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La leyenda del pianista en el océano

Drama Desde finales del siglo XIX, se producen emigraciones masivas a los Estados Unidos. A bordo de lujosos trasatlánticos, además de elegantes burgueses, viajan también emigrantes. Danny, el maquinista del Virginia, encuentra a un niño abandonado sobre un piano, lo adopta y le impone el nombre de Novecento ("siglo XX" en italiano). El barco es el hogar del niño, y los pasajeros, sus ventanas al mundo. Tras la muerte de Danny, alguien ... [+]
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Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
8 de febrero de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda Tornatore rinde un tributo a los que nos gusta las buenas historias, la buena fotografía, la buena música y, en fín, las buenas películas.
Para el protagonista el barco es su mundo. Es lo único que conoce. Allí, con su piano, tiene todo lo que necesita; sin embargo, los pasajeros son la evidencia de que existe otro universo que no se atreve a descubrir.
Magnífico Tornatore!
Alfonso
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22 de junio de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un barco es grande, un lugar idóneo para trascender cuando existe un inmenso mundo interior. Las calles de las grandes urbes mueren en el puerto y la vida comienza en otra parte, lejos, donde tras la travesía las personas son descabalgadas por las olas del mar. Novecento es el compañero idóneo para viajar: discreto, interesante, artista, filósofo, sensible, curioso y misterioso. ¿Será cierto lo que de él se cuenta?

Dicen que hay que pisar tierra para tomar contacto con la realidad; ¿es esto inevitable?; ¿no hay más agua que continente?. Un hombre es lo que es, no lo que los demás quieren que sea.
Preguntas y disquisiciones que acompañaron el antes, el después y el durante de mi lejano encuentro con "La leyenda del pianista en el océano", obra del melancólico y apreciado director Tornatore al que, tal vez por las obligadas dietas de los años, recuerde en esta ocasión pasado de azúcar; aunque a cierta edad no era mal recibido el alimento espiritual empalagoso.
Sinhué
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9 de septiembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
301/11(08/09/20) Pedante y pomposo film escrito y dirigido por el italiano Giuseppe Tornatore (en su primer trabajo en inglés) inspirada en Novecento, monólogo del novelista y dramaturgo Alessandro Baricco. Partiendo de una idea muy sugestiva sobre una persona que nace en un transatlántico (el Virginian) y pasa su vida en él sin pisar tierra firme, mientras se labra una leyenda como pianista virtuoso, pero a esta potencial premisa se la rellena con mucho sentimentalismo impostado, toda una melancolía que quieren imponerte a empujones, con un protagonista inane, vacuo, sim empatía, que no evoluciona, y con unas motivaciones tan difusas como atropelladas en su pseudo-filosofía cuando se explica porque no baja del navío. Ello en un desarrollo que adolece de ritmo y sobra edulcoramiento. Solo salvable del olvido por la hermosa ambientación donde destaca la hermosa cinematografía Lajos Koltai y la música del maestro Morricone, donde incluso las dos escenas mejor trabajadas, los vaivenes en medio de una marejada con el piano, y el duelo con el creador del jazz resultan artificiosos. El protagonismo recae en protagonizada por el londinense Tim Roth todo el tiempo con cara de ‘pasmao’, y Pruitt Taylor Vince, como maestro de ceremonias narrador que pretende insuflar mitología a un tipo huero de contenido, donde la química entre los dos resulta poco fluida, siendo epítome de esto su última y híper-pastelosa conversación.

Película que intenta a empellones emocionarme, pero esto es misión imposible cuando no hay un andamiaje sólido tras ello, los cimientos son puro naif, hay un protagonista al que se intenta engrandecer cuando no es más que un cobarde agorafóbico, no tiene una personalidad marcada, simplemente toca el piano bien, pero del resto es un enigma, tipo con una sonrisa bobalicona al que supongo Tim Roth nunca supo encarar por ser un muñeco sin alma que nunca evoluciona, no tiene catarsis alguna. Todo sucede a modo de viñetas que apenas me mueven a reacción alguna, no hay sensación orgánica, no hay secundarios de enjundia, no sabemos cuál es su relación con el capitán de turno del barco, no se adentra en los sueños de los emigrantes, no nos enteramos de lo que pasa fuera del barco (dos guerras mundiales, Crack del 27,...), se abusa de los clichés (ejemplo la clásica visión de los emigrantes de la Estatua de la Libertad), se abusa de diálogos pretenciosos.

Hay momentos en los que se quiere insuflar vida interior al protagonista pianista, como la cuasi-mística aparición de una bella joven (Melanie Thierry) a través de un ojo de buey mientras Novecento toca el piano, pero esto se queda en un esbozo a medio delinear, como toda la película, que parecen apuntes de lo que podría haber sido y no fue. Está el artificioso duelo de pianistas entre Novecento y Jelly Roll Norton (Clarence Wlliams III, el llamado ‘Inventor del Jazz’), donde más que buena música lo que parece una competición haber quien golpea más rápido las teclas, nada tiene que ver una melodía bonita, lo cual desvirtúa el enfrentamiento, ejemplificado en el cigarrillo encendido; Está el tramo en que ‘Novi’ decide bajar del barco, pero en realidad todos sabemos que se arrepentirá a medio camino, pues ya nos han anunciado previamente que nunca lo hizo, con lo que la secuencia pierde vigor. Toda la película es un quiero y no puedo, ansiando conmoverte con un tipo que no quiere pisar tierra firme, prefiere el micromundo de un gran barco, pero esto no tiene tras ello un andamiaje dramático que nos lo haga entrañable, llego a sentir que Salvatore pone gran parte del empuje emocional en Ennio Morricone, y esto solo intenta opacar su falta de capacidad para en dos horas algo a lo que agarrarnos y no sentirnos que estamos antre una idea que se estitra sin sentido hasta provocar lo peor ante una película, el tedio.

Parte de la película fue rodada en Odesa, y también hay parte rodada en lo que era el matadero de Roma. En la película, el barco en el que transcurre la mayor parte de la historia es el RMS Virginian, para cuya recreación se recurrió al proyecto del RMS Lusitania y al de su nave gemela: el RMS Mauretania. Los decorados son obra principalmente de Bruno Cesari, el escenógrafo que había obtenido un Óscar por su trabajo en El último emperador.
La música estuvo a cargo de Ennio Morricone, con la ayuda del músico italiano de jazz Amedeo Tommasi, que compuso una de las piezas musicales más conocidas de la película: «Magic Waltz». Este músico aparece hacia el final de la película en un cameo, afinando un piano.

El tema principal de la película, «Playing Love», es interpretado por la pianista Gilda Buttà y por el trompetista italiano de jazz Cicci Santucci (primer trompetista de la orquesta de la RAI). La canción «Lost Boys Calling» es del músico británico Roger Waters.

Me queda una película fallida, que teniendo una idea original no se la sabe exprimir y se queda en una evolución con claras tendencias lacrimógenas simplistas. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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16 de abril de 2008
14 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta Tornatore, me encantan todas sus películas, las he visto todas excepto dos antiguas, pero esta es diferente, menuda decepción....

Desde luego la idea es buena: un inadaptado social genio del piano vive en barco desde que nació y nunca ha pisado suelo firme, es una historia romántica que podria funcionar muy bien si hubiera algo detrás, pero no lo hay. El desarrollo de la historia es vácuo y superficial sin interés no consegue explicar de ninguna forma el comportamiento de los personajes.

No consegui empatizar con ninguno de los personajes principales, ni con sus absurdas peripecias dentro del barco; como ese horrible duelo al piano con el inventor del jazz que parecia más una batalla de raperos estilo eminem que otra cosa.

Hacia tiempo que no me decepcionaba tanto una peli y menos con la puntuación media que tiene ésta, se salva algo por la increible música de Morricone y por la idea original, ciertamente curiosa.
drvictor
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1 de diciembre de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es Tim Roth. Después de tantas películas como actor secundario La Leyenda del Pianista en el Oceáno supone un punto de inflexión en el que el actor logra ganar el pulso a su propia trayectoria interpretativa. La estructura externa de la película adolece de un largo metraje (creo que innecesario) compensado en parte por la brillante fotografía y excelente banda sonora, pero que se hace en muchos momentos excesivamente engolada y barroca; aspectos que le hacen perder algo de interés a la historia. La película vale la pena por Tim Roth, el despegue definitivo de un actor poco reconocido.
JAVIER_D
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