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Estados Unidos Estados Unidos · Bon Temps (Louisiana)
Voto de RandolphCarter:
10
Drama Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
8 de febrero de 2010
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El poco prolífico Robert Rossen realizó uno de los mejores dramas, sino el mejor, sobre la eterna figura del fracasado irredento, contando con la presencia de un Paul Newman en estado de gracia, un George C. Scott comedido y maquiavélico, la distinción personificada en Jackie Gleason y la fragilidad mutilada de Piper Laurie. No es este el típico dramón lacrimógeno, sino un retrato severo y pesimista sobre la condición humana, cuestión que recuerda sobremanera al tono de algunos relatos de Bukowski.

La elegancia y circunspección de la que hace gala “El buscavidas” es simplemente sublime, séptimo arte en bruto como sólo poseen las obras mayores. Planos y secuencias con una excelsa fotografía en blanco y negro, que han pasado a la posteridad como ejemplo de garbo y sabiduría narrativa. De esta manera se recrean los decadentes ambientes de billares, donde perpetuamente cuelgan carteles de "Prohibido hacer apuestas", que nadie respeta. Lugares de encuentros y desencuentros entre los disfuncionales personajes, rodeados por el humo, el whisky y el sudor adrenalítico. Un relato nada benévolo que nos lleva a través de los derroteros vitales de un talentoso jugador de billar, el cual se mueve de ciudad en ciudad en busca de la siguiente víctima a estafar y cuya meta final consiste en vencer a “El Gordo de Minnesota”, el as invicto en todos los estados.

Una partida a tres bandas que chocan y se destruyen entre sí y a sí mismas. A Eddie le vence su propio carácter impaciente y su ego, a Bert su maldad y ambición apáticas, a Sarah su autodestructivo odio a sí misma y el miedo a ser abandonada. Todos, aparentemente ganadores o perdedores en el juego o la vida, acabarán por descubrir la sombría realidad: cada uno a su manera, han nacido para perder.

La sensación final de desazón es impepinable: “Relámpago” Nelson podrá ganar en todos los juegos que se proponga, pero en la partida de la vida el precio que ha pagado es tan alto que cualquier victoria sabrá amarga; todo por culpa de una habitación de hotel de Louisville. Triste y magistral.
RandolphCarter
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