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Una chica vuelve a casa sola de noche

Terror. Romance. Thriller En la ciudad iraní de Bad City puede pasar cualquier cosa. En medio de un abanico de personajes marginales, un vampiro vaga en busca de sangre. Al western vampírico se le suma un romance teñido de sangre. A Girl Walks Home Alone at Night combina géneros y estilos: invoca el western, la fascinación propia de Lynch, el terror y las novelas gráficas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
23 de septiembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
149/04(05/09/15) Pretenciosa debut en un largo de la inglesa de origen iraní Ana Lily Amirpour, tras realizar varios cortos nos obsequia con un film que te atrapa en su inicio por su sugestiva puesta en escena, todo un alarde de belleza estética de marcada tendencia indie, te engancha por su exótico y disfuncional hilo argumental, una vampira taciturna en chador, que se mueve con skate por una imaginaria urbe iraní, en medio de una ciudad deshumanizada, que termina en un romance con una especie de pseuo-James Dean, pero conforme avanza el metraje te das cuenta de que la realizadora y guionista se le agotaron las ideas, y es que el film está basado en un cortometraje homónimo de ella de 2011, no lo he visto, pero este largo se hace demasiado largo para sus escasos 80 minutos de duración, se nota estirado en mucho, intentando rellenar la falta de chicha con mucha postal y encuadre, adornado por continuos silencios. Es una mezcolanza de géneros bizarros, como el terror (aunque sin casquería estando por medio un vampiro, apenas se ve sangre), el romance, la comedia negra, el cuasi-western, todo ello en una ambientación de claras reminiscencias a la nouvelle-vague francesa, con muchos puntos en común con “Al final de la escapada” (1960) de Jean-Luc Godard, donde incluso la protagonista lleva un jersey horizontales blancas y negras como Jean Seberg en la referida cinta, manejando los sonidos, los diálogos escuetos, las elipsis, muy a esta corriente de cine gala. Asimismo recuerda al film de Jim Jarmusch "Sólo los amantes sobreviven” ( 2013 ), por su fotografía de marcado blanco y negro, y por el uso emocional de la música.

El escenario es la ficticia ciudad iraní de Bad City, nos movemos por las zonas marginales de la urbe. Allí reside Arash (Arash Marandi), un joven que vive con su problemático padre, Hossein (Marshall Manesh), drogadicto y ludópata, con una gran deuda con un mafiosillo, Saeed (Dominic Rains), esto provoca que el coche que Arash acaba de apañar se lo quede el gangster. En este amargo contexto aparece una misteriosa chica (Sheila Vand), que se mueve por la noche únicamente, lo hace en monopatín, que comenzará una turbadora relación con Arash. También tienen importancia en la historia una solitaria prostituta (Mozhan Marnó), y un niño (Milad Eghbali).

Es un film no apto a todos los paladares, cinta muy autoreflexiva, inundada de letárgicos silencios, que te deja la impresión de estar ante una cineasta con excelente creación de climas, pero a la que le falta impregnar de solidez y ritmo a la obra, quedando un producto con precioso envoltorio pero falto de sustancia. Descrita por su directora como “el primer spaghetti western de vampiros iraní”, aunque de iraní solo tiene el idioma farsi, de hecho aunque se nos hace ver que estamos en Irán, nada nos hace ver el esperado choque de culturas entre el conservadurismo islámico y el estilo occidental en el que se mueven los personajes, autos, vestimenta del protagonista, supuesta decadencia de la prostitución, las drogas y el juego asociadas a nuestro mundo, esto no se contrarresta con la vida musulmana, que si no fuera por el chador de la protagonista no parecería mínimamente estábamos en un universo musulmán, de hecho el universo que se crea tiene más de onírico cercano al surrealismo, influenciada por una miscelánea de estilos ya mencionados, a los que se suma el de la novela gráfica, remarcado esto nítidamente por el hecho de que la realizadora desarrolló en paralelo al film un comic, asimismo esta aura comicquera por que la protagonista en su figura tiene efluvios a la Marjane de la película de animación francesa “Persépolis” (2007), que tiene su acción en Irán. Sentimientos encontrados tengo donde se funden el carácter fascinador de su atmósfera con que la sensación de estar hueco de contenido la propuesta, y más al sentirla que más allá de su cautivador arranque no hay mucho más que ofrecerte.


Una simpática oferta, con cierto grado de encanto, que nos habla sobre todo de la soledad, de la incomunicación, de la frustración vital, utilizando el entramado visual como marco que deja en meros bosquejos la plúmbea trama. Trama que tiende su nudo central en la turbadora relación entre el joven rebelde Arash y la misteriosa mujer vampiro, potenciada a través de silencios punzantes, pero le falta para tocarnos la fibra, se siente un tanto artificiosa. Posee algunos elementos cómicos que la hacen más digerible, como que en vez de ver volar a la vampira, la vemos moverse en skate, o en la fiesta a la que acude la pareja protagonista, Arash está disfrazado de Drácula.

Como bien he dicho, la puesta en escena es su gran aliciente, con un notable diseño de producción de Sergio de la Vega, rodando en la ciudad de Taft (California), llevándonos a lugar deprimente, calles vacías, carreteras desiertas, excavadoras abandonadas, bombas extractoras de petróleo, paisaje desolador en consonancias con personajes aislados en sí, y estos elementos realzados por la hipnótica fotografía de Lyle Vincent en glorioso b/n, con reflejos sepia, casi siempre de noche, jugando con las sombras, con las siluetas a modo cuasi-onírico, los claroscuros, los contraluces, en contraposición con puntuales focos de luz, maximizando la profundidad de campo, con una cámara que experimenta con tomas muy cuidadas, anguladas, picados, con percepciones borrosas, esto encaminado a reseñar el estado de ánimo de los personajes, acentuando el tono de misterio, con resonancias lírico-visuales. Se banda sonora resulta estimulante con reminiscencias al Morricone de los spagueti-western, en un extraño coctel con música árabe junto rock en inglés, temas que suenan de modo diegético, oyéndose a través de casetes y vinilos, esto contribuye al clima poético de la acción. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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16 de diciembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraña y misteriosa mirada sobre el vampirismo proveniente de la directora de origen iraní Ana Lily Amirpour, que acaba confluyendo en todo un ejercicio de estilo y con palpables pretensiones de transgresión, aunque esta sólo se ejerza en lo puramente estilístico. Convergiendo en géneros como el terror, el drama intimista y bajo un impostado aroma western, se origina una mezcolanza que no acaba de funcionar. La película se desarrolla bajo la evolución de un romance dentro de la ciudad ficticia Bad City, que funciona casi como un rebufo del arte de Frank Miller a la hora de presentar un variopinto grupo de personajes marginales en medio de la decadencia y la degeneración. Una propuesta ante todo singular, que ofrece en su decrépita fotografía en blanco y negro un valuarte visual digno de deleite, en una obra que ignora la posibilidad de intentar una transgresión formal a su fondo.

El personaje vampírico eje de la trama ofrece un potente simbolismo, que aunque protagoniza estampas y secuencias dignas de elogio no se promulgará como elemento suficiente para ignorar las enormes aristas referenciales que el film se vez incapaz de disimular, pecando de ingenuidad en su contenido argumental. Con todo, la obra de Amirpour se disfrutará tan solo como un bello espectáculo visual, que fracasa a la hora de cimentar unos personajes e iconografías con los no ejerce ningún tipo de implicación que vaya más allá de la referencia, con una narración injustificadamente alargada. Un continente que acaba ahogando al contenido, algo imperdonable dentro de la clara transgresión que el film se esfuerza en promulgar.

http://elgabinetedelreverendowilson.wordpress.com/
Reverendo Wilson
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29 de marzo de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con buenas imágenes y planos la fotografía de las imágenes es atrayente. Parece un examen final aprobado solo si tuviéramos en cuenta que el cine es arte, pero el cine es arte y entretenimiento, lo último es lo que le falta.

Le hace falta carácter a los personajes ya que se podría haber profundizado en las acciones de cada uno, a lo mejor, incluyendo más guión dialogal antes que dejando a la libre interpretación de los espectadores las relaciones entre ellos.

La historia parece desconectada por momentos, deja muchos espacios en blanco.
Mar Siciliano
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24 de enero de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película hija de nuestro tiempo, pues como tantas otras, entiende mal su naturaleza de "independiente". El ritmo no existe aquí, son escenas alargadas, que no silencio poéticos. La empatía del espectador con los personajes, como que tampoco, como que da igual. Vamos a preocuparnos de contar algo de manera diferente, tanto, que lo vamos a complicar para llegar solamente a un tipo de público. Vamos a preocuparnos de la dichosa estética, dichosa cuando solo sirve para lo que Amirpour cree. Porque la estética debería ser emoción y sentimiento y no un obstáculo. Pretende ser tantísimas cosas que se queda reducida a nada. Interminable sopor recomendado por críticos/as de cine que escribieron de ella argumentos tan válidos como "guay" o "brutal". Las palabras de la intelectualidad.
gpiqueras
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4 de marzo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gratamente me ha sorprendido esta original puesta en escena de la americana, de origen iraní: Ana Lily Amirpour. Sobre todo porque no esperaba gran cosa de un género que no es precisamente de mis favoritos; pero la fusión que la directora ha conseguido mezclando materiales artísticos de calidad: comic, música, fotografía en blanco y negro, estampas underground, wéstern suburbial, romanticismo vampírico..., funciona misteriosamente, poniéndose de perfil ante algunas constantes del género fantástico como la truculencia y la explicitud sanguínea y visceral. Tampoco abunda la película en tratados existencialistas sobre los muertos vivos o los vivos muertos, ahorrándonos el tostón metafísico de los espectros de afilados y largos colmillos.

La apuesta que encarna esta fría mujer sin nombre, de mirada cálida; esta justiciera y enamoradiza feminista, acaba resultando, contra pronóstico, muy estética y hasta convincente. La timidez de sus ataques, obligado alguno por supervivencia, no resta firmeza en sus principios, regidos por cierta equidad en la distribución de la imprescindible violencia.

Solo reprocharía a este sólido alegato de amores inmortales el exceso, para mi gusto, de la técnica del videoclip en la presentación de algunos personajes o situaciones. Aún así, esa utilización melódica en todo momento no desvirtúa, curiosamente, la calidad de su banda sonora.
Sinhué
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