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El hombre del tren

Drama. Comedia. Thriller Del tren baja Milan, un hombre solitario, que llega a la ciudad por primera vez. Entra en una farmacia, donde conoce a Manesquier, un profesor de lengua jubilado. Los dos hombres, aunque muy distintos, simpatizan por una simple razón: a cada uno le hubiera gustado llevar la vida del otro. El profesor sueña con ser un aventurero; el aventurero se imagina a sí mismo como un hombre sedentario. Dentro de tres días, Milan tiene pensado ... [+]
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
5 de julio de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anhelar, ansiar, amenizar el deseo. Llega un punto en toda vida que se piensa en llevar la suerte de otro, cómo sería la historia de uno mismo si no fuese él, al mismo tiempo que el ser de vida deseable detesta su existencia, imaginando otra contraria a la verdad.

Un hombre, ya maduro, llega a la estación, ese punto de encuentro con uno mismo, el lugar que siempre al pisarlo, hace que todo cambie, el mundo da vueltas más rápido mientras te encuentras en su interior, sangre latente, previa a un acontecimiento importante, el que siempre sucede, la despedida, la huída, el reencuentro, la plenitud o la soledad, todo cerca de las vías, donde con calma los trenes transportan a esas gentes perdidas o cargadas de satisfacción, camino de una nueva estación donde experimentar con la vida.

A este hombre nadie le esperaba tras las puertas, llegaba solo y la soledad le acompañaba, un tipo serio, taciturno, alguien a quien dejar en paz. En ese lugar hay otro hombre, ya macerado, se encuentra solo cuando no tiene algo que compartir, poeta, profeta, esperando la llegada de cosas mejores, con cierta ilusión, con algo de cansancio. Una necesidad perfila el conocimiento, una casual unión hace que estos dos hombres compartan techo y estrechas conversaciones donde uno habla, otro escucha dominando su paciencia, y de vez en cuando intercambian esas palabras que marcan la satisfacción de la sabiduría. Ambos reflexionan, ambos se buscan en el otro, encontrando un futuro que no ha llegado para ninguno, porque uno se guió hacia la aventura que no permite el descanso, el otro siguió la tranquilidad, el hogar estable, y ahora que tienen algo importante que hacer, algo que tal vez cambie sus vidas, se preguntan por momentos, con miradas, qué sería de ellos en un mundo paralelo, en lo que sería posiblemente un mundo mejor porque sería otro que no conocen.

También se preguntan, tal vez, si es demasiado tarde para cambiar, el buscar un nuevo rumbo, el probar... no existe el tiempo predeterminado, todos los días cambiamos, es probablemente la decisión la que frena, es con toda seguridad la situación de vivir un tiempo con la incertidumbre, la que hace dudar y arrastrar un tiempo la desdicha de seguir en su propia vida.

Los dos hombres siguen con lo que deben hacer, la madurez trae consigo responsabilidades irreparables, sólo les queda agradecerse haber compartido experiencias, palabras, placeres ajenos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
mnemea
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9 de septiembre de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida, decía alguien, es un tren a punto de partir. En este caso lo que queda de vida comienza con un tren que llega y del que se baja un hombre misterioso al que seguimos. Los años vividos son muchas veces tan sólo capas que esconden la esencia de nuestro paso por el mundo. Lo que va a suceder es lo que importa.

Manesquier ha esperado siempre, con la puerta abierta, el soplo vivificador de la aventura. Milan, inmerso en la acción, hubiera preferido el piano y la chimenea; tienen tres días para conocerse y cambiar los roles.

Hora y media que se hace liviana, con un guión y diálogos que encajarían perfectamente en un escenario teatral. La sinceridad sin artificio y la filosófica mirada en el otoño de las vivencias, nos retrotrae al estilo melancólico del Marido de la Peluquera; con menos luz y música en esta ocasión. Contenido Johnny Hallyday y excesivo Jean Rochefort (que se lo puede permitir), modelan dos buenas interpretaciones.
Sinhué
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25 de octubre de 2007
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un lento recorrido hacia el alma de dos personalidades aparentemente enfrentadas. Un viaje en tren hacia sus miedos y sus frustaciones, pero también hacia sus sueños y sus esperanzas. Una complicidad que se teje en cada fotograma y que termina por intercambiar a los personajes. La eterna búsqueda de lo que no se tiene, cuando en el fondo no somos tan distintos...

Cine francés en estado puro, interiorista e intimista. No se le puede pedir nada mejor a una lluviosa tarde de domingo.
eljinetedelodesconocido
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7 de marzo de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que ninguna frase podría resumir mejor el argumento de esta película. Por lo general uno siempre desea lo que no tiene, es una idea recurrente en la vida de todos los seres humanos en un momento u otro de su vida. Nadie puede sustraerse a ello porque es parte de nuestra misma naturaleza. La película explora un tema ciertamente interesante de un modo bastante acertado, una bonita historia, bien equilibrada en todos los sentidos: actuaciones, tiempo del metraje, planos, fotografía, etc. El trabajo es tan equilibrado que se queda en el notable, esa es la sensación que a mí me deja. No es que esto haga desmerecer al film, ni mucho menos, pero tanta normalidad la aleja de ser una obra maestra. Sin embargo no todas películas tienen porque serlo y aquí es donde radica el mérito de ésta, contar algo tan complejo de un modo tan sencillo.

Las reflexiones que nos deja son interesantes. La mejor que se me ocurre tiene que ver con el destino. Da la sensación de que los protagonistas están atrapados en una realidad ineludible, en una sucesión de acontecimientos que los conducen irremediablemente hasta el final, siempre por la misma senda. Sin embargo parece que quiere dejar trazada sobre el papel la idea de que es el propio ser humano el que forja ese camino encadenando un acto tras otro. No queda claro si se puede escapar a esa dinámica, a esa pescadilla que se muerde la cola. Parece que es demasiado tarde para los dos. No obstante el hecho de que sus destinos se crucen, al igual que el de las personas en manos de las cuales están sus vidas, hace que se producen una serie de movimientos en sus realidades completamente opuestas que los acercan más a otra manera de ver el mundo. Ambos son capaces de ceder por un momento, uno más que el otro. Siguiendo con la reflexión en torno al destino es interesante resaltar que no sólo uno forja su camino con sus acciones, sino que además éste se cruza con el camino de otras personas una y otra vez, quedando condicionado por ello y alejando de nuestras manos la posibilidad de decidir hacia donde andar a cada momento.

Al final nos queda la esperanza de creer que en un mundo, más allá del que nos ha tocado vivir, podremos ser lo que siempre soñamos y no nos atrevimos o no tuvimos la suerte de ser.
davilochi
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22 de noviembre de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el casco antiguo de una pequeña ciudad de provincias, los caprichos del azar unen los destinos de dos hombres de caracteres antagónicos y también complementarios. Uno, el foráneo, un ladronzuelo solitario y taciturno, el hombre de acción de vida turbulenta y conflictiva que prepara su último gran atraco. Otro, el lugareño, el profesor de literatura de vida plácida y retirada, el hombre contemplativo que ve languidecer su existencia entre la gran biblioteca de su umbrío caserón. Deciden compartir sus respectivas soledades dándose cobijo y amistad, hasta percibir que cada uno anhela haber viividi la vida del otro, como un soñado entrecruzamiento de los destinos. La nostalgia de otra vida.
Elegantemente rodada por el prestigioso Patrice Leconte, con un memorable duelo interpretativo y con cieros ecos de western crepuscular, supone una profunda indagación sobre la otredad existencial y un brillante ejercicio de estilo, forma y fondo en buen acorde, del tan escasamente reivindicado director galo. Sencillamente exquisita.
tasiodesevilla
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