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La pianista

Drama Una mujer, profesora de piano en un conservatorio, frecuenta cines porno y tiendas de sexo para escapar de la influencia de su dominante madre. Uno de sus alumnos se propone seducirla. (FILMAFFINITY)
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Críticas 146
Críticas ordenadas por utilidad
6 de febrero de 2016
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
I

Las manos que escarban en la basura de la cabina de un sex-shop en busca de un clínex sucio de esperma, o sujetan la cuchilla de afeitar para infligir una mutilación, son las mismas que reproducen las sublimes composiciones para piano de Schubert a la perfección.

II

Madre e hija habitan la misma agrura. Duermen juntas, como un anciano matrimonio que se guarda exclusividad. Se quieren, pegándose. Están unidas, bajo insultos y reproches. Su malsana unión tiene la fuerza de las antiquísimas costumbres que nunca se desharán. Podemos sentir el hedor de la juventud corrupta de ella, la vigilancia materna obsesiva, la férrea y feroz disciplina.

III

No son las interpretaciones mi principal objeto de interés en el Cine, pero recordar 'La pianista' es recordar las gélidas miradas de Isabelle Huppert, de tal potencia emocional que no dan lugar a ser enturbiadas con adjetivos que las describan.

IV

'La pianista' es, en la superficie, una historia extrema sobre una soledad extrema, sobre una incómoda incapacidad social, agravada por una sexualidad insólita, masoquista y sádica. No obstante, creo que la película, lejos de ser un drama sobre seres muy concretos, contiene ciertas claves generales que no la limitan al relato cruel sobre personajes remotos: existe en su fondo una cualidad universal.

En mi opinión, las relaciones humanas se rigen, en mayor o menor grado, por estrategias. Uno se comporta y expresa según con quién. A veces, uno se moldea conscientemente; otras, estas estrategias son automáticas. Creo que el corpus de 'La pianista', como retrato de caracteres y relaciones personales, versa sobre cómo este juego de estrategias puede llevar a una de las partes a la miseria absoluta.

Comenzamos viendo cómo una hermética y disciplinada Huppert se mantiene inicialmente impermeable y desapasionada ante los intentos de seducción de un atractivo y jovial alumno. Él es insistente y tenaz; ella, distante y fría.

Esta situación (estrategia) de dominación (de ella), se quiebra en dos escenas capitales.

1. La profesora, celosa ante la simpatía surgida entre su alumno y su alumna, hiere deliberadamente (con alevosía) las manos de la segunda. Es el primer signo que muestra ella de un interés real hacia alguien. Y la manifestación es abominable. Es entonces, y no antes, cuando la alumna observa sus manos llenas de sangre, cuando se produce el primer encuentro sexual entre la profesora y su alumno: la frialdad e impersonalidad del encuentro abrume y aturde. Ella controla la situación: dice qué quiere hacer y cuándo hacerlo. Él, contrariado, como un títere, obedece. La relación ha surgido; ella, desde su isla, desde su hermetismo, controla; él, desde su desnudez emocional, sinceramente intrigado e interesado en ella, es controlado.

2. Esta asimetría pronto da un vuelco: cuando ella decide desnudarse ante él, con la entrega de una carta. Está entregando su oscura personalidad. Todos tenemos una trastienda: vicios y hábitos inconfesables que nos hacen más banales, incluso ridículos. En el caso de la pianista, esta trastienda es terrorífica. Ella es eso; quizás ha llegado a serlo por encima de su control, quizás sea una víctima, pero 'lo es'. Pretendiendo corresponder a una total entrega con otra total entrega, le pasa el control a él. Es él, ahora, quien la menosprecia.

[Que el escenario del primer encuentro sexual fuese el cuarto de baño de la escuela de piano no limitaba el deseo de él. Que el escenario del segundo encuentro sexual sea el vestuario del pabellón deportivo ahora sí le resulta, a él, un lugar inadecuado y sin erotismo. "... me deseabas, ¿no es así?", le recuerda ella, ahora derrumbada].

...

La obra de Haneke conforma una visión despiadada, dura y misántropa sobre el mundo. Se me ocurren varias ideas deslavazadas, a modo de conclusiones dispersas, en sintonía con lo visto. Quien conozca tu alma al completo, la devorará y te devorará con ella. Practicar la sinceridad plena es exponerse a las fauces del prójimo. La más terrible quizás sea no ver más cabida en nuestra relación con los demás que, o dominar, y ser inflexible y tiránico dominando; o ser dominado, y llegar a tal soledad, a tal pequeñez, que el único contacto que nos alivie sea el de la fría cuchilla en el pecho.

Gracias.
Nuño
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8 de agosto de 2013
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michael Haneke dijo una vez que “sin la música la vida sería otra cosa”. Pues yo digo ahora que sin Haneke el cine sería otra cosa, porque actualmente son pocos los directores que se atreven a realizar películas que muestran la cruda realidad. Sin embargo, el director austriaco va mucho más allá, pues esa realidad la expone de manera incómoda para el espectador, el cual hace el amago de retirar la mirada de la pantalla. Pero no puede. Las escenas, a pesar de su dureza, llevan consigo algunos temas que nunca nos hemos puesto a pensar y que reflexionaremos una vez acabada la película.

En “La Pianista” Haneke nos presenta a Erika, una profesora de piano que esconde una doble personalidad debido al permanente control impuesto por su madre. La película nos hace ver que hay personas que, a pesar de su apariencia, poseen un lado oscuro que, en el caso de ser descubierto, sería la perdición para cada una de ellas. Por otro lado, hay que reconocer que Haneke es un director que exprime hasta la última gota la capacidad interpretativa de cada actor. El resultado son unas increíbles interpretaciones. En este caso Isabelle Huppert (Erika) hace una interpretación inolvidable. Las escenas con Annie Girardot (la madre) son de lo mejor de la película. Además, existen largos planos-secuencia de gran brillantez, fruto de un trabajo bien hecho.

Otro de los puntos fuertes de la película son las escalofriantes escenas de violencia, física y psicológica, pero que para nada son gratuitas, ya que son necesarias para comprender la mentalidad de la protagonista. La magnífica música elegida (que suena más bien en la primera parte de la trama) juega un gran papel.

En fin, estoy seguro que cuantas más veces se vea esta película más detalles serán recogidos por el espectador. Muy recomendable, pero no para todo el mundo.
Alien
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17 de agosto de 2008
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
El apócrifo y transgresor Michael Haneke continúa intacto en su estilo turbador y sombrío que ya dejó escrito en “Funny games” o en “Código desconocido”.

Haneke no carece de talento, pero éste está cargado de un especial desagrado. Su filosofía permanece intacta: se trata de desmitificar la imagen y convertirla en concepto absoluto, algo que vemos diariamente con fervor ( boletín informativo de hoy: un hombre degolla a su compañera sentimental y después se suicida; un niño de tan solo cinco años muere ahogado en la piscina de su casa……….)

El director austriaco es sabedor de ello y así lo plasma: lo que ofrece es algo que la gente sabe que existe y (a corta medida) conoce, pero que no le gusta ver.

Y de nuevo volvemos al mismo discurso: los prototipos de belleza, de educación burguesa y de disciplina no son capaces de estabilizarse. La apariencia es trivial y superflua. ¡Seguro que recuerdan "American Psycho"!

Hay que destacar, en cierto modo, que en la época que vivimos, en la que es constante la profusión por menear la cámara para conseguir movimiento y agitación a cada escena, aun quedan directores que practican su actividad a la vieja usanza (largas tomas de cámara inmóvil en las que el peso dramático recae únicamente en los actores. El director permanece en segundo lugar y solo se encarga de instruirles plano por plano).

Los actores principales destacan por su robustez y sus poderosas interpretaciones: Isabelle Huppert que conjuga perfectamente su exasperante disciplina de profesora con su peligrosa afición al sexo mas desastrado; y Benoit Magimel que demuestra sinceridad e inquietud pero sin caer en típicos gags dramáticos que sirvan de cara a la galería.

Exportada desde Francia, la película obtuvo malas críticas dentro de sus fronteras (famosos cronistas la puntuaron con 3 o 4 puntos sobre 10), pero en mi humilde opinión supone una gran forma para vituperar a las masas y a sus ineficaces convicciones, y para vencer con cine independiente (así tendrá que ser) a muchos insustanciales productos hollywoodienses.

Reflexión: el cine independiente no lo suele ver nadie porque te hace reflexionar. Pues vamos apañados.
Weis
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7 de enero de 2016
26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más Haneke, en su línea habitual, nos obsequia con una historia de personajes y emociones extremos, naturalmente plagada de imágenes pretendidamente impactantes específicamente diseñadas para golpear con saña la sensibilidad del espectador más incauto.

No se puede negar que el personaje de Isabelle Huppert es fascinante y tiene una fuerza magnífica. Una mujer completamente fría, hermética, que nunca ha conocido el amor y que vive la sexualidad de una forma brutal, instintiva, únicamente capaz de sentir a través del dolor y la humillación. Vamos, un regalazo para cualquier actriz.

En realidad lo que vemos es una historia de amor imposible entre esa mujer de emociones extremas y un tipo que se siente irremediablemente atraído y repelido a partes iguales por la inquietante personalidad de ella.

Sin embargo, lo que podía haber sido una película interesante porque el planteamiento inicial efectivamente lo es, se queda en mero estudio clínico de la supuesta patología de la mujer. Sí, hay muchas imágenes destinadas a sacudir emocionalmente al espectador (la de la cabina de cine porno, la del autocine, la de los cristales, por supuesto la de la cuchilla) pero todo se queda en eso, en golpes sueltos e inconexos que tampoco explican demasiado bien las reacciones de la protagonista.

No entiendo tampoco qué pretende Haneke con el personaje de la madre. No sé si insinúa tal vez que es ella la culpable de la forma de sentir de la hija. O que las tendencias sadomasoquistas se explican por la existencia de un padre o una madre posesivos o castradores. Me parece un poco simple.

Y ya puestos a diseccionar personajes…no sé si es más normal el comportamiento de él que el de ella. Ni si esa atracción que el alumno parece sentir hacia su profesora, una estricta gobernanta de manual, es absolutamente sana. Dónde está la barrera entre el sexo enfermizo y/o anormal y el “normal”?

Me decepciona muchísimo el tratamiento que Haneke le da al tema. Me parece muy simple, muy básico; sí, las imágenes tienen muchísima fuerza y pueden hacer pupita a determinadas sensibilidades (desde luego no a la mía) pero se queda en lo accesorio y lo deja todo en manos de la crudeza visual.

Una de las escenas más desgarradoras y a la vez más fallidas es el momento en que él lee la carta en la que ella le pide lo que quiere. Ninguno de los personajes reacciona con un mínimo de credibilidad; ella pasa del dominio de la situación a la sumisión absoluta, a la humillación total. Y él muestra una sorpresa que no se explica muy bien después del encuentro sexual en el baño, donde ella da ya claras muestras de no entender la sexualidad de una forma demasiado ortodoxa.

En definitiva, como me suele pasar con Haneke, todo me suena a impostado. No consigo creerme casi nunca a sus personajes, y muchísimo menos empatizar con ninguno de ellos. Puedo reconocer y valorar el esfuerzo interpretativo que hacen los actores, muy especialmente Huppert con ese personaje bombón que le ha tocado, pero en ningún momento terminan de convencerme. Y el problema no es de ellos, es del director, que ha cargado tanto las tintas que los ha convertido en imposibles.

Pero bueno, el tío con todo lo pretencioso que es, al final cuela la bacalá y consigue su objetivo. La crítica lo aplaude, celebra sus películas y hace sesudos análisis sobre ellas, lo considera un gurú del cine, y encima le inflan a premios chulos de esos que dan muchísimo prestigio. De paso imagino que se estará forrando, por lo cual no tengo más remedio que darle mi más sincera enhorabuena aunque a mí sus películas me parezcan pura bazofia.
Talía666
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24 de septiembre de 2010
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pregunta del título es retórica. No espereis encontrar la respuesta a lo largo de esta crítica, por qué, sinceramente, no tengo ni idea. No sé ni siquiera si vale la pena ver La Pianista, pero fuerzas superiores a mí me impiden prohibirselo a nadie... Espero que esta crítica os ayude a haceros una idea sobre por qué me muestro tan frío al respeto.
Si le he puesto un 6 a la película ha sido porque, por un lado, todos y cada uno de los planos que la conforman son sublimes, y, por el otro, consigue suscitar emociones, aunque turbias y negruzcas, en el que la ve - y el suscitar emociones, sean buenas o malas, es siempre un logro para cualquier película, especialmente hoy día, viviendo en el mundo de placer estético y sentimientos estereotipados en el que vivimos.
Había visto de Haneke hasta ahora Funny Games y La Cinta Blanca. Ambas me parecieron películas estupendas, aunque con un claro trasfondo misantrópico. Pero este último dato se salvaba por los juegos de metacine que Haneke domina con tanta maestría, por como demuestra saber lo que piensa el público al ver su película ofreciéndoles a cada instante precisamente lo que NO quieren ver. Tendrá su motivos para chinchar al público de esta manera, cuales perros de Pavlov, aunque dudo que motivos muy cuerdos. Pero el efecto de quedar atrapado dentro de la película y a la merced de este despiadado director causa un efecto, a lo largo, grato y de gozo más o menos intelectual.
En La Pianista, solo observamos la primera faceta de Haneke que he destacado: el misantropismo. No hay ni un personaje que suscite la menor simpatía entre el público, todos son igualmente odiosos, fríos e inmorales. Y al terminar la película, no hay la más mínima gratificación intelectual, solo un regusto de asco y bilis en la garganta. Ya desde el comienzo de la película Haneke demuestra cómo no siente compasión por cualquier cosa mínimamente humana o bella, cuando corta tajantemente piezas musicales para piano - interpretadas sublimemente - para insertar intertítulos con los créditos iniciales con su insufrible pero característico silencio de fondo.
¿Por qué vale la pena ver La Pianista? Intentaré contestar:
Sencillamente, creo que Michael Haneke me fascina. Y como dijo Oscar Wilde, es muy distinto que te fascine una obra de arte a que te guste. La Pianista me fascinó, pero está lejos de haberme gustado.
pamasake
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