Libres

*Sé de quién me fio

Confiar en alguien siempre supone un esfuerzo hercúleo. Libres nos lo muestra por partida doble. Por un lado la confianza de las personas religiosas dejando que una cámara entre en un lugar sagrado y por otro lado la confianza en Dios.

Se dice, se comenta, que la gente ya no cree, que la religión es parte de un mundo que se va acabando. Nada más lejos de la realidad, las formas de fe pueden ir cambiando pero cada día vemos en los medios y redes sociales, como la gente necesita creer en algo, aunque tenga formas distintas. Una sociedad llena de estímulos efímeros hace que nos rodee la penumbra y en muchas ocasiones busquemos luz de manera apresurada. También tenemos que pensar que si no sabemos lo que estamos buscando de poco nos va a servir comenzar a andar el camino.

*Gustar la vida

Uno de los primeros aciertos de Libres es la variedad de casos. En numerosas ocasiones desde el cliché se encasilla a las personas de fe como personas con escasas habilidades sociales o cuya vida siempre de una u otra manera ha estado ligada a la fe, sin caminos secundarios. Sin embargo Libres se compromete desde el primer minuto a derrumbar este mito.

Las historias personales que se cuentan son intensas y sobrecogedoras. Todo el mundo tiene una vida antes de pasar por los muros del convento. Personas con hijos, pareja; que han salido y disfrutado, todas ellas han tomado una decisión dura y compleja. Han abandonado el yo, el individualismo para volcarse en la comunidad. Durante el rodaje una de las monjas confiesa que padece un cáncer. La decisión personal de ella es abandonar el convento para no afectar en el funcionamiento del mismo y poder vivir la enfermedad en su intimidad. Pero el resto de monjas tienen la determinación de acompañarla y cuidarla hasta el final. El mirar a la muerte a los ojos y tratarla de manera huidiza, les otorga serenidad en los ojos. Creen que la muerte no es el final y el camino una preparación para llegar a Dios.

Otro de los casos, mujer mayor que seguramente pisó Benidorm con sus amigos, que se apunta a todos los bailes y que cambia el color de su pelo continuamente. Ese perfil que todos tenemos en la cabeza, nos sorprende en el documental como una monja más. Ella se comunica con sus nietos y sus hijos. Cuando está hablando con una de las hijas se obra el milagro de la condición humana. Una breve conversación.

"-Hola hija ¿cómo estás?...

-¿Solo bien? ¿Qué ha pasado?"

El conocimiento y la devoción por lo propio nos deja ver más allá aunque las palabras sean una mentira para evitar el dolor.

*Yo necesito pocos cosas y de las que necesito, necesito poco

Las actividades en un convento no son como el catálogo de Netflix donde de tanto buscar al final no ves nada. Lavar, cocinar, cuidar el jardín, todas ellas son tareas de esfuerzo y minuciosidad. No es un retiro donde las ocupaciones queden relegados como en una especie de jubilación. Además de las tareas propiamente físicas, también existen los cometidos vinculados con la fe, como el rezo o las lecturas. Todas ellas se hacen en un extremo silencio, porque solo cuando no oyes nada más te puedes oír a ti mismo.

Vemos a un hombre inglés que tiene un pasado oscuro y luminoso. Deslumbrado por Nueva York y la beautiful people, pero que también conoció el desgarro de la pérdida. Tiene una exmujer y una hija, pero su fe y su búsqueda interior son mayores. Su tacto en el cuidado del jardín, contrasta con la prisa y sordidez del mundo exterior. Parece que el mundo se detiene dentro de esas paredes, son ellos los que marcan su propio destino, guiados por alguien que conocen pero del que cada día aprenden algo nuevo.

*Hacer actos de amor porque enternecen el alma

Libres es un fantástico descubrimiento, por el tema tratado y la forma. Se aleja de la superficialidad y cuenta historias del alma humana. No quiere saber el último chisme, ni la declaración del que tiene la lágrima tatuada en la cara. Únicamente busca la verdad, la que habita en cada uno y la que sólo uno mismo conoce. La verdad os hará libres. Vemos las historias de hombres y mujeres, las de ellos y las que tienen con Dios.

Escrito por Carlos Gómez Puebla

Nada más revolucionario que enfrentarse a todos los valores materialistas del consumismo para preservar el espíritu libre en un monasterio, en un convento. Esplendor de alegría profunda, valientes hasta la muerte, la libertad es no tener nada que perder.

Los primeros planos de ojos ardientes, de testimonios de "perdedores", de "ilusos" consumidores de opio religioso nos abruman, nos dejan sin palabras, mediocres consumidores de vacíos posmodernos. Son el camino, la verdad y la vida y nos descubren nuestra miseria.

Es la auténtica aventura: no tener miedo a la vida, ofrecer el corazón y poder mirar cara a cara a la verdad.

Atrévanse a verla y descubran cuánto cuesta volver a las farsas habituales después de salir temblando del cine.

Siempre he echado en falta, en las producciones de cualquier medio, cuando se habla de catolicismo, hacer llegar a los espectadores, normalmente alejadísimos del tema, el sentido de palabras como "fe", "cruz", "oración", "vocación", etc. de una manera que sea, no ya asequible, sino cercana y atractiva; que esté explicado con delicadeza y belleza. Siempre he echado de menos que los innegables valores intrínsecos a la religión cristiana, tan elevados que muchos no los alcanzamos a ver con claridad (a veces ni siquiera a intuir), nos sean transmitidos en un lenguaje adecuado al común entender de nuestra época. Muchas veces la iglesia o quienes hablan en su nombre nos cuentan la historia de forma desfasada, con una pátina que no la hace interesante para los legos.

El presente documental, por contra, nos introduce en los lugares sacros con una estética cuidada, gozosa y seductora, y nos presenta a los religiosos de forma cercana, atrevida, agradable, honesta. Incluso se puede respirar el santo olor a incienso en cada estancia. Incluso se pueden oír opiniones que provocan un profundo y humanísimo eco para cualquier tipo de espectador siempre que de entrada no sea un anticlerical intransigente. Dicho sea de paso, estos últimos suelen serlo por supina ignorancia.

El "pero" que le encuentro al documental en cuestión es que pareciera que la vida de clausura, para quien no la haya visto aunque sea de pasada, sea un discurrir de jornadas en las que uno va de paseo, se sienta en el jardín, riega las flores despreocupado, contempla el romper de las olas, o habla por teléfono con su familia. Y que todo es armonía en la convivencia. Y no es así. La vida eremítica, en la que caben todas las bendiciones y toda la felicidad para el que en ella halla su vocación, es austera, seria, solemne; implica grandísimas renuncias, contrariedades, perplejidades y acarrear una pesada cruz. Si bien esto lo cuenta alguno de los entrevistados, la forma general del montaje no lo muestra en tal extremo que, de hecho, se da, porque tiene que ser así, porque para las almas que de este modo se consagran al absoluto que es Dios, les es beneficioso.

Realmente, son sólo testimonios. Una compilación y acopio de testimonios, muy íntimos y personales, de distintas personalidades de la vida consagrada más anacoreta. Sin embargo, ese intimismo espiritual ha sido engalanado y embriagado de belleza. Una belleza superior, una belleza como el de las obras cristianas de antaño, y que viste la propia belleza de la vida consagrada y contemplativa. Si bien se me hace imposible desligarla de «El Gran Silencio», de Philip Gröning; obra que parece ejercer una cierta tutela sobre «Libres», sin embargo, la fotografia de ésta última es muy superior a su predecesora espiritual. Los planos naturales de los distintos enclaves de la geografía española, las imágenes de drones, el tiempo empleado y la sobresaliente música de Oscar Martin Leanizbarrutia, no hacen sino elevar esta simple obra de testimonios. El documental es de una belleza apabullante, una belleza que realza el esplendor olvidado de la vida contemplativa, en su divinidad y en su miseria, en su descanso y en su cruz.

Respecto al contenido, si bien es imposible desligar -como algún intrépido pretende- la película de la religiosidad y la espiritualidad: es algo propio de nuestra época, el laicizar hasta aquello sagrado. Y así se ha pretendido darle un enfoque 'humanista' y secular. Sin embargo, no puede sino no caber duda de que se trata de un documento profundamente religioso, hecho que no lo esconde en ningún momento, sin complejos ni adornos.

Los propios testimonios se ordenan en núcleos temáticos tan cristianos como la oración, la vida y la muerte, la cruz, el vacío existencial, la pérdida del sentido, la aceleración de la vida secular, la presencia real de Cristo en la Eucaristía...

Si bien le puedo achacar algo, es precisamente -y de nuevo, sin poder evitar la comparación con la película de Philip Gröning- su falta de silencio. Quizá, le sobran palabras, mientras que a la alemana le faltaban.

Una obra para que no olvidemos a aquellos que sostienen el mundo, contemplándolo.

Este minucioso documental nos permite conocer qué lleva a una persona en el siglo XXI a decidir encerrarse entre cuatro paredes por el resto de su vida. Cómo es su día a día, sus motivaciones, su conexión con la pura naturaleza y la vida exterior, que tiene mucho que ver con su vida interior. Un muy buen documental que nos muestra el viaje al interior de hombres y mujeres a través de la vida de personas que se han entregado por completo a una vida enclaustrada llena de meditación, trabajo y oración. Lo que cuenta es cómo el encuentro con Dios hace la vida plenamente humana. El ser humano es una simbiosis perfecta de cuerpo, mente y alma. Durante siglos, muchos hombres y mujeres lo han dejado todo para entregar su vida a la contemplación. Este documental logra entrar y hablar, a través de detalladas entrevistas, con personas que rara vez pronuncian una palabra y en lugares que permanecen cerrados al mundo: los monasterios de clausura. Realizada competentemente por el director Carlos Blanco y con un ameno guión de Javier Lorenzo, se divide en tres capítulos: ¨Camino¨, ¨Verdad¨ y ¨Vida¨.

Es una película tremendamente espiritual y llena de buenos sentimientos, sobre la severidad en la encerrada vida de los religiosos de clausura, su conmovedor sacrificio, dedicados al trabajo y la oración, tan bien como las agradables relaciones entre monjes y monjas. Describiendo su existencia a veces sencilla, pero nada fácil y siempre austera.

Espléndido documental que se presenta un sensitivo cuadro sobre la vida contemplativa, pero de lo que realmente trata es de la vida cristiana. Las mejores escenas son aquellas en las que los sacerdotes y monjas aparecen trabajando, orando y cumpliendo con sus deberes bajo una agradable música religiosa llena de cantos espirituales y gregorianos. No es una película para profesionales de la vida religiosa, sino para personas que buscan otras experiencias, para aquellos que ya no pueden soportar el vacío de una vida materialista y llena de promesas incumplidas. De hecho, muchos de los monjes o monjas implicados han acabado en el monasterio tras una intensa vida de búsqueda en el ordinario mundo donde no han encontrado ni la felicidad, ni la tranquilidad espiritual que esperaban. Muchos se sentían incompletos y frustrados, así la vida mundana no les dispensaba lo que deseaban, solo el encuentro con Dios y la oración les proporciona la necesaria espiritualidad para rellenar el vacío que les faltaba. Es el caso de un monje de origen inglés, que tras una infancia difícil se convirtió en un gran artista en Nueva York, se casó con una cantante de ópera y tuvo una hija. Pero él seguía insatisfecho. Su hermano se suicidó, al igual que su padre y su suegro. Su encuentro con Cristo le reveló la verdadera Belleza y decidió entregarle su vida en la oración y en el trabajo de un monasterio.

Yo compararía ¨Libres¨ (2023) con la película de ficción francesa ¨De Dioses y hombres (Des Hommes et Des Dieux)¨ (2010) de Xavier Beaouvous, otra película profundamente religiosa que invita a la reflexión sobre las monjas y sacerdotes de los monasterios católicos que viven una severa existencia amenazados por terroristas, en este caso los rebeldes argelinos.

Impresionante trabajo de cámara del fotógrafo Carlos de la Rosa, mostrando coloridos lugares, nos presenta, entre otras localizaciones, a las comunidades benedictinas de los monasterios de Leyre en Navarra y el Valle de los Caídos en Madrid, a la comunidad de las monjas cistercienses. del monasterio de Las Huelgas en Burgos, de los monjes cistercienses de Oseira en Orense, el convento de oblatos del Cristo Sacerdote en Madrid o en la comunidad trapense de San Pedro de Cardeña en Burgos y la experiencia única de los camaldulenses Ermitaños del Yermo de Nuestra Señora de Herrera de Burgos. Esta película documental estuvo bien dirigida por el debutante Santos Blanco y producida por Bosco Films y Variopinto Producciones.