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Cautivos del mal

Drama Un tiránico y manipulador productor de cine (Kirk Douglas), que ha caído en desgracia, pide ayuda a un director (Barry Sullivan), a una actriz (Lana Turner) y a un guionista (Dick Powell), a los que ayudó a triunfar, pero que tienen sobradas razones para detestarlo. Los tres le reprocharán su falta de escrúpulos para alcanzar el éxito sin reparar en las personas a las que traicionaba o engañaba. (FILMAFFINITY)
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Críticas 83
Críticas ordenadas por utilidad
26 de septiembre de 2007
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cautivos del mal es uno de los más justamente celebrados melodramas del maestro Minelli, y lo es por ser capaz de aunar en la historia infinidad de tópicos, asimilarlos con naturalidad y sublimarlos hasta unos límites que rozan el arrebato y que le confieren una fuerza y un aire tumultuoso casi magistral.
Impregnada de un sentido del glamour irrepetible, su excelente reparto en el que incluso la siempre hierática e inexpresiva Lana Turner esta soberbia (como presencia escéncia e incluso como actriz), su excelente fotografía en blanco y negro (así que olvidémosnos del magistral uso del color tan caro a Minelli) le otorga ese aire mítico y de homenaje a un mundo que en la época de su realización ya empezaba a ser casi un vestigio del pasado.
Estructurada en varias historias concéntricas en torno a la figura de un productor fácilmente reconocible en la época, el estupendo guión sabe sacar partido a la idea de la ambiguedad y dar la vuelta al concepto de verdad y mentira gracias a una inspirada realización que desentraña con mas cariño que mordiente el negocio del cine y los resortes que lo mueven. Su continuación años más tarde fué "Dos semanas en otra ciudad", que pese a estar interpretada también por Kirk Douglas y contar con la estimulante presencia de Cyd Charise quedaba bastante por debajo de esta, aún siendo muy recomendable.
Por todo esto "Cautivos del mal" es un clásico incontestable de los años 50, en el que quizás un poco más de acidez y espíritu crítico no hubiesen venido mal, pero que pese a todo resulta visualmente esplendorosa, y argumentalmente apasionante, aunque en algunos momentos el cine remita por su estética kistch más al espíritu de los años 40 que al de su década de realización. Con todo una obra imprescindible, fácil de ver y disfrutable sin fisuras de comienzo a fin. Todo un ejemplo del mejor cine de los estudios americanos de la época y prueba indiscutible del gran talento de Minelli en el género melodramático
kepamk
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26 de junio de 2012
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mensaje es tan válido para ese año 1952 que para hoy, setenta después, lo cual convierte este "Cautivos del mal" en necesaria para todo aquel que sigue el cine y su historia. Las dudas que plantea son las mismas de hoy, todo empieza con una cuestión: ¿De quién es es una película? ¿Del director? Posiblemente en la actualidad el nombre propio que va seguido a un título es el del director... ¿Actor principal? Muchas estrellas venden más la película que el director, muchas veces el nombre propio que se recuerda de una película es el del actor o actriz que la protagoniza... ¿El productor? Hoy posiblemente es difícil tener en cuenta quién produce cualquier película, pero antes no era así y en todo caso, siempre, siempre, el que pone la pasta tiene más que decir o imponer que nadie...

La obra de Minnelli hace pensar y eso nunca es malo, tal y como plantea la cuestión me encantaría saber cómo eran las reuniones de producción de su propia película, tal vez cualquier reunión sirviera de material para su misma película, tiene gracia... El caso es que contó con un excelente Kirk Douglas que, atención, en los mismos créditos sale supeditado a Lana Turner, la misma que poniendo el rostro y sin hacer nada particular consiguió ser la estrella. En fin, cine para cinéfilos, cine dentro del cine, cinefilia, cinefagia, reflexiones más que interesantes, pero como película, y ahí es donde voy finalmente, justa, justa, justa. La presentación en tres actos es muy mala idea, antes y ahora, y ese final al aire es igualmente feo...
Luisito
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31 de octubre de 2020
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra indiscutible de Vincente Minelli sobre los entresijos de la industria del cine en el Hollywood clásico.

Narra la historia de un productor Jonathan Shields, que podría inspirarse libremente en las figuras de Jack L.Warner, Howard Hughes, Harry Cohn, Darryl F,Zanuk, Louis B.Mayer, David O'Seltznik o Irving Thalberg, brillantemente interpretado con energía y convicción por un soberbio Kirk Douglas, en el papel de un ambicioso, persuasivo, manipulador y egoísta productor, con un innegable talento y un profundo amor por el cine.

Le dan ajustada réplica una bellísima Lana Turner, en el papel de la estrella despechada y alcohólica, Dick Powell, como el guionista celoso de su independencia y Barry Sullivan, como el sufrido y ninguneado director..

El film, de estructura rabiosamente moderna, se organiza en tres epidodios y un epílogo, correspondientes a otros tantos flashbacks, narrados por cada uno de estos profesionales, donde detallan sus decepcionantes experiencias con el productor Jonathan Shields, pero también su admiración por su talento profesional.

El film está plagado de innumerables referencias o alusiones cinéfilas, cuya identificación brinda un placer añadido al aficionado, pero sobre todo es una apasionada declaración de amor del director por el mundo del cine.
Maximillian
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20 de julio de 2010
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasen y vean los genuinos engranajes y los intestinos de esa rutilante industria llamada cine.
Observen el intrincado entramado que hay detrás de cada película. Todos esos nombres que figuran en los títulos de crédito no son simples nombres que desfilan por una pantalla. Tras cada uno de ellos, hay un eslabón de la inmensa cadena.
Vincente Minnelli hizo algo parecido a una operación a corazón abierto sobre uno de los negocios más mitificados y rentables del mundo. Un negocio que tiene la afortunada ventaja de poder convertirse en arte, en fábrica de sueños, y transformar en oro lo que toca. El cine tiene un aura especial, de leyenda.
Por lo menos, eso consiguió Hollywood cuando creció hasta dimensiones colosales y se colocó en el centro de atención mundial.
Decir “Hollywood” era parecido a nombrar el paraíso, aunque por detrás de la estampa legendaria representada en nueve letras mayúsculas de color blanco situadas sobre una colina de Los Ángeles, no aguardaba precisamente un paraíso, sino una jungla espesa en la que había que tener determinación, imaginación, ambición, talento y agallas para no sucumbir a la claustrofobia de estar encerrados entre fieras.
Jonathan Shields suma todas esas cualidades. Ha nacido para la jungla de la mayor industria de cine del planeta. Y para demostrarlo, no reparará en medios. Podría ser un David O. Selznick, podría ser como cualquiera de esos productores que hacen bastante más que aportar capital y preocuparse sólo de ganar dinero. Shields es un artista cuya vocación es producir cine de calidad. Comenzando como la mayoría, al principio se emplea en películas de serie B, pero su genialidad pronto despunta y él empieza a tomar el control.
Además de su buen olfato para la calidad, también lo tiene infalible para detectar talentos en ciernes…
Un director de exitosa carrera, una actriz disputada por todas las compañías, y un escritor y guionista ganador del premio Pulitzer reciben una llamada telefónica a la que se niegan a atender. Ante su negativa a contestar, los tres son convocados por un productor que ha sido un estrecho colaborador de Shields durante muchos años.
Esas tres personas tienen mucho que contar, y mucho sobre lo que recapacitar. Tienen algo en común en su pasado: Jonathan Shields.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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2 de noviembre de 2012
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un claro ejemplo de por qué a las décadas de los 30, 40 y 50 las llamaron "la época dorada de Hollywood". Valga decir que se ve con una frescura casi inaudita con ojos del 2012, cosa que apenas ocurre en productos de los años 80, por poner un ejemplo.
Todo en esta película está perfectamente acabado: dirección, interpretación, guión, fotografía y montaje. No soy un experto pero te das cuenta del mimo extremo que tuvieron todos los implicados en esta "Cautivos del mal", empezando por el gran Vincent Minnelli y continuando con las magníficas interpretaciones del septeto protagonista. Douglas, está como nunca, y es decir mucho para un actor no demasiado ensalzado respecto de otros de su generación. Y de los demás, me quedo con la desconocida para mi Grahame, en un papel que borda y que vive en el alambre de la parodia, ingenuidad y sutileza.
Habla de cine, pero principalmente reflexiona sobre las relaciones humanas, el deseo de reconocimiento, el perdón imposible de los ausentes y el amor y la ambición. Grandes temas tocados con sutileza, pero con una fuerza emotiva nada maniquea. Bravo a todos!!
Nota: 8,75.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feldon
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