Haz click aquí para copiar la URL

El buscavidas

Drama Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
<< 1 2 3 4 10 26 >>
Críticas 127
Críticas ordenadas por utilidad
8 de febrero de 2010
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El poco prolífico Robert Rossen realizó uno de los mejores dramas, sino el mejor, sobre la eterna figura del fracasado irredento, contando con la presencia de un Paul Newman en estado de gracia, un George C. Scott comedido y maquiavélico, la distinción personificada en Jackie Gleason y la fragilidad mutilada de Piper Laurie. No es este el típico dramón lacrimógeno, sino un retrato severo y pesimista sobre la condición humana, cuestión que recuerda sobremanera al tono de algunos relatos de Bukowski.

La elegancia y circunspección de la que hace gala “El buscavidas” es simplemente sublime, séptimo arte en bruto como sólo poseen las obras mayores. Planos y secuencias con una excelsa fotografía en blanco y negro, que han pasado a la posteridad como ejemplo de garbo y sabiduría narrativa. De esta manera se recrean los decadentes ambientes de billares, donde perpetuamente cuelgan carteles de "Prohibido hacer apuestas", que nadie respeta. Lugares de encuentros y desencuentros entre los disfuncionales personajes, rodeados por el humo, el whisky y el sudor adrenalítico. Un relato nada benévolo que nos lleva a través de los derroteros vitales de un talentoso jugador de billar, el cual se mueve de ciudad en ciudad en busca de la siguiente víctima a estafar y cuya meta final consiste en vencer a “El Gordo de Minnesota”, el as invicto en todos los estados.

Una partida a tres bandas que chocan y se destruyen entre sí y a sí mismas. A Eddie le vence su propio carácter impaciente y su ego, a Bert su maldad y ambición apáticas, a Sarah su autodestructivo odio a sí misma y el miedo a ser abandonada. Todos, aparentemente ganadores o perdedores en el juego o la vida, acabarán por descubrir la sombría realidad: cada uno a su manera, han nacido para perder.

La sensación final de desazón es impepinable: “Relámpago” Nelson podrá ganar en todos los juegos que se proponga, pero en la partida de la vida el precio que ha pagado es tan alto que cualquier victoria sabrá amarga; todo por culpa de una habitación de hotel de Louisville. Triste y magistral.
RandolphCarter
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3 de enero de 2008
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eddie Felson es un joven, arrogante y amoral buscavidas que frecuenta salas de billar, dejando pelado a cualquiera que empuñe un taco. Decidido a ser aclamado como el mejor, Eddie busca al legendario Gordo de Minnesota, apoyado por Bert Gordon un agresivo jugador. Eddie podría batir al campeón, pero se ve derrotado por su baja autoestima. El amor de una solitaria mujer podría volver a sacarle de esta vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al Gordo de Minnesota, sin importarle el precio que tenga que pagar por ello.
Hay películas que duelen. Jamás una película se me había quedado tan grabada en la mente. Nunca una historia tan ajena ha entrado a formar parte de mi vida. No, amigos, ésta no es una película sobre el billar. A partir de una olvidada novela del desconocido Walter Tevis, un Robert Rossen surgido de sus propias cenizas escribe sobre el tapete su más bello poema, dedicado a la épica de la derrota. La magnífica fotografía en blanco y negro deja en evidencia el color del dinero y del éxito, pilares de una sociedad que se precipita tronera abajo.
El buscavidas no necesita ser un clásico. Simplemente es intensa. Si emocionalmente no te impacta, te envidio, y te compadezco. Es casi perfecta. Desde una técnica magnífica, impecable puesta en escena, esa música, la sucia ambientación y el trabajo del veterano Eugene Shuftan contribuyen a crear las imágenes para una historia sin fisuras. Obra de Rossen.
Eddie Flash, el as ambulante del billar. Su apolíneo y flemático rival, El Gordo de Minnesota. El rapaz apostador, Bert Gordon. El contrincante vencido. Y Sarah. El personaje de la desamparada novia de Eddie Flash es antológico y la actuación de Piper Laurie es genial. Qué sabor tan fuerte y amargo.
"Claro, tenías el mejor pretexto del mundo para perder, no importa perder con una buena excusa. Pero ganar... resulta a veces como una carga, pesa mucho. Es un fardo del que puedes deshacerte con una excusa, lo único que tienes que hacer es compadecerte a ti mismo. Es uno de los mejores deportes: sentir compasión de uno mismo, un deporte que gusta a todos."
Nunca olvidaré la fuerza entre Eddie y Sarah. La intensidad que tienen sus miradas, sus amargos diálogos, la desesperación que reflejan sus rostros. Sentiré lástima por Fats. Odiaré por siempre a Bert Gordon. Y Eddie. Recompuestos los pulgares, a Eddie le hacía falta coserse el alma. Demasiado tarde. Demasiado doloroso para ser un triunfo.
Naran
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
17 de febrero de 2009
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi todo el filme se desarrolla en las salas de billar, pero a lo largo de la película lo que está en juego es muy distinto... The hustler no es sólo una película sobre la competitividad, la ambición y la superación, es una película sobre la vida, sobre las relaciones humanas y, en especial, sobre el amor; que, en ocasiones, es tan sólo un punto de apoyo en una vida vacía, una forma de compartir la soledad, confuso y aparentemente prescindible, salvo cuando se pierde... y se pierde cuando el miedo y el orgullo se mezclan, cuando las ambiciones personales no dejan pensar en que la partida más importante y difícil en la vida es la de ser feliz. Soberbio guión, con frases para el recuerdo, el personaje de Newman, con su inmenso ego, hipnotiza y crispa a partes iguales, su personalidad es un fiel reflejo de como, a veces, la ambición y la soberbia no dejan ver qué decisión es la adecuada.
Marco Scola
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5 de mayo de 2015
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces tengo rachas de no ver durante un largo tiempo ninguna película buena. Tanto que uno se empieza primero a desilusionar y después a conformar. Tanto con el cine moderno como con los clásicos antiguos que mas de una vez lo dejan a uno con cara de no entender nada ante su fama y gloria.
A veces es tan larga la racha que hasta uno empieza a ver cosas buenas donde no las hay. "Bueno, esto no está tan mal" se empieza a decir uno.
A veces, si se extiende demasiado esa racha o no se revisan cada tanto los "clásicos" propios, uno se puede llegar a olvidar también porque era que le gustaba el cine, que era lo que tenía de especial.

Y si tenemos en cuenta la cantidad de películas que deben existir en el mundo entero y en todos los años que lleva existiendo el cine, también tendría que usar (lamentablemente) el "a veces". Porque dentro de ese numero y en porcentaje, solamente a veces, simplemente se trabajó, se ideó o se tomó una historia bien armada, con sentido, con trama, con buenos diálogos, con ideas y sentimientos. Y se contó la historia eficazmente, con buen pulso, con ambiente e imagen bien logradas, la trama se desarrolló hábilmente, bien acompañada por la música justa y necesaria, fue interpretada mas que correctamente y dejó una obra bien hecha, como esas que duran mas allá de su época.

Solamente eso, nada digo acerca de la historia, las ideas o los personajes. No importa realmente ahora.
Esta película es el trabajo de un montón de gente que se puso a tratar de ser lo mejor que pudieran en lo que hacían y dar lo mejor. Y así salió.
Nico
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4 de marzo de 2016
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo un referente cinematográfico, «El buscavidas» despierta pasiones. La pasión me la despierta a mí Paul Newman por obvias razones en las que no ahondaré para no aburrir al personal.

Una dirección fuerte de Robert Rossen que utiliza las elipsis de una manera espectacular y una fotografía blanca y negra que embellece todo lo que nos está contando la historia son dos de sus elementos destacables, a los que habría que añadir las interpretaciones masculinas, la de Newman y la de George C. Scott. Esta vez quiero resaltar al fenómenos Scott, quizá nunca lo bastante reivindicado. Este actor era, y está aquí, absolutamente genial. Cara a cara con Newman desprendiendo esa naturalidad que tanto echo en falta en los actores modernos y con un dominio escénico apabullante. Bestial.

Precisamente su personaje de Bert Gordon es quien da pie a una serie de interpretaciones de la historia que no comparto en absoluto. ¿Por qué tanto odio a este Bert? Se le tacha de villano por la simple y llana razón de que dice la verdad. Eso de decir la verdad equivale en nuestros días a no ser buena persona y tal parece que lo correcto, lo adecuado, es callarse y mentir para que todos vivamos en nuestro propio mundo ideal y falso. Tanto Eddie como Sarah (Piper Laurie) viven en un mundo cerrado y degradante que les proporciona una falsa felicidad, una mentira compartida en la que ninguno está satisfecho, hasta que llega Bert con su sabiduría y les dice a la cara la verdad que les duele pero a la vez les despierta.

Que Eddie fracasa pese a su talento porque no tiene templanza ni autocontrol, en definitiva madurez, es una verdad incontestable. Que Eddie mantiene con Sarah una relación afectiva enferma condenada a la extinción por el bien de ambos, es una verdad tan dura como certera. De hecho, es imposible que se pretenda tomar como válida la dicotomía que la película plantea erróneamente entre el billar como algo negativo y el amor de Sarah como la salida positiva. La relación amorosa de «El buscavidas» está viciada desde el principio y el desequilibrio emocional de Sarah es una bomba de relojería que nada tiene que ver con Bert, Eddie o los billares. Si esa era la idea, retratar la destrucción que la ambición produce en las personas, primero debería haber sido todo mucho más sucio de lo que es y, segundo, Sarah debería haber sido una chica normal y corriente que en contacto con esa forma de vida de su pareja acaba arruinada. Entonces sí que la historia cobraría un esclarecedor dramatismo.

De esta manera, lo que se supone que es un retrato de la derrota, que sinceramente no se ve por ninguna parte teniendo en cuenta que Eddie sí gana, se delata en realidad como el relato de una evolución personal de un hombre inmaduro en un mundo, el del juego y las apuestas, que puede ser tan beneficioso como dañino si no tienes el carácter necesario. Nunca nos parecerá tan hermoso el billar como cuando Eddie describe sus sensaciones al jugar y tener el taco entre las manos: madera con nervios y brazos convertidos en alas.

¿Y de verdad queremos que Eddie abandone su pasión? Que ni se le ocurra.
Kaori
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 26 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow