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Crónica de un ser vivo

Drama Poco después de terminada la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) Kiiji Nakajima, un anciano atemorizado por las consecuencias del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, vive obsesionado con la idea de construir un refugio antiatómico. Sin embargo, cuando algún tiempo después se plantea emigrar con su familia a Brasil para evitar la amenaza nuclear, su decisión tropieza con la incomprensión de todos los que lo rodean. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
24 de mayo de 2010
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante film de clara denuncia, del maestro Kurosawa, que resulta, vista hoy en día, claramente superada.
En la época en la que se rodó, apenas seis años después de la finalización de la II Guerra Mundial, tenía fuerza dado que el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre suelo japonés estaban cercanas en el tiempo y además se veían por las calles los estragos causados por ellas.
Por ello es positiva, porque, al menos, denuncia la situación, poniendo el dedo en la llaga en un claro problema económico-sanitario-social japonés.
Sin embargo, y más allá de la buena puesta en escena y excelentes interpretaciones, la película se ve con mucho distanciamiento, y no me refiero en cuanto a lugar y tiempo desde que se rodó, sino que apenas emociona y, aunque se comprende claramente el problema expuesto, no alcanza la excelsa categoría que se requería.
Comienza bien y el primer tercio es bueno, y resulta muy ameno y disfrutable, con la presentación de los diferentes miembros de la familia y del personaje del Dr. Harada (estupendo como siempre Takashi Shimura), que sirve de conciencia del ciudadano japonés que apenas se da cuenta en principio del dolor del protagonista, para más adelante comprenderle del todo y ponerse, al menos, moralmente, a su lado.
Sin embargo, poco a poco la película se vuelve sumamente grave, en exceso, hassta llegar a un final presuntamente rotundo, pero que visto ahora resulta un tanto excesivo, que deja más bien frío pese a su evidente dramatismo.
Muy bien de nuevo, Toshiro Mifune y el resto del elenco interpretativo, excelente fotografía en blanco y negro y una sensación de que este film es, tal y como lo han descrito diversos críticos, menor dentro de la soberbia filmografía del maestro Kurosawa. Y por ello merecedora su visión, sobre todo por su importancia histórica, que muestra la preocupación del maestro sobre un problema que, como se ve en el filme, resbala a la gran población a pesar del poco tiempo transcurrido desde la devastación causada por las dos bombas atómica de Hiroshima y Nagasaki.
Ignacio Larrea
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31 de julio de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vivir en 1955 en Japón y ser director de cine es más que suficiente para realizar una película en la que el pánico a lo nuclear, a las bombas y a las radiaciones fueran las protagonistas al fin y al cabo, el país por aquella época aún no había despertado de la catástrofe de Hiroshima y Nagasaki. En efecto buscando el efectismo, el maestro Kurosawa pudo reflejar bien la situación de incertidumbre y de miedo que por aquella época aún debía atenazar el corazón de los nipones, pero pasado más de medio siglo después y con otros muchos ejemplos de películas sobre la guerra nuclear (especialmente las que se realizaron durante la guerra fría) en realidad el filme no deja de ser hoy más que una curiosidad histórica y una de las primeras obras de un maestro del cine de todos los tiempos como Kurosawa, con películas como Ran, Vivir, Dersu Uzala o Rashomon. Esta no es especialmente una de las obras más destacables del genio nipón, que aunque sí muestra cierta valentía a la hora de tratar un tema espinoso, la verdad es que no termina de coger el toro por los cuernos y todo se queda en una intención… todo se reduce a la ‘locura’ de una sola persona que aquejado del miedo por las radiaciones de las bombas de hidrógeno decide emigrar a Brasil con toda su familia para escapar de la muerte, abandonando todo el Japón, razón por la cual sus propios hijos lo llevan ante un tribunal familiar. Este es en resumen el argumento que utiliza Kurosawa para realizar una crítica descafeinada y poco convincente, mediante una película que salvo un par de escenas con una buena profundidad de campo y una buena dirección de actores, tampoco atesora los prodigios técnicos que el maestro Kurosawa demostrará en otros filmes mucho más dignos de elogios.

En realidad la película resulta incluso distante, muestra un problema de una forma clara sí, pero sin emoción ni intensidad, efectivamente parece más una crónica periodística que un relato en algunos aspectos, porque lo que se cuenta tiene mimbres de sobra para encoger corazones y ensanchar conciencias, pero el guión en esta ocasión no le saca partido a tal eventualidad.

Así, Kurosawa, por ejemplo, renuncia en todo momento a la utilización de la música (salvo en una escena con un disco intradiegético) y solo deja a la faceta del sonido los típicos pasar de un tren, el tic-tac del reloj, o la lluvia cayendo. Tampoco resulta muy acertada el montaje del filme que se solventa con la utilización una y otra vez de cortinillas para engarzar los planos lo que le da al filme un ‘tacto’ bastante tosco, abusando de este recurso tan facilón para desarrollar el montaje.

Aún así, creo que la intención del filme era buena y el guión es cuanto menos curioso, sólo que se esperaza bastante más de un maestro como Kurosawa que para entonces ya había dirigido algún clásico universal.
Palomitasconchoco
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15 de diciembre de 2022
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Es considerada un Kurosawa menor. Quizá no podía ser de otra manera tras Los Siete Samuraís del año anterior, un éxito de crítica y público que disparó su prestigio y le hizo entrar en el Olimpo de los directores más importantes. Sin ningún género de dudas uno de mis cinco directores favoritos.
La propuesta es interesante, abiertamente antibelicista, pero no en una película de guerra, como suele ser habitual en los escenarios más beligerantes. Es antibelicista civil, con una trama que no trata de la eliminación de la guerra, ni tonterías parecidas.
Además es evidente la lucha generacional que plantea, que, supongo, en Japón será más cruda que en Occidente Europeo bienpensante. Las tradiciones pesan más allí y el respeto a la familia se tiene más a gala.
Es interesante cómo evoluciona el tribunal arbitral sobre la pretensión del padre de familia de viajar y establecerse en Brasil. Al principio parecía que era una especie de locura y que todo se iba a decidir rápidamente. A medida que se estudia el caso, se reciben testimonios de los hijos y de él mismo se va formando una idea colectiva de que el miedo a la bomba atómica no es ilusorio o fingido, sino real. Todos en Japón experimentaron ese miedo, en mayor o menor medida. Y eso es, precisamente, lo que quiere denunciar.
Me ha gustado mucho. No tiene la relevancia de otras cintas suyas, pero es muy interesante y, la verdad, tan buena como cualquier de las suyas. Toshirō Mifune y el gran Takashi Shimura componen el elenco principal. Casi nada. Dos de los actores que se asocian tradicionalmente a Kurosawa.
ÁAD
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24 de mayo de 2010
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bien sabemos que, las víctimas de una guerra, no son sólo aquellas cuyos cadáveres se cuentan uno a uno, o a las que se les expide certificado de defunción durante el tiempo que dura el conflicto. Esta cifra –siempre alterada para no dar plena cuenta de las atrocidades a las que los gobiernos conducen a sus pueblos- quizás sea, en muchos casos, inferior al número de víctimas que se va presentando luego, como consecuencia de los traumatismos de lento desarrollo, las heridas que luego se complican y, sobre todo, las cargas psicológicas en las que, el miedo y las pesadillas, vulneran y torturan hasta llevar al fallecimiento.

Es de esto que quiere darnos cuenta, Akira Kurosawa, con este primer acercamiento al Japón de la posguerra. La historia, infortunadamente, es demasiado simple y llevada a escena con suma precariedad, y más pareciera un documental televisivo de corte realista que una puesta en escena cinematográfica, cuyos protagonistas son nada menos que Toshiro Mifune y Takashi Shimura las dos grandes estrellas del cine kurosawano.

Con todo, sus atinadas actuaciones y el desenvolvimiento que va teniendo el padre obsesionado buscando protegerse y proteger a los suyos (esposa, hijos, nueras y nietos), de las irradiaciones que siguen emanando las bombas lanzadas contra Hiroshima y Nagazaki, proponiendo un viaje hacia el Brasil, resulta conmovedor y muy diciente de los profundos conflictos que subsiguen al acto bélico.

Kurosawa nos hace olvidar el vergonzoso papel que desempeñó su país durante la segunda guerra mundial y tan sólo vemos a inocentes seres humanos ajenos por completo a los protagonistas de aquel atroz enfrentamiento. Porque, lo cruel e improcedente es que los civiles, por millones, pagaron con su sola presencia como moradores, las peores consecuencias de aquella confrontación.

Cabe lamentar la sombría mirada que, desesperanzada del futuro, impone el director a lo largo de toda la historia. Porque siempre hay esperanza, y por más fuerte que sea la tempestad, y por más oscura que sea la noche, y por más cruenta que sea la tragedia, mañana saldrá el sol, y habrá otra puerta que se abre, y otra oportunidad de resurgir. Tan sólo se necesita fe y perseverancia.

Sólo para los derrotistas, y para quienes se autocompadecen, se conservarán cerradas todas las puertas.
Luis Guillermo Cardona
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11 de enero de 2009
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
13(08/01/09) El Gran Kurosawa nos obsequia con un film homenaje a todos los que vivieron las dos bombas nucleares que cayeron sobre Japón en el 45. Toma como ejemplo a un anciano, un histriónico maquillado Toshiro Mifune, que pretende primero construir un refugio antiatómico y después huir a Brasil, todo ello obligando a la familia a acompañarle, dilapidando todo el dinero de la familia, por ello la familia lo demanda ante un tribunal de arbitraje. El mensaje resulta forzado y machacón, que al poner tanto énfasis en huir de Japón pierde fuerza y no me cala, no me llega a enternecer, me resulta fría. Tiene cosas de Kurosawa, pero en su descomunal filmografía estaría en el furgón muy de cola. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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