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El buscavidas

Drama Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
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Críticas 127
Críticas ordenadas por utilidad
8 de mayo de 2007
284 de 333 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que fue la primera o segunda película que pusieron en ¡Qué grande es el cine! Mi cinefilia en ciernes encontró puntual alimento en ese programa sin duda; supongo que a muchos les pasó igual. Iniciaba yo mi travesía universitaria entonces, el camino del éxito según decían, la vida engullida entre ansias de triunfo a toda costa. No entré al trapo, la verdad. La universidad me proporcionó una pseudo formación, no lo discuto, pero no me inculcó el ansia de triunfo que parecía asolar los rostros de los que, con fruición, tomaban apuntes moviendo los codos, afilándolos para los costados ajenos.

Y es que siempre he tenido una atracción malsana por la figura del perdedor. Siempre, quizás inconscientemente, he dirigido mis caminos hacia emular, de alguna manera, ese nihilismo existencial del que entiende y comprende la languidez vital del fracasado. Del que gusta de vivir la vida con la intensidad del desengaño.

Esta película es una obra maestra de eso que estoy diciendo. Los detalles técnicos, argumentales y dramáticos se los dejo a otros. De este film solo puedo decir que hay que verlo. Poco más.

El personaje de Paul Newman en esta película es un icono imprescindible ya. Una aparente contradicción que este actor (el más exitoso de su generación) fuera, en mi opinión, el único capaz de dar vida a "Fast" Eddie Nelson.
Bloomsday
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19 de mayo de 2007
204 de 215 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la vida de todo aquel que ame el cine o simplemente con que le guste un poco hay una serie de películas a las que se vuelve una y otra vez, cada vez que se empiezan a ver se desea volver, y cada vez que se terminan deseas no volver para que esa vez no se acabe. Son lo que yo llamo obras maestras, o poniéndolas un nombre más personal, películas de mi vida. "El buscavidas" es una de esas películas.

Todo lo que aquí escriba sé que no le hará justicia, porque es una película que significa demasiado para mí, un sentimiento casi afectivo que es imposible describirlo con palabras, al menos, palabras que la ajusticien. Incluso las diez estrellitas se me quedan cortas. Es una película elegante y sobria en la superficie, pero en el interior late todo un corazón, un corazón amargo, desencantado, trágico, lúcido, dolido, un corazón perdedor, pero un corazón al fin y al cabo. Un corazón lleno de vida.

Es una historia como otra cualquiera pero al tiempo única, que ejemplifica no sólo el tema del perdedor que se le atribuye, sino que habla de la vida, en general, de lo que buscamos en ella y de lo que vamos perdiendo en el camino para llegar a un final en el que no hay nada y en ese camino hemos perdido todo lo que teníamos para que después ese mismo camino venga a cobrarse un 75% de esa nada. La nada es ese trono inexistente que siempre lo va a ocupar otro, esa felicidad que busca el sueño americano, un sueño hipócrita soñado por máscaras pervertidas, retorcidas y lisiadas, un sueño que se va por el váter en un motel de Louisville donde se pierde toda esa fantasía inútil para ganar algo tan mísero y deprimente como el carácter.

Eddie Felson vivirá toda su vida acompañado de ese carácter, sabiendo lo que pudo tener y todo lo que perdió, y probablemente conformándose con lo que ahora tiene. No quiero comprobarlo, me conformo con imaginármelo, así que quizás no vea esa revisión llamada "El color del dinero" del gran Scorsese porque creo que hay que dejar ciertas cosas como están y no tocarlas, y esta obra maestra que nunca terminaré de conocer es una de ellas. Una grandiosa película, una grandiosa lección de cine, de vida. Una película que está filmada por Robert Rossen pero que es mía.

"Dime, Bert, ¿cómo puedo perder?
Tenías razón no basta tener talento hace falta carácter también.
Estoy seguro de que ahora tengo carácter.
Lo encontré en un hotel de Louisville."
GVD
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28 de mayo de 2007
300 de 439 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría haber sido otra película pero incuestionablemente "El buscavidas" me viene como anillo al dedo para poner en práctica un personalísimo experimento cinéfilo.

Yo, TAYLOR_1968, como usuario de FilmAffinity y responsable de esta iniciativa, declino cualquier acusación o querella derivada del seguimiento incorrecto e imprudente de las instrucciones a continuación explicitadas y remito a quien pueda sentirse ofendido, vilipendiado o menospreciado a ejercer su soberano derecho a pulsar el botón del NO. A continuación, todo el que en pleno uso de sus facultades mentales quiera prestarse a participar -sin interés económico de ninguna índole, lógicamente- a esta humilde prueba empírica, lea y siga con atención y detenimiento las siguientes instrucciones:

1.- Acomódese en su sillón o butaca favorita.

2.- Introduzca en su aparato reproductor de DVD la película "El buscavidas" de Robert Rossen.

3.- Arroje con fuerza, lo más lejos posible, sus gafas de pasta. No las necesitará.

4.- Si ud. es fumador o bebedor de whisky, provéase de uno o ámbos elementos.

5.- Inspire profundamente y déle al botón del PLAY de su aparato reproductor de DVD. Dispóngase a ver una Obra Maestra.

6.- Recréese en la oscarizada y exquisita fotografía en B/N de Eugene Shuftan.

7.- Disfrute de la banda sonora. Aprecie esos clamorosos silencios que nos ofrece la película. Escuche el suave rumor de la bola rodando por el tapete del billar.

8.- Deléitese ante las memorables interpretaciones de sus 4 protagonistas, en especial de Paul Newman y George C. Scott.

9.- Paladee todos y cada uno de los diálogos. Empápese de su esencia, de su filosofía.

10.- Si después de haber seguido a pies juntillas los pasos anteriores ud. no ha disfrutado como un camello ante este rotundo, brutal y apabullante ejercicio de CINE, descarte cualquier posibilidad de llegar algún día a adquirir el preciado status de cinéfilo. No tiene ud. remedio, es un caso perdido. Dedíquese al macramé, la repostería o la papiroflexia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Taylor
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29 de agosto de 2008
109 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras llevar una racha de pelis malas, masacrándome las neuronas a través de las córneas, necesitaba ver buen cine. Y el azar quiso que fuese esta peli la primera que sacase de mi caja de dvd's. Como dijo aquel: a veces el diablo se pone de nuestra parte.

Maravillosa película, con una impresionante y necesaria enseñanza: no es en la habilidad concreta que uno domine donde se demuestra el éxito o el fracaso, sino en que los frutos que de ella obtenga sean sabrosos o estén podridos.

Paul Newman no interpreta. Eso, se mire como se mire es fingir. Haciendo que parezca sencillo lo dificilísimo, simplemente da vida al personaje, lo hace real y palpable. Miradas, gestos, y -sobre todo- sonrisas, traspasan el celuloide, la pantalla, y lo que haga falta, para crear un nivel de credibilidad pocas veces vistos en toda la historia del cine. Eddie está vivo, deseamos conocerlo, y soñar, amar, y sufrir junto a él. Impresionante es decir poco.

A su lado, Piper Laurie deció contagiarse de genialidad, y sabe darle la réplica con una muy dolorosa y convincente recreación de persona sola, débil, dependiente, y con fondos de nobleza, con quien es dificil no llegar a sentir auténtica pena. Esto si es cine.

George C. Scott (cada vez que veo un documental o peli de la segunda guerra, en el que nombren a Patton, veo su cara), no necesita derrochar expresividad ni ademanes para componer el prototipo de cinico sin escrúpulos, que con una media sonrisa torcida o una mirada clavada a las pupilas, logra disimular intenciones o encontrar puntos débiles en sus presas. Uno llega a despreciarlo de verdad, y a eso en un actor se le llama talento.

Y Jackie Gleason, el último vértice del cuadro. Inolvidable su Gordo de Minnesota. Derrochando clase y elegancia. El rival que todos deberiamos tener alguna vez en nuestra vida, para poder esbozar una auténtica sonrisa de satisfacción de llegar a vencerlo. Magistral su interpretación, metáfora de los sueños que se quieren alcanzar, al aparecer -al ser- principio y final de la historia.

Rodada en gloriosos blanco y negro, con toda su gama de grises -como la vida misma- no es una peli que vaya a recomendar. Eso seria tan absurdo como decirle a alguien que algún dia ha de morir. Todo el mundo sabe que tarde o temprano llegará a ese punto, y esta película es algo que cualquiera que bucee -un poquito tan solo- en el mundo de las películas gloriosas, llegará a descubrir, a gozar, y a admirar. Lo quiera o no.
Kingo
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8 de agosto de 2010
94 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación cinematográfica de Robert Rossen de la novela de Walter Tevis (The Hustler), sobre el mundo subterráneo de los tahúres del billar, de almas perdidas, de seres a la deriva, y de otros aprovechados y sin escrúpulos, todos ellos saben dónde se encuentran hoy, pero no saben dónde amanecerán mañana, seres sin un futuro determinado sencillamente por qué no tienen nada, por no tener ni tiene un futuro medianamente determinado. “El buscavidas” es una obra maestra absoluta, una de las mejores películas de la historia del cine, y lo es porqué Rossen supo buscar unos interpretes adecuados, desde Michael Constantine, hasta llegar a un inconmensurable Paul Newman, el trabajo de este último merece un capítulo aparte.

Paul Newman, realiza un trabajo excelente, todos sus gestos, sus miradas, sus acciones de hombre incontrolado y sin seguridad, realzan totalmente la película. Estoy completamente seguro (qué riesgo escribir esto) que sin Paul Newman “El buscavidas”, habría resultado una película diferente y menor. Realiza a la perfección el papel de perdedor, su trabajo es para sacarse el sombrero.

Sobre el resto de actores, a quién tenemos que descubrir, todos bordan su papel: Jack LaMotta, que hace de barman; George C. Scott, esa especie de proxeneta del taco, cínico, malvado y falso, está que se sale; Una estupenda Piper Laurie, en uno de los mejores trabajos de su vida como la autodestructiva dama enamorado del perdedor Eddie (Relámpago) Felson; Jackie Gleason como el “Gordo de Minnesota”, nunca estuvo mejor. No podemos olvidar la magnífica iluminación y fotografía de Eugene Shuftan.

Actualmente el cine ha evolucionado, muchos más medios, pantallas en 3D, grandes efectos especiales, etc., pero aún no ha encontrado, ni guiones como los de hace unos años y ni mucho menos actores carismáticos, que con solo su presencia llenaban la pantalla.
Vfoul
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