El árbol de la sangre

La definición de increíble es sencillamente algo que no se puede creer. La decisiones que toman los personajes en esta película son tan increíbles que atacan la verosimilitud necesaria para continuar viéndola. Supongo que por eso aparecen desnudos cada 5 minutos, para que uno se enganche por lo menos con el sexo. Voy a contar algo que pasa en los primeros 10 minutos: una mujer está tranquila en su casa, viene un hombre desconocido que le dice que su casa es propiedad de un grupo mafioso y que debe irse, ella se va con el desconocido, viajan unos kilómetros, él se detiene en una playa, se desnuda, se mete en el agua, ella hace lo mismo y tienen sexo. ¡¿Qué?! Hay varias escenas así, donde las reacciones de los personajes son extrañísimas. La dejé de ver a la media hora.

Julio Médem vuelve a la realización de largos con un film creo que muy ambicioso, que le sale no del todo satisfactorio pero sí tremendamente interesante, quizás no tanto en su fondo como en la forma. Una forma con una riqueza visual incontenible gracias a la puesta en escena de Médem que se enriquece de la soberbia fotografía de Kiko de la Rica y de la exquisita banda sonora de Lucas Vidal.
Es ambiciosa al tratar de, en algo más de dos horas, contar demasiadas cosas, logrando en el primer tercio de la cinta aturullar un tanto al espectador/a dada la cantidad de nombres y apellidos que se citan, correspondientes a los diferentes miembros de las familias principales que pueblan el argumento creado por el guión del propio Médem. Se nota que Julio ha tomado de aquí y de allá, logrando una simbiosis de historias y sentimientos desbordantes, que a veces hieren, otras emocionan y otras se adentran en la más pura metáfora, eso sí, siempre con imaginativas y preciosas escenas como los dos accidentes de coche.
Creo honestamente que cuesta un poco cogerle el tranquillo a esta película, pero una vez logrado gusta mucho.
A ello contribuyen las estupendas y entregadas interpretaciones, la música y fotografía, amén de los preciosos paisajes vizcaínos de Durango, Abadiño...
Se requiere un poco de paciencia al principio, vale, pero luego se disfruta.

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Si lo bonito del cine es contar una historia en la que te metes y te emociona..... nada más lejos en esta película.

Está llena de tópicos anticuados, algunos desnudos, un poquito de sexo nada erótico, efectos para impresionar ( en mi caso no lo consigue ) y un guión entre folletín increíble y bobada infantil.

El resultado es el de una película increíble y muy aburrida.

Lo único que la hace algo soportable es Úrsula Corberó.

Como se suele decir en estos casos, he perdido 2 horas de mi vida.

La película es totalmente inverosímil y con pésimas interpretaciones, no hay por dónde cogerla y es verdad que en muchos momentos uno siente verdadera vergüenza ajena. A los 5 minutos ya me doy cuenta de que no debería haber pulsado el play, pero ya que estamos aquí...¡adelante! y que sea lo que Dios quiera. Pues Dios ha querido castigarme porque no me ha enganchado en ningún momento, más bien me ha producido indiferencia, y he aprovechado algún momento para hacerme la merienda, sabiendo que no iba a perderme nada interesante. Ni siquiera las escenas de sexo son interesantes, y eso ya es decir.

El final es para echarle de comer aparte, ¿pero ésto qué es? ¿una comedia? al menos te echas unas risas...¿o no era esta la intención del director?

Y lo que no entiendo es qué pinta el árbol en todo ésto, en fin...de lo único que me alegro después de ver la peli es de saber que jamás volveré a verla de nuevo.

¡No más cosas parecidas por favor!

Todas las familias tienen secretos, algunos más sórdidos que otros. El Árbol de la Sangre narra la historia de dos familias y de cómo llegaron a unirse de forma inexorable. Los dos actores principales sustentan todo el metraje de manera absolutamente brillante, dejando de lado los papeles y roles a los que nos tienen acostumbrados. Dirigida por Julio Medem, reconocido director de nuestro país por trabajos como Caótica Ana, Lucía y el Sexo o Los amantes del Círculo Polar, sorprende con una dirección de extraordinaria belleza, tanto en los lugares que aparecen como en la intensidad y pasión que desprenden sus protagonistas, sobre todo por parte de Úrsula Corberó, en el papel de Rebeca, pero que está muy bien acompañada por Álvaro Cervantes en el papel Marc. Impresionantes también Najwa Nimri, Daniel Grao (HIT) o Joaquín Furriel (Cien Años de Perdón o La Quietud).

Todo comienza con Rebeca y Marc que tienen el propósito de escribir la historia familiar (sin meter política de por medio, a ser posible) y de contarse y averiguar toda la verdad de lo que ocurrió en el momento casi de ser concebidos por sus respectivas madres. Como siempre, al comienzo de todo, la tarea les resulta divertida e interesante, pero según vayan escribiendo cada uno su parte irán saliendo secretos importantes a la luz que harán que se tambalee su relación y la de todos a su alrededor.

No puedo negar que es una crónica un tanto extraña, no es una historia de amor como El Verano que Vivimos, es algo más complicado, también dramático, pero nos engancha desde el primer minuto. Me gusta que no tenga mucha acción, que no se maree al espectador (a mí ese tipo de narrativa me poner nerviosa y no me entero de la mitad). Hay tensión en todo momento, pero contenida.

La banda sonora de Lucas Vidal, compositor español de películas como La Fría Luz del Día, Mindscape o Palmeras en la Nieve, me ha fascinado.

En resumen, que cuando España quiere hacer las cosas bien, las hace. Como recomendación y advertencia: tened cuidado con las malditas vacas.