Excelente película. Podría parecer que el tema es el sexo homosexual en las cárceles, pero a mi parecer no es ése. Creo que el tema es, por un lado, la injusticia de la imposibilidad de encuentros afectivos entre parejas y sin supervisión; por otro, los efectos que tiene en el cerebro —en dos cerebros implicados— esta carencia, y finalmente el sentimiento de culpa que bloquea el amor de una pareja sin matarlo, todo lo contrario.
La película trata el tema sin rehuir su complejidad, con una inteligencia emocional profunda, sin tópicos, con escenas estética y psicológicamente bellas.

La directora descubre el perdón a sí misma —el más difícil— y lo hace en un tono simpático, juguetón, apostando con éxito por la mezcla de imágenes reales y de animación, y consiguiendo un ritmo impecable. Pero ese tono de simpatía no le resta ni un ápice de profundidad. Dado que siempre me ha dado qué pensar el tema de las relaciones a distancia, especialmente cuando a la distancia en kilómetros se suma la distancia de experiencias absorbentes por alguna de las partes —creo que esto último es decisivo—, me interesó ver el documental. Hubiera sido muy difícil hacer una disección tan elaborada pero al mismo tiempo tan natural y refrescante, sin haber vivido en propia piel la historia, y sin la necesidad vital de contarla. La directora hace algo también muy difícil a mi entender, y que representa una cierta paradoja: transmitir la idea de que equivocarse no es una equivocación —somos humanos— y paralelamente dar algunas pistas —no lecciones— que puedan ayudar a otros a esquivar la equivocación.
¿Algún defecto de la película? En la zona spoiler.

Tanto el guión como el ritmo, el montaje, excelentes. Y también las interpretaciones. En el caso de los dos protagonistas, diría que brillantes: consiguen transmitir un estado de ánimo que oscila entre el nerviosismo, la inquietud, el desconcierto, la convicción, la duda, a base de microexpresiones. En cuanto a los otros dos actores, un policía hombre y una policía mujer, armonizan hábilmente la dureza de un interrogatorio y una cierta sutileza estratégica o tramposa. Tensión ininterrumpida, claustrofobia muy respirable.
La película nos habla del abuso de poder, de la manipulación con fines —según los que la ejecutan— legítimos, y también del amor, la confianza, la mentira, la necesidad, la desprotección, la contradicción... Y todo desde una sala de interrogatorios. Este argumento ¿podría llevarse al teatro? Claro que sí, y con éxito. Pero estamos ante una película que funciona como tal. Si la puntúo con un ocho y no con un diez, es por algo que me pareció innecesario y en cierto modo una nota desafinada (lo aclaro en la zona spoiler) que en cualquier caso resulta perdonable ante el talento global que esta película nos regala.

Para no hacer spoiler, no digo si la protagonista consigue o no hacer contacto con extraterrestres. Pero lo que afirmo rotundamente es que consigue hacer contacto con el espectador. Hablo por mí pero estoy segura de que a muchos otros les ha pasado. Una historia humana, es decir, nada de tópicos ni lecciones morales, pero ofreciendo un dilema puro en todo su esplendor y simplicidad. Un dilema al que parece que se quiere dar respuesta pero... se le da algo mejor que una respuesta: una oportunidad de dárnosla nosotros, los espectadores, o de seguir dudando si no lo conseguimos. Perturba, conmueve, sin aparatosidad. Siendo una película de ciencia ficción, también es una película psicológica, filosófica, sentimental... Ingredientes que son muy difíciles de combinar. Y el ritmo creo que es el perfecto para sumergirte en una calma inquietante hasta el final.

El análisis, sutil, exhaustivo, difícil, del proceso hacia una verdad interior. Y un retrato de los argumentos del poder, tan bien diseñados, tan enmascarados de "verdad superior" que fácilmente podrían convencernos o seducirnos. Un debate ético antiguo y probablemente sin final.
Después de ver la película, uno se hace algunas preguntas —por poca tendencia que tenga al cuestionamiento— y eso es saludable.
Técnicamente me parece muy bien resuelta, y las interpretaciones —con el audio en versión original— son tan eficaces que terminas convencido de haber presenciado escenas reales, de una violencia tan intensa como poco aparente.