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La hora 25

Drama Cuando todo va bien en el hogar de Johan Moritz (Anthony Quinn) con el bautismo de su nuevo hijo, el sargento Nicola Dobresco (Grégoire Aslan), decide entregarlo para ser llevado a un campo de trabajo alemán, presentándolo como judío sin serlo para que, así, su linda esposa Suzanna (Virna Lisi) quede a su merced. Ha comenzado la II Guerra Mundial y Moritz se verá involucrado en crueles y difíciles situaciones durante varios años. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
15 de mayo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el rumano, Iohann Moritz, resulta prisionero de los alemanes trabajando para ellos, piensa que está allí sólo por un error: Alguien creyó que era judío sin él serlo. Pero, nosotros sabemos que está allí porque, el sargento Dobresco, quiere poseer a su mujer y lo sacó del camino para ver si así consigue salirse con la suya. Como ésta, muchas otras cosas van a sucederle a Moritz… y él nunca va a saber, objetivamente, que es lo que sucede. Por eso, nada más cierto que lo que expresa en cierto momento: “Por ocho años no he sabido porqué estoy en determinado lugar”.

Pero, ¿será, Iohann Moritz, un caso excepcional? Constantin Virgil Gheorghiu, el autor rumano de “La Hora 25” (Ora 25, 1949) no lo creía así, y su experiencia fue de primera mano porque, él mismo fue prisionero de las tropas americanas durante la II Guerra Mundial y fue precisamente durante este cautiverio que escribió la exitosa novela. Henri Verneuil, el director encargado de realizar la magnífica adaptación cinematográfica, menos que lo creía, porque bien sabía que un altísimo número de soldados son llevados al matadero sabiendo tan sólo a quien hay que matar.

Esta manipulación infame –recreación perfecta de la triste historia de rebaño que padece gran parte de la humanidad- es la que nos recrea a la perfección esta película que se merece todos los aplausos y el más alto reconocimiento por la efectividad con que ha sido realizada.

¿Cómo puede ser que sea un delito ser judío de nacimiento? ¿Alguien eligió serlo? ¿Judío y malo son sinónimos? ¿No depende de la formación y la cultura que haya recibido o alcanzado cada ser humano lo que determina su personalidad y sus acciones? ¿Es, por sí solo, un delito ser negro o latino, rumano o alemán?

(Desde aquí debo citar apartes del argumento) Hay que ver como Iohann Moritz, un campesino honrado, apreciado por sus amigos y vecinos de Fontana, leal a su esposa y un magnífico papá, resulta odiado primero por tener una mujer bonita… Después es llevado preso por los alemanes y su delito es ser judío (sin serlo, ¡y aunque lo fuera!)… Luego… bueno, cada situación ocurre sin que él sepa el verdadero porqué, pues, todo se define por simples suposiciones, especulaciones y discriminaciones. Cada autoridad a la que la humanidad ha delegado su protección, su seguridad y la defensa de sus derechos, resulta, aquí, vergonzosamente ultrajante y manipuladora. Por esta razón, ese redundante plano de cierre, cuando de nuevo un fotógrafo pretende disponer de la voluntad de la pareja, llenando de impotencia y estupor a Moritz y a Suzanna… como si presintieran que ¡nunca serán libres!

Con los ojos anegados de llanto, he sentido, al final, que esta magistral película es un grito incontrolable de Libertad y una perfecta semblanza del inmenso absurdo que vive la humanidad con sus muy necios criterios de valoración. Porque, hay algo que tendríamos que tener muy claro: A una persona sólo se le debe juzgar y condenar cuando atente contra la propiedad, contra la integridad física o moral de una persona o por los demás hechos que se enuncien en los códigos legales. Juzgarle y condenarle por su nacionalidad, su sexo, su religión, su raza o su ideología es, desde la razón, una terrible infamia.

En esa memorable escena en la que, un científico alemán, sienta su especulativa cátedra en la que determina que Moritz es el perfecto ejemplo de los rasgos arios, habría estado mucho más acertado, si hubiese enunciado que la integridad, la inocencia y la pluralidad que caracteriza a Iohann, son valores tan ejemplares que deberían ser dignos de tomar en cuenta por el resto de la humanidad.

Maravilloso guion, escrito por Henri Verneuil, François Boyer y Wolf Mankowitz, trascendiendo el permanente drama de Gheorghiu, para dar cabida al fino humor, a la parodia y a lo deliciosamente cáustico. Y ni qué decir de la actuación de Anthony Quinn… ¡simplemente inolvidable!
Luis Guillermo Cardona
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15 de noviembre de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impactante película sobre uno de los muchos dramas de la guerra (sobre todo cuando eres judío) La mejor interpretación de Anthony Quinn con mucho. Duele la película, y duele sobre todo el final feliz, precisamente por eso. Se podrá discutir el guión, incluso, puede resultar manido, pero solamente por ver las interpretaciones (con mayúscula) de los actores, merece la pena verla, no solamente una vez, sino varias. Mi mejor valoración para los protagonistas en general y un Oscar para Quinn en particular.
JOSE ALBERTO RUIZ GANCEDO
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14 de diciembre de 2010
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de la base de que no he leido el libro sobre el que se sustenta la película, creo que la historia podia haber dado más de si, y sobre todo que hay una sucesión de secuencias que te sacan un poco de la historia, es como si los actores no acabaran de entrar en su papel, falta como garra, es todo como aligerado. Al decir esto excluyo a Anthony Quinn y tambien, aunque en menor grado, a Virna Lisi. El resto no me convence, creo que se podia haber sacado bastante más partido del resto de actores.
Resumiendo, me ha decepcionado un poco. Esperaba más.
Zhivago
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7 de diciembre de 2013
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anthony Quinn hace muy bien el papel de campesino analfabeto y sencillo, que además es pusilánime e ingenuo en grado superlativo. No es que sea rudo o inculto, es que parece un hombre con serias limitaciones mentales, aunque no sea el caso ni el propósito de la historia. Por ver a A. Quinn actuar se hace pasable esta película. Por otra parte, creo que aporta poco al cine.
Aramis
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24 de enero de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy toca revisitar y reivindicar La Hora 25, producida por Carlo Ponti y con un genial Anthony Quinn como protagonista.

Quizá no sea muy conocida por el gran público (ni 1000 votos en FA) y no llegue al status de clásico con mayúsculas pero es un film para recomendar.

Como decía Quinn esta fantástico con su personaje de Janitz Moritz, un despreocupado e ingenuo Rumano que es tomado por judío como represalia de un hijoputa policía que intenta robarle la parienta. A partir de aquí un buen número de desventuras vivirá hasta el final de la guerra.

La 1ª parte es sencillamente buena, presentación de personajes y tal, con una bellísima Virna Lisi como esposa de Moritz y un detalle buenísimo como el bebe que llora al oír un discurso de Hitler por la radio como síntoma de mal augurio.
En su 2ª mitad también contiene buenos momentos, sublime ese Doctor Nazi y su obsesión con los orígenes de la raza Aria o ese estupendo final con el fotógrafo y siempre detrás esa melancólica melodía que acompaña la película-

Bien dirigida, con buen rito y muy entretenida ¿Se puede pedir más?

RECOMENDACIÓN: Clásico a Reivindicar.
desaceleracion
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