Lucía y el sexo

...a las tres de la mañana, con una mano en el mando apretando el botón del Foward sin piedad y la otra perdida bajo el pantalón mientras el espectador interpreta la borriquita y los peces en el rio en Re menor y , como no podía ser de otra forma, con zambomba incluida.

Que conste que si no me incluyo en este alegre grupo es porque no me gusta Paz Vega y prefiero pelarmela con los Lunis antes de involucrarme emocional o sexualmente en esta
paranoia, otra más, del Medem.

Hasta los "eggs" de que el cine español acostumbre a meter escenas de sexo "porque si" que parece que como nos saquen de la Guerra Civil, la película erotica/porno propia de los años del destape en la linea de Pajares y Esteso o el barrio pobre no sabemos hacer otro tipo de película.

Aparte lo del Medem no tiene nombre, ni los gafapastas más recalcitrantes ni siquiera el Kevin Space de American Beauty que se emocionaba con una bolsa volando podrían emocionarse con esto y él que diga que la entiende o miente cual bellaco o tiene un nivel sensorial inusitadamente exaltado, solo al alcance de unos pocos iluminados, entre ellos Medem, ese incomprendido genio, nuestro Woody Allen español. (Por los cojones).

Para mí esta película es mágica, no necesito comprender al pie de la letra la historia ni entender cada detalle, ni me planteo si son posibles o no tantas casualidades... Todo eso me da igual.

Lo verdaderamente importante es que cuenta una historia que me emociona desde el primer momento, con la que lloro y disfruto, que me toca en lo más profundo porque habla de gente real, que transmiten sensaciones y sentimientos reales.

No es para cualquiera, pero si sabes apreciarla te llegará muy adentro.

Hay películas que te marcan de por vida; hay películas que se meten tan dentro de ti que no puedes olvidarlas; películas con las que no puedes ser justo a la hora de puntuar, por más que lo intentes, porque llevan consigo una parte de ti; películas que te cambian, que te influyen, que te transforman.

Medem, juzgando a partir de lo poco que había visto de él, me parecía un director con un universo personal que no me interesaba demasiado; sus propuestas rayaban en lo surrealista o directamente, por ese aire pseudopoético que pretende imprimirles, en lo ridículo, y su trayectoria posterior a este filme no me han hecho variar de opinión. Por eso, "Lucía y el sexo" fue una doble sorpresa, una revelación.

Desde la magistral, inigualable música de Alberto Iglesias, hasta las magníficas interpretaciones del trío protagonista (y conste que Nimri no es precisamente santa de mi devoción), pasando por el extraordinario guión, todo en esta película, todo, es sencillamente perfecto, casi embriagador. Si a ello le sumamos el opíparo desenfreno nudista que Medem nos ofrece, con una Paz Vega y una Elena Anaya que son puro sexo hecho carne, poco o nada se puede pedir.

Salvo Formentera... Un amigo que conocí allí me dijo que todo el que llega a esta isla se enamora de tal forma que se siente su dueño y cree conocerla mejor que nadie. Por favor, si no han estado allí..., no vayan: es demasiado hermosa.

Como el cine español en general es malo, requiere un gancho publicitario y comercial que nos haga elegir una película patria en lugar de la última superproducción americana. Ese gancho es tan antiguo como el hombre y se llama sexo.
Julio Medem, en su infinita sabiduría, decidió forrarse de una vez por todas con un filme trufado de eso mismo: sexo y sexo y más sexo. Eso sí, todo ello aderezado con una coartada pretendidamente intelecutal que cuestiona los límites de la ficción y del amor con tan poco acierto que consiguen inducir al espectador hasta la desesperación absoluta. Y no es que la labor de los actores haga mucho por rescatar el conjunto. Paz Vega se limita a hacer de guarrilla, Tristán Ulloa pronuncia sandeces trascendentales con escaso convencimiento, Anaya repite enésimo rol de lolita crecidita y Najwa Nimri conserva su nula capacidad de vocalización. Eso sí, todos se hartan de follar o imaginar que follan, porque, a pesar de tanta metáfora y tanta isla con agujero, aquí de lo que se trata es de lo Único.

Quizá lo más llamativo de la película son las personalidades intensas que el director expone en la pantalla. Almas complejas, a veces forzadas, intensas, superlativas, que golpean al argumento y lo llevan, plagado de metáforas, a través de las obsesiones de Medem, los sentimientos extremos, la muerte, el sexo… acompañados de un estilo de narración rico en detalles. Un alma de cuentacuentos y poeta encerrada en un cuerpo de cineasta con una visión muy especial, incapaz de dejar a nadie indiferente. Nos pueden gustar o no sus películas y sus argumentos, pero hemos de reconocer que ofrecen una visión original, un mundo propio, incluso una ventana hacia sus neuronas, mucho más de lo que pueden decir la gran mayoría de los realizadores.
Si todo esto no os convence para ir a ver la película, pensad que es posible que veáis algunas de las escenas eróticas mejor rodadas de la historia del cine, sin censuras, sin medias tintas, sin prejuicios, tan sólo sexo destilado, del más puro, sin conservantes ni colorantes. Si encima pensamos que tres de las actrices más guapas de nuestro cine las protagonizan, Paz Vega, Elena Anaya y Najwa Nimri, aún no entiendo cómo tardé tanto tiempo en acercarme a esta película.