El hombre con rayos X en los ojos

Las cosas que se suelen decir de la serie B, aunque sean generalidades, resaltan en esta película de Roger Corman que atención, es difícil de creer, pero va de un hombre con rayos X en los ojos. No se complicaron a la hora de ponerle título a la película, esa es la verdad, como tan cierto es decir que la falta de medios y presupuesto no le resta nada, es más, de esa necesidad se hace virtud y se saca adelante dignamente una historia muy original. A mí lo del guateque nudista me ha encantado, a los pocos minutos de película mi cerebro perverso ya apuntaba a esa idea vouyerista y me he reído como un condenado al descubrir que ese guión es, al menos en esto, tan perverso como yo.

Sin embargo la película, sabiendo que es complicado tocar el cielo con lo que tiene, se queda muy lejos de ser poco más que pasable, y eso se debe a la falta de ritmo y a situaciones excesivamente inverosímiles colocadas más porque sí que por alguna lógica. La caída del compañero médico desde la ventana es muy ridícula y los volantazos del final son para olvidar. Qué le vamos a hacer, son las cosas de la serie B, entran bien por un lado pero por otra parte se dan situaciones lamentables. Aún así, yo siempre coincido con muchos otros al sugerir siempre un poco, en su medida justa, este tipo de cine, como una especie de desintoxicación. Sano, eso es lo que es, cine sano, dejando de lado alguna parte de su contenido, claro.

El hombre con rayos X en los ojos es una película que no te dejará indiferente; siempre y cuando te guste la serie B con cierto tinte cutrillo. Esto no lo digo peyorativamente, todo lo contrario: es precisamente ese tinte lo que le da el encanto necesario a estas películas. Aquí, Corman demuestra su capacidad de realizar una buena obra con escaso presupuesto (aunque esto se puede ver mejor en La tienda de los horrores, de mucho menor presupuesto que ésta, y a mi gusto de mayor calidad). No obstante, hay que tener en cuenta ciertos fallos (perdonables en este caso), como un guión poco elaborado y unas actuaciones que a mí no me han convencido nada. Por otra parte, el final es de los más acojonantes que te puedes echar en cara (todo hay que decirlo). Buena.

Una muy interesante reflexion, sobre el afàn de superar barreras que la naturaleza impone al ser humano, un idealista cirujano que por su ambiciòn y algo de melagomanìa intenta romper las barreras de las leyes naturales,. Con un toque de critica social y cierto sentido del humor, ( muy tìpico del cine del señor Corman) lo cual es de agradecer , asistimos a un viaje a la locura mas delirante de la mano de un inspirado Ray Milland, con efectos especiales bastante resultones, a un final tan apoteósico como impactante.

El cine de serie B tenía en origen dos características básicas: bajo presupuesto y actores desconocidos o antiguas estrellas venidas a menos. El resultado no siempre era un cine de calidad B; a menudo, la falta de medios se compensaba con oficio y talento, y permitía que algunos directores se atreviesen con experimentos que jamás habrían financiado los grandes estudios. Es el caso que nos ocupa. Corman, especializado en este tipo de películas, particularmente del género fantástico o de terror, supo sacar el máximo partido, pese a los pobres efectos especiales que podían lucir sus películas.

En ‘X’, Ray Milland encarna a un científico obsesionado por desarrollar un sistema de visión que va más allá de la simple percepción humana. Evidentemente, es tomado por loco y decide experimentar con sus propios ojos. Su ambición científica le obsesionará hasta el punto de convertirse en un fugitivo adicto al suero descubierto por él mismo, al que los acontecimientos sobrepasan.

Es el argumento típico del científico loco devorado por su propia egolatría. Todo son tópicos, la evolución es previsible, los medios, escasos, pero la trama funciona, pese a sus casi cómicos efectos especiales y a los casi 50 años transcurridos. Incluso con sus evidentes limitaciones, resulta mucho más efectiva que la mayoría de las obras del género que he visto, todas con presupuestos y medios millonarios. Es muy corta, apenas 80 minutos, y hace algún guiño religioso que tiene su puntillo.

Si, como he leído, esto es de lo más flojo de Roger Corman, ardo en deseos de contemplar su mejor obra.

Empieza suave, con un poco de romance y algo de humor, para ir volviéndose más tenebrosa. Las curiosas y esperanzadoras pruebas con los macacos, el primer contacto del científico con su descubrimiento y lo divertido (o no) de ver a la gente tal como vino al mundo, va dando paso a la vanidad, la desesperación y al horror. Un experimento sin precedentes convertido en juguete de feria y en instrumento de la hipócrita plebe, esa misma que se beneficia de sus poderes y que después no duda en perseguirle y llamarle farsante. ¿Coherencias científicas? ¿a quién le importan?

Hay quien la ve como entretenimiento de estar con amigos para echarse unas risas, y no seré yo quien se la tome muy en serio, pero no veo que en ningún momento la película provoque risa involuntariamente, pues hasta los momentos que se suponen jocosos (la escena del guateque) en manos de alguien como Ray Milland, resultan simpáticos sí, pero también extraños al no parecer estar dotado el actor para la comedia, algo que no lo veo como fallido, sino más bien beneficioso para un tipo de personaje serio y ambicioso que jamás se acostumbrará a su nueva condición. Luego, claro, los entrañables efectos especiales, que tampoco los veo muy humorísticos y sí bastante resultones para complementar lo que se nos está contando; humor y diversión, si acaso, con las maquetas de Ray Harryhausen.

De toda la serie B de los cincuenta y sesenta que poco a poco voy viendo, hasta ahora es la que más me ha llamado la atención y la que mejor regusto me ha dejado al finalizar.