La escapada

No sé si iniciar este comentario elogiando el trabajo perfecto del maestro Risi que se pone a los mandos de la película y la conduce de maravilla, con un sentido del ritmo y del cambio de marchas admirable. Por seguir con el símil automovilístico al que se presta el comentario, podría también empezar diciendo que esta máquina está perfectamente engrasada porque la puesta a punto ha corrido a cargo de Ettore Scola con un guión brillante y unos diálogos estupendos. Me costaría, eso sí, dejar para el final hablar de la labor de Vittorio Gassman que está fantástico en el film, aunque esto no es noticia, siempre lo está. Bien pensado, y qué más da por dónde empiece. Risi, Scola, Gassman, tanto monta… ¿Cómo puede ser mala una película que reúne en sus créditos los nombres de estos tres monstruos del cine italiano, europeo y mundial?

“La escapada” comparte con otros clásicos de la comedia italiana un tono aparentemente ligero que sin embargo permite leer entre líneas hasta llegar a reflexiones más profundas. La película tiene un arranque espectacular con ese descapotable irrumpiendo frenético en la escena y perturbando la paz de las calles romanas que Ferragosto ha dejado vacías. Gassman es un torbellino desde el principio y amenaza con llevarse por delante todo lo que le salga al paso; solo tiene que exhibir su abierta y característica sonrisa y su imparable verborrea para arrastrar al timorato Tringtinant que mansamente se deja hacer. Por cierto, que ya hemos hablado de que Vittorio está soberbio, pero Monsieur Jean Louis también raya a un gran nivel (muchos no lo han descubierto hasta la reciente “Amour” de Haneke, pero sin ser un actor que levante grandes pasiones, también tiene trabajos interesantes en su juventud).

Comienza en este punto un viaje imprevisible, iniciático en muchos aspectos, y algo loco. No sé si será también demasiado loco por mi parte hablar aquí de un reflejo, aunque sea pálido” de la “scrwenball comedy” norteamericana y de cosas como “La fiera de mi niña” con el lógico cambio de sexos. Por si acaso, los dos protagonistas se encargan de desmontar el tópico de una posible relación homosexual entre ambos. Gassman es un caradura incorregible y Tringtinant va a descubrir en dos días al crápula que lleva dentro y que ha estado reprimiendo toda su vida. Por eso, porque con su canto también al “carpe diem” nos encontramos ante uno de los retratos más lúcidos de la amistad masculina que se hayan rodado jamás. De fondo, Italia, pero no esa Italia sumida en la depresión neorrealista, sino esa Italia bucólica que duerme la siesta en la soleada tarde de agosto, o esa otra que baila despreocupada el twist a la orilla del mar. Es una comedia ligera en el sentido más elevado de la palabra… leches, pero si hasta se habla bien de Antonionni.

Del director Dino Risi, es muy recomendable esta notable película en clave de comedia de 1962.

La película narra las aventuras de Bruno (un sensacional Vittorio Gassman), un vividor con mucha caradura, que se encontrará accidentalmente con Roberto (Jean-Louis Trintignant), un tímido estudiante. Bruno propondrá a Roberto viajar por Roma, y más sitios, sin conocerse de nada y con la excusa de ir a comer juntos pasarán uno de los mejores días en la vida de Roberto. El tono irónico del estilo de Risi consigue reflejar críticamente a una parte de la sociedad italiana de su tiempo, vividora y cínica. Diálogos brillantes, momentos divertidos, a veces con un regustillo algo amargo, así nos quedamos cuando acabamos la película. En resumen, una obra interesante para aficionados a la buena comedia italiana clásica.

Divertido ejercicio de contraposición de personajes de carácteres extremos. Este film que tiene todo tipo de situaciones estrafalarias invita con suavidad a la reflexión del espectador, quien fácilmente identifica a los personajes con sus congéneres y/o consigo mismo. Il Sorpasso dispone de una fabulosa banda sonora, preciosas imágenes de carretera, maravillosas chicas de la época y muchos enredos sencillos que sin provocar la carcajada mantendrán la sonrisa del espectador a lo largo de casi todo el metraje.

Planteada en un principio como una itinerante comedia (y aprovechando el irrefrenable fenómeno del desarrollismo italiano a principios de los años sesenta), la película de Dino Risi (director de la posterior y célebre “Aroma de Mujer” (Profumo di donna, 1974) también protagonizada por Vittorio Gassman) narra la emergente amistad fortuita entre dos hombres completamente distintos y opuestos el uno del otro… Empezando por Bruno (Vittorio Gassman), ya cuarentón pero algo inmaduro e incapaz de mirar hacer frente a sus problemas en el futuro. El otro más joven es Roberto (Jean-Louis Trintignant), estudiante universitario, de buena familia y más preocupado por los futuros exámenes que por las imprevistas y alegres horas que va a gozar. Y es que en un fin de semana de “ferragosto” (tradición arraigada en el país transalpino en la primera quincena de Agosto donde todo el mundo se escapa a la plkaya o al campo) todo es posible.

Con un veloz deportivo vivirán intensamente y aprenderán el uno del otro respectivamente. La gente es feliz, el ambiente apropiado y el calor invita al chapuzón, al refresco y al baile al son del guateque. Pero también vienen los problemas pero con el pertinente antídoto de alegría y desenfreno que lo evitan: porque los dos vivirán a su manera al límite. Aunque tampoco sin ser unos rebeldes sin causa. Bruno y Roberto alcanzarán su madurez personal acorde a lo que van a vivir.

La película está amenizada por un repertorio de canciones adecuadas a la época que van desde temas de Domenico Modugno, Peppino di Capri y Miranda Martino.

El contraste de la pareja protagonista hace especial la amistad inverosímil que surge entre ellos y me parece a mí que es esencial para que la película funcione. Uno es perfecto contrapunto del otro y todo fluye sin complejos, sin roturas, expandiendo fronteras en un mes de agosto siempre especial en Italia. La clave es el personaje de Gassman, desde luego, si la película es descrita como una road movie es porque él conduce, si es una comedia es porque él transforma las escenas en algo meritorio mediante cada una de sus intervenciones. Yo a Gassman no le protesto sus excesos, es un bufón por la noche y por la mañana, un sinvergüenza peculiar claramente definido que vive su existencia de una menera envidiable. Al menos para mí.

Dino Risi es el responsable de la realización y es quien le da el valor que tiene a la forma de vida de Gassman. ¿Acaso es el estudiante el que atrae a su habitación a Gassman para estudiar y estudiar? No; es el del descapotable el que se lo lleva de parranda, a cenar, a Roma, a la playa, a lo que surja. Sin límites y sin razón, se trata de tirar para adelante porque lo que uno quiere es no complicarse la existencia y pasarlo bien. El mensaje es engañoso como concepto global, pero como idea para una comedia es una maravilla. De esta manera conocemos la Italia en plena época del desarrollismo, una sociedad mediterránea que, siempre lo diré, contrasta con la amargura existencial del norte. Yo prefiero los que se van a la playa, los que hablan gritando y son escandalosos, gente como Gassman que no para de darle al claxon y sabe disfrutar de la vida.