El león del desierto

Ya lo he dicho antes, si se recuerda varias de las secuencias de una película después de muchos años de haberla visto es que es buena, en este caso la película tiene como fondo la ocupación Italiana de Libia por los Italianos , donde Oliver Reed hace de un general italiano que intenta sofocar una revuelta dirigida por un jefe beduino (Anthony Quinn), que le pondrá contra las cuerdas durante toda la película, aunque no tenga ni tanques ni aviones , es heroico como los beduinos estando en inferioridad tecnológica se las arreglan para plantar cara al ejercito italiano.

También hay que decir que los italianos resultan algo ridículos presumiendo de estrategas militares cuando no están luchando contra ingleses precisamente, frases como ; "caballeros, estos salvajes no han ido a academias militares como nosotros", o la pose de "emperador" de la antigua roma que adopta aveces Oliver Reed resaltan esa impresión.

"El león del desierto" es una notable película con algunas gotas de excelencia, con aire a "cine de antes", a superproducción que mueve grandes masas de gentes y animales. Personalmente aunque me gusta mucho no la considero de 9 o 10 porque le sobra algo de metraje, no siempre se explica bien y en ocasiones pierde la equidistancia en pos de la complacencia con el Islam, si bien es cierto que los italianos no pintaban nada en África y si ya hoy resulta demencial defender la expansión imperialista, ya lo fue en su momento.

Siendo una producción estadounidense, el director fue un libio (por una crueldad del destino, muerto en un atentado de Al Qaeda en 2005) y contó con un importante aporte económico de Gadafi (cuando éste era "amigo" de EEUU) por lo que parece inevitable la idealización de Omar Al-Mukhtar (excelente Quinn, contenido pero poderoso) y la defenestración del gobernador Graziani (soberbio Reed, con esa mirada de fuego tan suya y esa misma intensidad actuando que bebiendo), ciertamente un fascista pertinaz y sanguinario, y la mala imagen de los italianos en general (aunque cuando no se cae en el maniqueísmo aparecen personajes que no se suman a la barbarie, como el de Raf Vallone, y otros). Aún así por esto último la película supuso un escándalo para Italia y hasta 1988 no circuló con libertad por las salas del país, y tampoco con mucha alegría (de hecho sólo hasta fechas muy recientes se ha podido ver sin trabas). Lógicamente en el "mundo musulmán" triunfó, desde luego por frases como "cuando estábais todavía en pañales, nosotros éramos los amos del mundo" que le espeta Quinn a Reed, algo que le puede decir un árabe a, por ejemplo, un estadounidense, con una historia tan breve, pero no a un italiano, con su pasado romano...

Yo diría que es una especie de "Lawrence de Arabia" con más dosis de violencia y sangre (brutales primeros planos de balazos en la nuca, ahorcamientos, etc) y menos poesía (aunque la hermosa banda sonora la firma también Jarre) así como con una visión mucho menos amable del colonialismo, a la que pueden sumarse espectaculares secuencias bélicas que beben de "Patton" y otras. Resultan impresionantes el desfile de los tanques Fiat al son de "Giovinezza", los bombardeos aéreos y las cabalgadas por el desierto, todo con una ambientación muy competente (rodada en Libia y en Roma), un diseño de producción estimable (ciertas escenas son calcadas de fotografías reales) y un fantástico reparto: aparte del gran duelo de los protagonistas, están los británicos John Gielgud y Andrew Keir, el estadounidense Steiger como el Duce, la griega Irene Papas en su clásico papel desgarrado y unos cuantos italianos capitaneados por el gran Raf.

Lion of the Desert (El León del Desierto, 1981), supuso el debut como director en los Estados Unidos de Moustapha Akkad, seguramente conocido especialmente en occidente por ser el productor de la saga de terror Halloween. Este cineasta, que nació en Libia, había realizado anteriormente una película sobre el islam (posteriormente de esta primera versión nació otra película en inglés, dirigida por el mismo director y que contaría con la interpretación de Anthony Quinn como Mahoma), Al-risâlah (Al-risâlah, 1976). En el León del desierto, el director vuelve a utilizar la historia para contar una historia cercana que sirve para entender parte de la historia contemporánea Libia.

La película se centra en la pacificación de Libia que tuvo lugar durante el primer tercio del Siglo XX, cuando Libia no era un país independiente sino que se encontraba bajo dominio italiano. El momento que escoge la película es precisamente el del final de la pacificación, cuando el general Graziani, por órdenes de Il Duce, Benito Mussolini, fue enviado a Libia a sofocar la revuelta de Omar Al-Mukhtar, quien había puesto en jaque a los soldados italianos durante más de veinte años. Evidentemente, la visión del cineasta es bastante concreta, aunque se puede decir que el cineasta mantiene dentro de lo que cabe la objetividad (aunque no se puede evitar ver un halo de hagiografía sobre la figura de Mukhtar, además hemos de recordar por otra parte que el filme contó con elevada participación económica del propio Gadafi). La película despertó fuertes polémicas en el momento de su estreno y fue además prohibida en Italia, porque supuestamente atentaba contra los valores castrenses (en plena década de los años ochenta).

La película arranca presentándonos al Duce (interpretado por Rod Steiger, aunque su participación es bastante menor de la esperada), que tiene problemas con la colonia de Libia. Harto ya de que no se sometan a su poder, decide enviar a Graziani, quien está interpretado por Oliver Reed. Graziani llega a Libia, y empezará a vérselas con su enemigo, Omar Al-Mukhtar, interpretado por Anthony Quinn (quien como ya hemos dicho aparecía en la película que realizó sobre la vida de Mahoma). Finalmente, el general italiano empezará a utilizar todas las técnicas posibles para poder acabar con su enemigo. La ambientación de la película es aceptable, y podemos ver el poder fascista en todo su esplendor (con los tanques Fiat 3000 desfilando al son de la Giovinezza) por una parte, y los árabes a grupas de caballos por otro. Quizá en el tema arquitectónico la película desentona un poco más (para reconstruir Roma, puesto que no disponían de imágenes durante el rodaje, se colocaron imágenes de archivo) pero no lo suficiente para considerar la película como serie B.

Uno de los problemas del filme es que el cineasta no sabe controlar demasiado los tempos. La película tiene una duración considerable (Dos horas y cuarenta minutos) y a pesar de que la historia da efectivamente para numerosos acontecimientos, el filme no es capaz de sintetizar con adecuación todo lo que relata. El filme se centra una y otra vez en las batallas, que acaban hastiando al espectador, porque por otra parte, el director no es capaz de darles una puesta en escena demasiada imaginativa (No digamos ya real). De hecho da la sensación que en algunos momentos nos volvemos a tragar los mismos planos repetidas veces (caso más célebre el de los caballos libios que caen ante las bombas, siempre en la postura más espectacular posible).

Un Punto positivo del filme es la dicotomía que se establece entre Graziani y Mukhtar.La película utiliza bastante a los dos personajes para construir el discurso del filme. Por una parte tenemos a Muthkar, que es definido como un líder inteligente y responsable, un héroe en definitiva, mientras que Graziani representa la represión occidental, que a pesar de estar científicamente avanzada, es humanamente pobre. Por otra parte, ambos actores realizan una interpretación sublime, Anthony Quinn le da un porte y una elegancia excepcionales, que se comprueban con la secuencia final, en la que el personaje acaba convirtiéndose en un mártir. De hecho, a pesar de que son los protagonistas absolutos, sólo comparten una secuencia juntos, que además es seguramente una de las mejores del filme.

Evidentemente la visión de la película está cortada políticamente por las intenciones del cineasta, pero también es cierto que el filme introduce algunos personajes que sirven de contrapeso contra esta visión negativa de los italianos, como es una serie de soldados italianos que no acatan las brutales órdenes de sus superiores (pero eso sí, siempre son la excepción).

https://neokunst.wordpress.com/2016/03/22/el-leon-del-desierto-1981/

Me centraré en algunos detalles, ya que he visto algunas críticas notables sobre la película.
Me resulta imponente la recreación que hace Rod Steiger de Mussolini, lo mejora con mucho, le da un aire grandilocuente y le quita ese toque bufonesco que tenía el duce.
Las dos intervenciones en que aparece son memorables.

También creo que hubiese interpretado magistralmente al coronel Kurt en "apocalipsis now".
Además le hubiese salido mucho más económico, Marlon Brando, cobró mucho más que nadie en la película y encima se llevaron fatal.

Es cierto que el diseño de vestuario es deslumbrante, he comparado fotos de la época y es calcado, incluso la foto que se hacen al final con Omar Al- Mukhtar, es casi idéntica en su composición, todos estos matices la enriquecen visualmente, así como las tonalidades amarillas y rojizas que logra sacar a la par con el desierto, elemento fundamental en la historia real.
El diseño de los tanques y las múltiples batallas están conseguidas.

Creo que es un documento revelador del sanguinario colonialismo italiano en Libia.
A pesar de durar casi tres horas se hace entretenida y te mantiene en vilo hasta el final.
Qué decir de ese gigante de la interpretación Anthony Quinn, no he visto ningún papel en que no brillase.
Oliver Reed está convicente en su papel del carnicero de Etiopía.

Como curiosidad, el mencionado león del desierto, es decir, Omar Al-Mukhtar, tuvo una enorme influencia en un joven Gaddafi y sus ideas anticolonialistas.
Es considerado en Libia, héroe nacional.

Con, una proverbial interpretación del gran Anhony Quinn, al que da cumplida réplica, Oliver Reed, y con una soberbia representación de Benito Mussolini, por parte de Rod Steiger, más la siempre dominante presencia de una actriz de carácter cómo Irene Papas, vemos, un episodio histórico no demasiado conocido (o al menos no tanto como la Guerra de Abisinia), la rebelión de las tribus beduinas –dirigidas por Omar Mukhtar, al que da vida Quinn–, que habitaban en el desierto de Libia, contra la dominación italiana… En un enfrentamiento entre, dos concepciones distintas, tanto de la Historia, la civilización o la guerra. Por un lado, el general Graziani (Oliver Reed), obsesionado con el ideal fascista del derecho histórico de los italianos a reconstruir el viejo Imperio romano, representando a la cultura occidental y toda la despiadada maquinaria de la guerra moderna. Por otro lado, tenemos a un maestro, obligado a tomar las armas, con un concepto de la historia en base a la religión, su religión y la de su pueblo, el Islam, representante del sentido tribal de la existencia y de una guerra basada en la astucia, el conocimiento del terreno y la necesidad de defender su modo de vida…

Estamos ante una película que no destaca por su espectacularidad, mas, sí, por unas actuaciones deslumbrantes y unos diálogos demoledores, que no dejarán indiferente a, ningún tipo de espectador, y que nos harán pensar…