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Duelo en la alta sierra

Western. Aventuras Dos viejos amigos se asocian para escoltar un cargamento de oro desde las minas de Alta Sierra hasta un banco. Uno de ellos (Joel McCrea) es un hombre honrado que sólo se propone hacer bien su trabajo; el otro (Randolph Scott), en cambio, carece de escrúpulos y proyecta robar la valiosa mercancía. (FILMAFFINITY)
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
28 de mayo de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
104/05(07/05/12) Segundo largometraje del gran cineasta californiano Sam Peckinpah, un maravilloso clásico del oeste en el que subyacen las constantes de su cine, unos perdedores como protagonistas, en un canto a la vida, a la amistad, a la lealtad, a los perdedores, al sentido del deber, al romanticismo, a la violencia latente, a la melancolía de que cualquier tiempo pasado fue mejor, un universo poblado de tipos duros, rudos, violentos, donde se tocan temas inherentes a su cine como la hermandad, la traición, la avaricia, el honor, la misoginia, el fanatismo religioso y por supuesto coronado por un final épico. Un ex agente de la ley ya mayor, Steve Judd (gran Joel McCrea), es contratado para transportar oro de un campamento minero a un banco por un peligroso camino, Steve recaba la ayuda de un antiguo socio, Gil Westrum (gran Randolph Scott), este malvive como feriante, que a su vez lleva consigo al joven Heck Longtree (correcto Ron Starr), por el camino paran a dormir y comer en una pequeña granja regida por Joshua Knudsen (R. G. Armstrong), este es un tipo ultrareligioso que tiene una oprimida hija, Elsa (buena Maritte Hartley), esta se escapa con ellos pues tiene a su prometido en el campamento minero. Con este hilo argumental se desarrolla un enorme western crepuscular, el centro son dos pistoleros a los que su tiempo ya les pasó, les ha atropellado, reflejado en su magnífico comienzo, primero Steve se baja del tren y piensa que la fiesta que hay en la estación es por él, y es por una carrera de un camello contra un caballo, y después la simbología se acentúa pues a Steve al cruzar una calle un automóvil está a punto de pillarle, los protagonistas son dos tipos en el ocaso de sus tortuosas vidas. Fue la última interpretación de Randolf Scott y lo borda, transmite la honradez y dignidad que su personaje requiere, posee una hidalguía impresionante, su lenguaje gestual es portentoso, imperial, Joel McCrea es su socio que también está cumbre, emite una picardía y humanidad soberbias y entre los dos se establece una química estremecedora, brotan diálogos de un gran calado, donde la nostalgia flota en el aire, son los grandes soportes del film que lo elevan de modo impresionante curiosamente los papeles eran al revés pero poco antes de empezar el rodaje se los cambiaron), teniendo su zenit en el antológico final. (Sigue en spoilers sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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22 de septiembre de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un emocionante Western de Sam Peckinpah, director de culto, sobre dos curtidos amigos (Randolph Scott y Joel McCrea, un auténtico espectáculo) unidos de nuevo para un "delicado" trabajo. Dos pistoleros con historia y su historia continúa con unos diálogos llenos de chispa y sabiduría. Peckinpah te pone un cuervo en el hombro de Warren Oates y a James Drury, el Virginiano, de tío despreciable, y luego al resto de sus hermanos; que como buenos hermanos se lo reparten todo. Trama y subtrama lleno de emoción.

Citas memorables sobre la amistad, diálogos hirientes sobre la honradez. Sólo existe el Bien y el Mal. Una película que no es para verla, también para sentir todo lo que pasa y sentir cómo se ven los viejos amigos, como se comprenden. Peckinpah se encarga de que sea difícil que la olvides. ¡La poética violencia de Peckinpah!

Un Western de verdad, más allá de tiros y paisajes, una historia conmovedora. Todo amigo del Western debe tener esta película presente, una película que obtuvo excelentes críticas hechas con el corazón, con el tierno sentido de haber visto algo conmovedor. Un relato épico sobre la amistad y lo que envuelve la vida...
floïd blue
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2 de mayo de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empezó muy bien el maestro, enseñando sus mejores virtudes y ejerciendo con su estilo personal un poder que llevado a imágenes le ha hecho grande. Con el tiempo desarrollará su estilo y será capaz de ofrecer una realidad que sólo él enseñó así. "Duelo en la alta sierra" sugiere más de lo que aparenta y la fácil historia del oeste que se traza en la sinopsis esconde grandes motivaciones; así, entre líneas se pueden leer conceptos como la amistad, el amor y sobre todo el lado malo del ser humano, yo diría que lo peor de lo peor. Esa violencia innata, genética, que tan bien como aquí mostrará en tantos otros títulos, le sirve de elemento director para introducir una acción que empieza sujeta a muchas palabras que se las lleva el aire pero que acaba desatándose en un duelo final que hace de la película un imprescindible del género.

Me encanta que haya gente buena que lucha contra esa maldad, me encanta que según cómo, unas veces ganen unos y otras no, me encantan las del oeste, me encanta Peckinpah, que muestra una iconografía del western completísima (mineros, sheriff, putas, pistoleros, borrachos)... me encanta el buen cine, el que ofrecen directores como este hombre, haciendo bien las cosas, sin extenderse demasiado, comedido, justo, preciso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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10 de septiembre de 2011
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western crepuscular de uno de los creadores del nuevo Western que sucedió a los de corte clásico como a los Ford, Hathaway, Mann o Walsh, Sam Peckinpah describe la historia de dos antiguos amigos que colaborarán en una última misión: custodiar y transportar un cargamento repleto de oro. Es la historia de un desengaño y una decepción, de la decadencia de una nueva época; una oda visual repleta de lirismo perpetrada en una película magistral e inolvidable con la elección de dos actores ya desclasados en aquél entonces que bordan sus papeles de manera brillante y dejando al espectador un poso de nostalgia y tristeza.
Doc_Holliday
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20 de diciembre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Duelo en alta sierra", es uno de los mejores títulos de Sam Peckinpah, su película más hermosa, clásica y reposada, un inolvidable western crepuscular que retrata el final de una época, el final de unos hombres y sus códigos de vida. Peckinpah nos brinda, a través de un estilo transparente y reposado, cargado de lirismo, otra de sus melancólicas historias sobre la amistad, el honor, y ese universo mítico que se apaga paulatinamente; Peckinpah consigue con pequeños elementos, en apariencia insignificantes, vestir y dibujar a sus personajes, todos los personajes pueden presumir de tener un apropiado dibujo, ninguno sobra, todos tiene algo que decir y aportar a la historia, en muchas películas hay personajes de relleno, en ésta no.

La película recoge toda la iconografía del “western”, con pistoleros, aventureros, banqueros, prostitutas, mineros, misioneros, comerciantes, cantineros y otros, que sitúa en un contexto temporal y social diferente. El Oeste no es ya el espacio de las correrías de los indios, ni el lugar de asentamiento de pioneros y colonos, ni el escenario de las proezas de héroes. Se tratan con respeto, nostalgia y lirismo el viejo Oeste y los códigos de conducta de sus protagonistas (amistad, lealtad e independencia personal), la historia es rica en trazos de humor, se exalta el sentido de la amistad y responsabilidad y se condenan la traición al amigo y el fanatismo religioso.

Para interpretar a la inolvidable pareja protagonista, Peckinpah tuvo el privilegio de contar con Joel McCrea y Randolph Scott, en roles que se intercambiaron antes de comenzar el rodaje porque los actores lo acordaron así. El resultado no pudo estar mejor, ambos dieron lo mejor de sí mismos dando vida a dos hombres cuyo tiempo ha pasado, y tienen una última oportunidad de hacer algo bien. Scott, que había sido el actor fetiche de otro director especializado en westerns, Budd Boetticher, abandonó el cine después de realizar este film; lo cierto es que Scott nunca fue considerado un actor de primera línea, más bien un secundario de lujo, actor de limitado registro, tuvo la suerte de pertenecer a una época en la que había directores que sabían hacer algo que hoy en día rara vez se ve en el cine americano: dirigir a los actores. Joel McCrea era mejor, mucho mejor, de eso no hay duda, trabajó con los grandes (Wellman, Hitchcock, Sturges…) y en manos de Peckinpah logró una de sus más recordadas interpretaciones, consiguiendo una química especial con Scott.

Una película de Peckinpah en toda regla, una obra imperecedera de un escultor de lo imposible, un artesano de los westerns, un hombre que vivió y murió con la misma pasión a la hora de hacer películas. Una estupenda película para amantes de los grandes westerns, o simplemente para amantes del cine con mayúsculas.
Juan Marey
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