánguidos, como si todo el filme fuera un trasunto de la evolución vegetal y creciera a golpe de regadera. El cine debería cumplir con su cometido más relevante, que es el de distraer, y esta cinta hace bostezar. El misterio es tan delicado y tenue, tan lento y poco agresivo, que carece de garra. Cine de serie B con pocos medios, que se recrea demasiado en sí mismo y acaba por perderse entre los narcóticos acordes de la música, muy apropiada para la ocasión: esto es, dar un cabezada. Hay que tener una mente muy especial, o muy fantasiosa, para ser capaz de hacer alegorías con todo esto, y ver duendecillos en un bosque en que solo hay champiñones; mejor dicho, flores.
Jose Ramon Sales
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5 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Little Joe es la última película dirigida por la austriaca Jessica Hausner, de la que se realiza una retrospectiva repasando su filmografía en el D’A Festival. Con esta ecléctica propuesta enmarcada en el género de la ciencia ficción, Hausner juega con elementos del drama y del terror para tratar temas tan complejos como la modificación genética, la imposición social de una felicidad obligatoria, el concepto de maternidad o la conciliación familiar. Y lo hace desde una perspectiva distante y artificial hacia los hechos que muestra, sin acabar de decantarse hacia ninguno de los planteamientos que propone el film pero dejando recovecos por los que se permite intuir su punto de vista. Las gamas cromáticas utilizadas, los juegos realizado con el sonido, la particular banda sonora, las frías localizaciones, las vestimentas, el comportamiento de los personajes, todo resulta tan artificial como el laboratorio en el que trabaja la protagonista, pero igual que en éste, el trabajo da sus frutos, generando incomodidad y reflexión frente a lo que sucede en pantalla. La sensación de creciente tensión, de que constantemente algo malo puede pasar, se mantiene a lo largo de todo el film y lo hace sin caer en la complacencia de mostrar explosiones emocionales en las escenas. Todo es tremendamente comedido y correcto, hasta la extenuación. Una enigmática obra mezcla de La tienda de los horrores y La invasión de los ladrones de cuerpos en tiempos de redes sociales, en los que prima la felicidad impostada. La felicidad por encima de todo y a cualquier precio, aunque suponga la eliminación de cualquier otro sentimiento humano. La deshumanización de la especie.

Más críticas de cine y series (y algún que otro monigote): https://unhombresinpiedad.com
Un hombre sin piedad
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5 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Little Joe podría parecer una versión colorista y de autor de La invasión de los ultracuerpos. Realmente la trama tiene muchos puntos en común. Uno se queda hipnotizado por el uso de los colores y la indescriptible banda sonora. Una puesta en escena fría, donde parece que algo malo va a suceder continuamente acaban por atrapar al espectador.

Pese a quedarse a medias en sus planeamientos de fondo (reflexión sobre el miedo a la felicidad, alegoría distópica, o fantástico hipnótico) merece un lugar en nuestras retinas ni que sea por lo espectacular de su puesta en escena.
Mauri
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25 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alice (Emily Beecham) trabaja en una corporación que realiza ingeniería genética en plantas para crear nuevas especies, el proyecto en el que trabaja, aún en desarrollo e investigación, es la invención de una planta que hace que los humanos perciban felicidad al tenerla. Labora principalmente con su compañero Chris (Ben Whishaw), que además busca ser su interés romántico, ella está poco interesada y sumida en el trabajo.

Es madre soltera y vive con su hijo Joe (Kit Connor), un chico entrado en la adolescencia con el que tiene una buena relación, sin embargo, este comienza a adolecer el vertiginoso ritmo profesional que deja poco espacio para la relación madre e hijo.

El conflicto que sobreviene con la afamada planta es que esta parece segrega un polen que al ser inhalado por un ser humano (o animal), puede generar cambios leves pero muy perceptibles en la personalidad de la persona. Alice deberá luchar por defender su planta, en un contexto laboral que no es del todo favorable, mientras las sospechas respecto a los problemas de su creación siguen emergiendo.

Dirigida por la austriaca Jessica Hausner, llena la pantalla de gran pulcritud y limpieza, especialmente en las secuencias en el laboratorio, además se utilizan diversos efectos sonoros para incrementar el leitmotiv de la obra. El guion escrito junto a Geraldine Bajard -en su tercera colaboración- intenta jugar con el espectador y la esencia ambigua de la historia, ¿son reales los efectos del polen o no?

Ese es el punto más interesante de la obra, como mueve sus líneas entre la ambivalencia de este supuesto polen y la -casi- imposibilidad de detectar sus efectos, y el actuar de las personas que rodean a la protagonista, que es igual de indeterminado y sospechoso, pero que en general, también se puede pensar en que es el actuar del ser humano en su entorno normal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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24 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Little Joe” me ha defraudado parcialmente porque tiene la mitad del poder de perturbar que pensaba. Pero, por otro lado, me ha gustado, porque toca de una manera original y tangencial algunos de los problemas más graves de nuestra sociedad: la dictadura de la felicidad que nos obliga a sentirnos bien en sesión continua y proscribe y hasta prohíbe la tristeza; los peligros de la manipulación genética de la naturaleza que amenaza con ser la puntilla de la destrucción del orden natural por parte de la especie más nociva y destructiva jamás conocida sobre la faz de la Tierra, la humana; y la capacidad del sistema capitalista para fagocitarlo todo y esclavizarnos sin la más mínima oportunidad de salvación.

Y, sobre esos tres acertados y apasionados pilares, “Little Joe” gravita utilizando para ello la fórmula de la fábula, de la metáfora, del sugerir simbólicamente en lugar de atacar de manera directa. Y el resultado es un tanto apático y a ratos algo cansino pero sin duda interesante. La siempre sugerente cineasta austríaca Jessica Hausner utiliza un elegantísimo estilo formal basado en lentos y estudiados movimientos de cámara continuos evitando la sala de montaje (cuestión a agradecer ante la hipertrofia del montaje electrizante con el que suele castigarnos el cine contemporáneo) a través de una exquisita fotografía de colores muy contrastados firmada por Martin Gschlacht y eficientemente interpretada por Emily Beecham (aunque su galardón a Mejor Actriz en Cannes fue excesivo).

Eso sí, para los que creemos que Stanley Kubrick es una de las mejores cosas que le ha pasado al cine en toda su historia, visualmente debemos dejarnos cautivar por la propuesta de Jessica Hausner, porque la frialdad de los encuadres y la ambientación, así como determinadas soluciones en los planos, quieren y pueden ser referencia expresa al dios Kubrick, al que es imposible no referenciar viendo este film.

En “Little Joe” se nos cuenta la historia de Alice, madre divorciada con un hijo adolescente que está obsesionada con su trabajo como ingeniera genética en el que ha logrado modificar el ADN básico de una flor para convertirla en el ejemplar que más cuidados requiere del mundo. Debe ser regada, mimada e incluso se le debe hablar constantemente, además de mantenerla en en unas condiciones ambientales muy concretas. A cambio, su aroma es el más maravilloso jamás conocido por el olfato humano y, lo que es más importante, genera una reacción en las oxitocinas de sus propietarios que les crea una sensación de desapego a todo que los traslada a un tipo de felicidad provocada, boba y aséptica. ¿Acaso hay que dejar de sentir como única forma de alcanzar la felicidad?

Interesante, eso sí, que al finalizar el visionado de la cinta las dos interpretaciones posibles que baraja el espectador al respecto de lo que está ocurriendo en la misma se sostienen y tienen coherencia interna.
Sergio Berbel
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