2024: Apocalipsis nuclear

Adaptación a la gran pantalla de Un Muchacho y su Perro, una novela de Harlan Ellison, escritor que desconozco por estos lares y que tiene en su bibliografía libros como '¡Arrepiéntete, Arlequín! Dijo el Sr. Tic Tac', además de una breve carrera en el mundo de la TV escribiendo guiones para La Hora de Alfred Hitchcock, El Agente de CIPOL y Star Trek. Traducida al castellano con el catastrófico título de 2024: Apocalipsis Nuclear, es una película que se vende como precursora de Mad Max, y es recordada por su paso por las estanterías de los videoclubs de los años 80. Dirige el actor L.Q. Jones (visto en Grupo Salvaje) y protagonizan un jovenzuelo Don Johnson, Susanne Benton, Jason Robards y Tim McIntyre, este último poniendo voz al perro Blood.

Y sí, has leído bien, en 2024: Apocalipsis Nuclear hay un perro que habla, por lo menos telepáticamente con Vic (Johnson), el protagonista de esta historia situada en un entorno tan apocalíptico como indica el exagerado título, sin moralidad, comida, ni mujeres, un mundo lleno de misoginia y misantropía. Ahí sobreviven Vic y Blood, el muchacho y el perro del título. El primero un ladronzuelo en busca de mujeres con las que copular, el segundo un perro con el don de encontrar féminas. De esa manera dan con June (Benton), una chica que le tiende una trampa a Vic con intención de llevarle a un mundo subterráneo tan idílico en apariencia como enfermizo en sus intenciones.

Considerada de culto en la actualidad, más como rareza que por cualidades artísticas, que las tiene. Principalmente los logros de Un Muchacho y su Perro se encuentran en la dosis de originalidad que suplen una película precaria en el terreno presupuestario, pues no había casi dinero en su realización, de ahí que no haya casi acompañamiento musical y las deficiencias de la pobre iluminación.

Un Muchacho y su Perro es una combinación de ciencia ficción, comedia negra y ejemplo de amistad, la de Vic y su perro, amistad sobre la que gira toda la película y que ofrece no pocos buenos momentos (cada una de sus simpáticas charlas, el desenlace). Se aprovecha Un Muchacho y su Perro de la puesta en escena de L.Q. Jones, efectivo haciendo mucho con poco, creando unas escenas de acción apañadas, muchas veces sugiriendo más que mostrando ante la imposibilidad de contar con más recursos (el ejemplo, unos seres radioactivos llamados Screamers, a los que solo se oye), beneficiándose de los desolados parajes del desierto de Mojave, y del guión simplista pero plagado de sorpresas de Harlan Ellison.

Eso sí, la comparación con Mad Max juega en su contra, y nunca está a la altura de la trilogía de George Miller con Mel Gibson. Es cierto que comparte señas de identidad con Mad Max 2 (un hombre y su perro, el entorno apocalíptico del desierto) pero son dos películas que juegan en diferentes ligas y que se parecen tanto entre sí como un huevo a una castaña. Sin duda una estrategia de marketing para vender mejor el largometraje en su explotación videográfica en los años 80.

Una serie B de culto olvidada, posiblemente tampoco hay motivos para recordarla, si bien es mejor que la mayoría de 'explotations' que surgieron a raíz de Mad Max (por otro lado, no hay que olvidar que esta película se realizó en 1975, y la peli del loco Max en 1979, por lo que no es deudora en nada a los films de Miller). Como no, se habla de un remake, que parece estar en manos del desconocido David Lee Miller. Una lástima pues directores como Robert Rodriguez o Rob Zombie le sacarían mucho partido a este material.

Pequeña joya de culto del cine postapocalíptico con ciertos tintes cyberpunk. Si eres amante de estos géneros tienes que verla por cultura general. Si no, es mejor pasa de ella. El libro está mucho mejor, y además su autor renegó de la película (y quedó especialmente descontento con la escena final). En cuanto a calidad cinematográfica, hay que tener en cuenta que estamos en plena década setentera y que para colmo esta película no contó con un presupuesto digno. Tiene muchos aciertos (algunos planos muy ingeniosos y molones) y muchos desaciertos, sobre todo a nivel lumínico (hay partes en las que parece que el director de fotografía se ha ido a tomar café). Eso sí, ver a Don Johnson en sus inicios cinematográficos no tiene precio.

Pues comienzo a ver esta película y son varias las cosas que me animan a dejar de verla: lo primero aventuras de un joven Don Johnson con perro y el perro que le habla telepáticamente y lo segundo que la veo como una especie de precursora de Mad Max II, pero con muy poca acción. Por el título, me imaginaba que iba a ser algo en plan exploitation italiana que es lo que me apetecía ver.

La trama avanza y me hace bastante gracia la premisa: en la búsqueda de comida y mujeres, para lo cual el perro olisquea que da gusto. Y por ahí van los tiros hasta la media hora final que sin dar un giro demasiado radical sorprende mucho el tono que toma la historia.

La película tiene un tono muy al estilo de películas de ciencia ficción distópicas de los 70, tipo "Cuando el destino nos alcance", "La fuga de Logan" o "Rollerball" pero con menos presupuesto. Al parecer es una adaptación por parte de L.Q. Jones, actor que hizo mucho cine del oeste y que solo dirigió esta película, de un relato de Harlan Ellison, que reniega del tono de humor negro que le dieron a su película y montó una cruzada para que eliminaran la frase final, atento a la misma.

Interesante película post apocalíptica de un adolescente que se dedica a sobrevivir en un mundo desértico y desolado junto a su inseparable perro llamado Blood, además es capaz de hablar con él y chantajearle para que le encuentre chicas a las que violar a cambio de comida.
No es digamos un adolescente muy adorable y con el que se pueda llegar a simpatizar pero sin duda es muy interesante donde acaba tras conocer a una chica con la que se cruza y que le atraerá hasta un mundo subterráneo gobernado por una gente bastante mal rollera, la cual tienen sus rostros pintados de blanco con una siniestra sonrisa dibujada y están creando un pueblo supuestamente perfecto.
A mi personalmente me encanta la parte en que el protagonista acaba en ese mundo subterráneo donde aparece además un terrorífico androide que acojona bastante.
Muy recomendable y su inesperado final sorprenderá a más de uno seguramente.

Cuatro años antes del estreno de Mad Max en 1979, una pequeña película de ciencia ficción, el film en cuestión, tomaba la misma premisa y ambiciones: Un futuro post apocalíptico, donde los restos que quedan de la humanidad sobreviven como pueden en las amplias llanuras del enorme desierto que supone ahora la tierra.

Hemos de tener en cuenta que en 1974 la Guerra fría aún estaba candente. Y si ha habido un género que se ha hecho eco de los efectos de un conflicto atómico ha sido la ciencia ficción. La película empieza haciendo referencia del desastre, en algo que los protagonistas del film comentan como la “4º Guerra Mundial”.

Las consecuencias atómicas nos llevan a una tierra desolada, donde el paraje desértico es el único predominante. La historia se desarrolla en una sucesión de eventos, sin necesidad de demasiados nexos para unirlos. Los pocos supervivientes a dicha catástrofe se refugian bajo tierra, salvo un grupo de valientes cazadores que pululan por el exterior buscando algo de alimentos y sexo.

Uno de los más jóvenes, Vic, un joven Don Johnson, (en uno de sus primeros trabajos en la pantalla), de tan solo dieciocho años, se hace acompañar de su perro Blood, con el que mantiene una relación bastante especial: puede comunicarse con él de forma telepática. Según el animal, perdió la capacidad de cazar en el momento que adquirió, la de hablar.

Aunque se oiga la voz del perro y la voz del chico mientras discuten, como si estuvieran hablando, hay algunos análisis de otros cinéfilos, que opinan que es en realidad el hombre el que se imagina las conversaciones con el perro, creando el diálogo suyo y el de su interlocutor: una consecuencia más de vivir solo y aislado de la gente.

Pero por cómo se ve en la película, parece que el perro pueda hablar, lo que visto así queda bastante ridículo. El animal razona de una forma mucho más racional que el grupo de personas enloquecidas que le rodean. Sus conversaciones con su compañero no tienen desperdicio, analizando sobre lo divino y humano.

La motivación del protagonista se divide por igual entre comer y tener sexo con mujeres, que en la superficie no lo tienen nada fácil. En esta “sociedad apocalíptica” parece que los hombres se dedican a cazarlas, agredirlas y luego violarlas, saciando así sus instintos sexuales. El mundo de la superficie no es todo lo que existe. También hay un grupo de personas que viven bajo tierra, y, por tanto, en una noche eterna. Estos humanos son más civilizados que los de arriba, pero tienen un problema de supervivencia: los hombres son estériles.

Para concluir decir que su escaso presupuesto y la mediocridad del director hacen que se la recuerde como una película de clase B. El guion entierra todas las aspiraciones a las que pudo pretender. Incluso el autor de la historia original, Harlan Ellison, la rechazó al verla. Tampoco acierta en cuanto a la profundidad de los personajes, ni a las interpretaciones, salvando el triángulo entre el hombre, la mujer y el can. En resumen, Un muchacho y su perro, o 2024: Apocalipsis Nuclear, es una película de ciencia ficción que surgió de la paranoia atómica, de la Guerra Fría, y que debemos… olvidar.

El Pelado Investiga