Nadie sabe nada de gatos persas

El poder, desde tiempos inmemoriales, rechaza todo aquello que no puede controlar o manipular. De ahí que las artes libres, en este caso la música, no sean santo de la devoción de quienes mandan: demasiado libres de espíritu quienes crean a partir de las siete notas como para facilitarles las cosas y el movimiento, demasiado peligrosos aquellos que maquinan letras y ritmos; ¡caiga sobre ellos la mayor de las represiones!

Cuando líneas arriba me he referido al poder, también incluía la religión, ese ponzoñoso tentáculo, a veces; columna vertebral, en otras ocasiones, del omnímodo monstruo totalitario o globalizador. Los jóvenes, a no ser que se traguen sus principios rebeldes, lo tienen mal en cualquier parte (¡que se lo pregunten a la legión de parados españoles!); pero los iraníes, oprimidos por gobiernos con rosario, necesitan, para poder respirar, correr en la noche zigzagueando campos de minas.

Bahman Ghobadi, que alcanzara el punto de la excelencia con "Las tortugas también vuelan", nos lleva en moto por las calles de Teherán para descubrirnos nidos de resistencia intelectual; como ya lo hiciera en su día Benito Zambrano con "Habana Blues"; aunque es preciso reseñar mayor idealismo en los gatos persas, que en los buenos músicos cubanos sedientos de reconocimiento internacional.

No soy devoto seguidor del cine indie, pero tampoco le hago ascos a ese tipo de cine. Creo que he encontrado un equilibrio entre el cine comercial hollywoodiense y el cine independiente que espero que dure.

Tampoco me gusta el rock indie, si acaso el británico. Aunque tengo 3 o 4 canciones de grupos indies franceses y nórdicos que sólo escucho cuando me las quiero dar de guay delante de alguien. Todos hacen lo mismo, no me miréis así.

El caso es que vi esta peli únicamente porque soy un músico amateur/pachanguero al que le está costando la vida formar un grupo duradero y al leer la sinopsis de esta peli con el título tan raro y una bandera de Irán, pues me picó la curiosidad.

Francamente, es pura denuncia social contra la censura y la represión. Entre escena y escena, mientras van con el coche o la moto de un sitio a otro, nos meten videoclips con imágenes de Teherán dignos de Macaco o alguno de éstos, para que parezca que la peli va sobre rock indie pero no, es la excusa para denunciar lo chungo que está el tema en Irán. La historia no es nada del otro mundo y el final, no me conmovió nada, simplemente me recordó que veía una película y no una mezcla de documental y musical. Algunos buenos diálogos y actuaciones correctas en su mayoría.

Si no te va la música indie, ni el cine indie, no pierdas el tiempo. Si te gusta alguno de los dos, intenta verla. Si te va ambas cosas, seguro que te gusta. Y si estás en la misma situación que yo como músico, pues te enseñará que no lo tenemos tan difícil aquí como nos creemos.

Voy a hacer un pequeño comentario sobre las mañas indies en spoiler.

La disparidad intelectual en pleno siglo XXI prevalece, sosegada a través de la ley en el mundo islámico por cuestiones de idiosincrasia y religión, así es como Irán es rezagada de Occidente en aspectos tan básicos como la libre expresión artística a través de la música, el cine y la literatura. "Nadie sabe nada de gatos persas" es un docudrama de denuncia sumamente valioso con el que su director asume la consecuencia más dura de su rodaje: la última dentro de su tierra, porque en "El país de nunca jamás" lo radical no es una moda, es una exigencia por parte de las instancias para que todos se apeguen a las normas.

Cualquier dato aquí filmado además tiene la particularidad de haber sido captado de forma ilegal, lejos de los permisos burocráticos y que vuelven a colocar al arriesgado director en la controversia del islam pero también en la cima del cine, Cannes. Ghobadi acertadamente ya no sale a las provincias para captar lo más rudo de la guerra, ahora sale a las calles para retratar lo que creíamos imposible, hechos que dentro de una cultura restrictiva son sumamente graves, desde transportar a tu perro en brazos en carro, hasta la edición de un disco, organizar un concierto o hacer una fiesta con altos niveles de euforia a cambio de perder la libertad por algunos meses.

Es de suponer que el director se someta a comparación con trabajos pertenecientes a su misma filmografía, en este caso creo que es valido salirse y hacer otro tipo de propuesta, aunque se tache de videoclipero y ciertamente no tenga en absoluto que ver con "Las tortugas también vuelan", mas es una fabulosa cinta perteneciente a las que se escuchan y sienten, que te acercan al Irán desconocido (como por aquí lo han mencionado) y estremecedor.

En "el país de nunca jamás" se vende a Occidente como la tierra de los excesos, donde lo impúdico es cosa de todos los días, no obstante la doble moral recorre a diario el mundo entero y los abusos pertenecen a ella.

Lo mejor: la música definitivamente, pinceladas de ciertos géneros comunes de este lado del planeta que tienen la esencia iraní.

Acabo de volver de Teherán, y efectivamente yo sí sé que nadie sabe nada de esta película ni de los grupos y cantantes que en ella aparecen.
Recorrí varias tiendas, buscando CDs de estos y otros grupos, y están prohibidos!!!
Resulta que el gobierno de Irán tiene censuarada la música rock, rap, etc., y si un grupo quiere actuar en público debe, efectivamente como se muestra en esta peli, pedir un montón de permisos y someterse al celoso escrutinio de sus letras por los sirvientes del régimen. Penoso.
No se puede bailar en público, las mujeres no pueden cantar en público, ..... Y un montón de prohibiciones más que ese pueblo, super hospitalario y amable, tiene que aguantar de su dictadura de los imames.