Bellísima y cruelmente realista. La dicotomía que suponen estos dos conceptos queda materializada también en el aspecto visual, haciendo uso de la combinación de varias técnicas, entre las que destacan el stop motion y el dibujo animado tradicional.

El hilo conductor de la historia: la inminente caída de una bomba nuclear y cómo esto afecta a una feliz e ingenua pareja de ancianos que se empeña en confiar en el desarrollo optimista de los acontecimientos. Por tanto, la elección de animar a estos últimos bajo un dibujo sobrio e inocente y dotar al entorno de un aspecto más crudo mediante imágenes y texturas reales es una elección más que acertada. Además, la curiosa relación de la simpática pareja protagonista y los curiosos diálogos, ingenuamente expresados, convierten a esta rareza en una dura crítica al sistema mundial imperante, algo que no ha pasado para nada de moda.

No es de extrañar que la película se materializase en mitad de la década de los ochenta, pues la experimentación visual y sonora estaba a la orden del día. A todo ello hay que sumarle una banda sonora compuesta por Roger Waters y unos títulos de crédito cantados por David Bowie (algo que hace mucho más especial a esta pequeña joya, pero que en ocasiones causa un ambiente un tanto anacrónico, como sucede con la banda sonora de Lady Halcón, también afectada por el "ochenterismo sonoro").

En resumen, una rareza audiovisual que ha quedado tristemente olvidada con el paso del tiempo, pero que vale la pena recuperar. Más aun para los amantes acérrimos de la animación pura y dura.

Antes de nada, me sinceraré: aunque suelo hacer el ejercicio de valorar las obras por sí mismas sin atender a su origen, por regla general acostumbro a sentir prejuicios hacia los remakes, las continuaciones fuera de tiempo y los subproductos, spin-offs o derivados que se aprovechen de un imponente título original. Excepto en un caso: que el creador y parte del equipo original sigan al mando.

Dicho esto, voy al grano: "Mad Max: Fury Road" es brutal. Y en todos los sentidos. Parece mentira que George Miller conserve esa necesidad de descarga adrenalínica treinta años después de la tercera entrega. Y yo que lo agradezco. El director suma ya 70 añazos, y todavía es capaz de miccionar encima de los que han tratado de mantener sin pena ni gloria ese género tan sagrado que es el cine distópico. Y es que no hay que olvidar que Mad Max fue todo un precursor de dicho género, e influencia innegable en directores y obras posteriores que más tarde conformarían el género cyberpunk (como ejemplo, James Cameron reconoció la fuerte influencia que supuso "Mad Max" para la película "Terminator"). Aprovecho también para mencionar la fuerte atracción que sintió la animación japonesa hacia el cine distópico gracias a la obra de Miller. Solo hay que echar un vistazo a un importantísimo clásico del manga y del anime como es "El Puño de la Estrella del Norte" (muy recomendable, sobre todo la película de animación de 1986).

Volviendo al título que nos ocupa, "Fury Road" transporta de manera sublime la esencia original de Mad Max, aprovechando (y muy pero que muy bien) los nuevos avances tecnológicos a los que el cine nos ha acostumbrado recientemente. Y debo recalcar que estos avances no significan necesariamente efectos CGI, cromas o imágenes generadas por ordenador. Si "Fury Road" consigue mantener esa esencia trepidante, desgarradora y visceral es gracias, entre otras cosas, a que un alto porcentaje de las escenas son reales, tanto explosiones como destrozo de vehículos y la multitud de especialistas que vuelan por doquier. Pero lo que realmente es memorable es la capacidad narrativa, más allá de la aparente simpleza de su guión: en primer lugar, conseguir mantenerte atrapado a través de semejante transcurso de escenas de acción (sin saturar o hacerte perder el hilo) es una hazaña de proporciones considerables, y en segundo lugar, desarrollar a los personajes a través de su apariencia física, sus gestos, sus detalles o su expresión corporal hacen honor a la palabra "audiovisual", sin necesidad de apoyarse en grandes líneas de diálogo.

En cuanto al lavado de cara que ha supuesto por parte del casting, Tom Hardy encaja perfectamente en su papel de Max Rockatansky, incluso aportando un aspecto mucho más rudo y hostil fruto de las vivencias pasadas del personaje (no olvidar que no estamos ante un remake, sino ante un reboot). En cuanto a Charlize Theron, su aportación a la película es una parte indispensable (algo que parece haber molestado a cierto sector machista estadounidense), tanto a nivel dramático como a nivel personaje de acción. Del resto del casting, además de la excelente caracterización que se ha conseguido con ellos, destacar que hay ciertos detalles y guiños que hacen referencia a las películas anteriores, las cuales, por otro lado, no son para nada indispensables para el disfrute de esta que nos ocupa, pero sí altamente recomendables si te ha gustado "Fury Road" y si eres amante del cine en general.

En resumen: "Mad Max: Fury Road" debería ser obligatoria en toda escuela, academia o universidad relacionada con lo audiovisual, y más obligatoria aún para todo director/productor/guionista que pretenda continuar una saga sin perder su dignidad en el intento.

Pues preguntádselo a James Wan, porque ha demostrado saber bastante del tema. Es increíble que a sus 36 años haya dado un título tan sólido, efectivo y lleno de estilo, si bien es cierto que sus anteriores películas le han permitido experimentar en la psique humana: a él le debemos el primer "Saw" (además de la invención del tétrico muñeco Billy) y la bastante aceptable "Insidious", la cual demostró su gusto por lo oculto y por dotar a sus historias de un amplio repertorio "criaturesco", con el cual evita explotar hasta el desgaste un solo personaje.

Y esta es una de las claves de "The Conjuring": su gran variedad de registros y atmósferas paralelas, intercaladas con gran maestría. Pero el mérito más importante es cómo ha conseguido sumergirse en una atmósfera totalmente old school y la ha puesto a la altura de los nuevos tiempos. Y es que, no solo es la música o la indumentaria la que te introduce en los años 70 (totalmente prolíficos en cuanto a producción de cine de terror, por cierto) sino los guiños en uso de planos y movimientos de cámara, los cuales a ningún director de hoy en día se le hubiese ocurrido recurrir, por estar supuestamente desfasados. Y sin embargo el efecto no deja de ser sobrecogedor.

Como digo, "The Conjuring" no cuenta nada nuevo, la clave está en cómo lo cuenta: un crescendo totalmente acertado de situaciones que llevarán al espectador más escéptico a un límite tal que no podrá creer que, en su punto más álgido, la película no permita un solo segundo de respiro. Y todo ello con un uso mínimo de efectos especiales, apoyándose en una narración sobrecogedora, un acertado elenco de actores (a destacar los infantiles) y un increíble trabajo de sonido y ambientación.

Vale, es cierto, el cine ha dado muchos, demasiados títulos del género de terror, muchos de ellos innecesarios. Este no es uno más, no caigamos en el error de etiquetarlo. Si Shyamalan sentó un nuevo precedente con "El sexto sentido", Wan está destinado a tomar las riendas del nuevo cine de horror, y lo veremos. Esta película es el claro ejemplo. Olvidad el guión, es lo de menos. "The Conjuring" da miedo. Y mucho.

Pequeña joya de culto del cine postapocalíptico con ciertos tintes cyberpunk. Si eres amante de estos géneros tienes que verla por cultura general. Si no, es mejor pasa de ella. El libro está mucho mejor, y además su autor renegó de la película (y quedó especialmente descontento con la escena final). En cuanto a calidad cinematográfica, hay que tener en cuenta que estamos en plena década setentera y que para colmo esta película no contó con un presupuesto digno. Tiene muchos aciertos (algunos planos muy ingeniosos y molones) y muchos desaciertos, sobre todo a nivel lumínico (hay partes en las que parece que el director de fotografía se ha ido a tomar café). Eso sí, ver a Don Johnson en sus inicios cinematográficos no tiene precio.

Da la impresión de que se nos olvida que cuando una persona determinada tiene libertad total para crear, si queremos disfrutar de su obra, hay que atenerse a las consecuencias y jugar a su juego. Y da también la impresión de que hay figuras icónicas con las que hay que andarse con cuidadito, que los fans acérrimos pueden liarse a patadas contigo. Que si esto no era así en el libro, que si según la saga "Vampire" de White Wolf todo empezó con el pecado de Caín (¿habéis despertado a Bram Stoker para preguntarle si él le da legitimidad a White Wolf para ser el referente real vampírico?), y un largo etcétera.

Y todo esto lo digo tras haber leído críticas en ciertos medios, del tipo "no funciona como película de terror" (¿y quién dijo que lo fuese?) o "Drácula con anabolizantes". Por mi parte, cuando visualizo cualquier adaptación al cine sobre un personaje clásico, o sobre un videojuego, cómic o lo que sea, intento resetear el cerebro, sentarme y tratar de disfrutar de la visión que el creador de dicha adaptación ofrece. Sí, en ocasiones reconozco que esto puede herir profundamente a toda una legión de seguidores, y en más de una ocasión me han sangrado los ojos, el corazón e incluso el honor. Pero, amigos, es lo que hay. Gente con dinero haciendo lo que quiere. Pese a vuestros lloriqueos, seguirá sucediendo. Y dad las gracias de que la mitad de las veces el culpable no sea Uwe Boll.

Centrándonos en el asunto, "Dracula Untold" es normalucha tirando a entretenida. No pretende provocar miedo, ni hacer una oda a la redención del espíritu humano. Diálogos más bien planos, ambientación bastante conseguida, un protagonista atractivo, actuaciones de nivel suficiente como para que todo sea más o menos creíble y unos efectos especiales de infarto. Si volvéis a leer lo que acabo de decir, os vendrán a la mente un montón de títulos que seguro os han encantado. Pero claro, no se meten con el puñetero Drácula, por favor. Ni pensarlo.

Es curioso cómo el fenómeno fanfiction suele ser ampliamente aceptado e incluso celebrado por los fans de determinadas sagas, pero cómo todo cambia cuando es un director y toda una productora detrás la que trata de no encasillarse en los clichés y generar una obra distinta a partir de un referente inicial. Hagámonos un poco de autocrítica en este aspecto, y recordemos la infinita cantidad de películas relacionadas con lo vampírico que han elaborado la historia como les ha dado la gana. Y por cierto, no todas tienen en ellas a papá Lannister (Charles Dance).

En serio. Si os liberáis de prejuicios, veréis una obra bastante aceptable. Yo le pongo un 6 de "Interesante".