La enfermedad del domingo

A manera de los sucintos mensajes que se intercalan en los carteles publicitarios de las películas para atraer la atención del espectador, uno de "Intenso melodrama emocional" y otro de "Duelo interpretativo de actrices", podrían captar la esencia general de lo que esta obra propone. Y ya no hay mucha cosa más, todo y que quizás no sea poca cosa para los tiempos que corren. Aunque no escondo que para mi, que no soy muy dado a sentimentalismos escénicos superlativos porque la mayoría de las veces no me los creo, la cinta me dejó un tanto indiferente. "Mea culpa".

Al menos Salazar ha tenido la deferencia de no encerrar el drama entre cuatro paredes y volverlo claustrofóbico. Quizás sea lo más destacable de la película. La naturaleza, desde el mismo principio, aunque siempre grisácea y con poca efusión solar, aparece para enmarcar los sentimientos. Arboles y raíces y lagos cumplen funciones metafóricas que a nadie se le puede escapar. Són principio y final. Algunes imágenes al respecto se agradecen. Tiene el handicap, por otra parte, de resultar un tanto previsible y alejarse por lo tanto del factor sorpresa que al menos le hubiera ayudado a sostener la tensión emotiva. Pero yo, por ejemplo, que no sabia nada de la película, lo anticipé todo a mitad del metraje. Solo faltaban saber las formas.

Pero como ya dije, poca cosa más. Ha tener en cuenta para posibles premios de interpretación, supongo, aunque no para el de guion.

Ya sé, ya sabemos todos, que el cine es un negocio, una industria, de la que hay que sacar beneficios y que hay que sacar al mercado con la mayor publicidad posible y con una red de distribución casi imprescindible. Pero digo yo, en esto del negocio, del mercado ¿no es una cosa importante, a tener muy en cuenta, la calidad del producto y más teniendo en cuenta que en el caso del cine, este también es arte y cultura? Sobre todo y antes que nada debería ser arte y cultura. Uno asiste a la campaña publicitaria de “Superlópez” y se queda patidifuso cuando va a ver el producto. O llega hasta los Goya, “Campeones”, que está muy bien y que tiene una intención muy loable. Y no digamos los bodrios americanos que nos tragamos.
Y así sucede que uno ve este film, casi de chiripa, yo no lo he visto en los cines comerciales, y se hace cruces de cómo está la distribución en España.
¿Cómo una película como ésta puede estar pasando sin pena ni gloria por nuestro cine?
Sólo puedo mantenerme un poco extrañado ante el título. Una niña abandonada por su madre con ocho años no se queda delante de la ventana mirando la calle como se suele hacer un domingo. En esas tardes de domingo que odiaba Juliette Grecó, si uno es un niño, está jugando en la calle o viendo la tele y si uno es adulto, uno está nostálgico, aburrido, deprimido, desesperanzado pero no se siente traicionado, abandonado y desde luego nada enfermo. Al menos es mi sensación.
Pero dejando del lado el poco acertado título, la película de Salazar es una señora película con todo casi perfecto. El decorado; el ritmo de narración, un pelín lento, por eso lo del casi; la minimalista banda sonora; las interpretaciones muy equilibradas de Bárbara Lennie y Susi Sánchez y sobre todo la magnífica historia llevada sin estridencias ni excesos, muy natural y conmovedora con escenas de impacto, de una estética casi gótica.
Una película sobre abandonos, traiciones, búsqueda de la libertad y rendición sin un pelo de revanchismo ni de didactismo. En fin, una gran película del cine español, otra, que como no lo remedie una mención a los Oscar o cualquier otro premio extranjero acabará reponiéndose en La 2 dentro de unos años y eso que es de Netflix.
De esta película se puede decir… que la distribución del cine español está a lo que está… money, money de la peor manera posible…
Una pena.

Podría decirse que es una película que rehuye el melodrama, que rehuye caminos ya trazados, y sería verdad, pero no sería lo más importante, porque lo más importante no es abrirse camino haciendo a un lado los tópicos, sinó hacer realmente un camino nuevo y bello. Y el de esta película lo es. Es insólito, fascinante, crudo, sutil, y de un dramatismo asociado a un constante suspense emotivo, trenzados ambos por un tempo y una estética que se mantienen eficaces en todo momento. Hace pocos días murió mi madre, y es la primera película que me ha clavado en el asiento generándome una amnesia temporal, y no era nada fácil que eso sucediera.. Gracias, Ramón Salazar.

La enfermedad del domingo o cuando el abandono no es transitorio, ni el dolor que lo acompaña. Cuando la nostalgia lo impregna todo y el ambiente se vuelve irrespirable. Cuando ya no hay nada más que perder y sientes que arrastras la sombra de un fantasma. Y asaltan las dudas y las voces que resuenan a tu alrededor repiten una y otra vez “no es seguro si no conoce el camino”, como aquella mujer del bosque, pero, ¿habrá más oscuridad que la que percibo ahora mismo en este lugar?

La función seguirá su curso, con nuevo reparto y distinto guión. Aunque el argumento no variará. Y el pasado vuelve, aparece ante ti con nitidez, como cuando percibes tu reflejo ante el espejo ("me veo en ella"). Baja el telón, se detiene la función y la máscara cae por su propio peso. Las fotografías cobran vida.

*Recomendación de un alma gemela de esta página*

Me ha gustado, pese a perder un buen puñado de minutos, desperdiciados en escenas alargadas innecesariamente.

Yo la dividiría en dos partes bien diferenciadas. La primera que se alarga hasta más de la mitad con un planteamiento que produce una fuerte desesperación en el espectador, dada la gestión de los tiempos, y el tratamiento de la historia... Y una segunda, muy potente donde las emociones se manifiestan y entiendes el camino que debiste recorrer para entender esta historia de madre e hija biológicas a las que no une nada.
Un relato intimista, arriesgado, frío y de asimilación lenta.