Una cuestión de tiempo

Imagínate que abres el diario de un tipo mediocre, con una vida mediocre y una familia mediocre; le borras todo lo que pudiera ser malo o desagradable y le añades un puntazo tontorrón. Lo que queda lo salpicas con colonia barata, lo rellenas de emoticonos sonrientes y corazoncitos, después mandas al perro que te traiga las zapatillas; sí, las de felpa, las calentitas y se eche a tu lado para que te lama los tobillos. Una vez así, lees apoltronado en el sillón de orejas, mientras tu madre pica cebolla a tu lado y escucha el consultorio de Elena Francis... y tu novia, de cuerpo liviano y acaramelada expresión, se acurruca bajo tu axila... ¡Pues eso!
Y encima se tiran toda la película diciéndote como se hace para ser feliz.
No penséis mal, pillines; que está muy bien. Este señor Curtis hace películas de libro; de esas en las que encontrar un fallo es difícil, y esta es de esas. Agradable, ligera y, aunque lo no lo parezca por lo que acabo de escribir, poco pastelera. Además, te ríes, que según están los tiempos, no está de más.
Si podéis, verla.

La película me resultó muy divertida, con un humor, como diría... cotidiano y natural: ni el "caca, culo, pedo, pipi" (y sexo) de algunas de Estados Unidos, ni tampoco uno demasiado refinado, de esos que cuesta entender si no compartes la cultura de referencia de los autores.

El tema me interesó: ¿quién no ha pensado alguna vez, después de meter la pata, en volver atrás en el tiempo y arreglarla?

La peli también me emocionó: tiene un final de esos que van a tocar la fibra sensible pero, en mi opinión, sin llegar al extremo de querer hacerte llorar. Salí de la sala de buen humor, llena de optimismo y con varias cosas a comentar sobre el visionado.

Lo negativo: algunos (pocos) comentarios y situaciones basados en estereotipos sexistas y racistas o chovinistas (los desarrollo en el spoiler).

Richard Curtis tiene un don. Más que un don, de hecho. Es un genio de la comedia romántica. Así quedó demostradísimo en Notting Hill, Cuatro bodas y un funeral, El diario de Bridget Jones y muy especialmente Love Actually, que sin ser una película perfecta (había demasiadas historias y al final a Curtis se le iban algunas de la cabeza, como por ejemplo la de Laura Linney) consiguió ser LA COMEDIA ROMÁNTICA en mayúsculas, preciosa, divertida, encantadora y ácida a partes iguales. Después del paréntesis que supuso Radio Encubierta, la mente tras todos esos romances maravillosos que gustaron incluso a los que no les gustan las películas de amor, regresa a su género con Una cuestión de tiempo. Y lo cierto es que como comedia romántica funciona a la perfección. el romance entre Tim y Mary es encantador y su posterior vida juntos da escenas realmente preciosas, 100% marca de la casa Curtis. Y como comedia es la mar de divertida y simpática (atención a la secuencia en que los protagonistas acaban en la cama por primera vez y cómo él aprovecha sus poderes). Además a estas alturas no hace falta repetir que Rachel McAdams es una de las mejores y más encantadoras actrices de su generación, especialista en caer bien a la platea entera, pero sí hay que decir con entusiasmo que Domhnall Gleeson se revela como un excelente actor cómico y dramático al que habrá que tener muy en cuenta a partir de ahora. Juntos tiene una química envidiable y resultan una de las parejas más estupendas de los últimos tiempos.
Pero, ¡ay!, al genio esta vez le han fallado dos cosas. Primero, el recurso de los viajes en el tiempo, sobre el cual gira toda la historia, y que da lugar a esos agujeros de guión de los que se ha hablado largo y tendido y que es verdad que existen (especialmente irritante resulta la figura del padre, interpretado por Bill Nighy, que siempre tiene la solución para todos los problemas temporales de Tim). Curtis, directamente, se hace un lío él mismo, y ese batiburrillo de planos temporales se contagia al público, que va como pollo sin cabeza sin saber por qué un bebé nace o no nace, por qué los accidentes pasan y otras muchas cosas. Es interesante y añade una muy innovadora nota de misterio al género, pero es prácticamente imposible seguir las desventuras temporales de Tim sin perderse. Y segundo... la duración. Una cuestión de tiempo es demasiado larga. Con hora y media iba que chutaba. Es cierto que todas las películas previas de Curtis fueron más largas, pero también fueron mejores y sobre todo no tan complicadas. Aquí las casi dos horas de metraje acaban pesando en los hombros del espectador.
En definitiva, una buena comedia romántica con un hermosísimo fondo dramático que se pierde innecesariamente en las lagunas espacio-temporales, con las que es muy difícil jugar bien sin perder la cabeza. Zapatero a tus zapatos, Richard Curtis, que en lo que sabes hacer eres el número uno.

Lo mejor: La pareja protagonista y el aspecto cómico-romántico de la película.
Lo peor: El lío que arma el guión con los viajes en el tiempo y los continuos altibajos del ritmo.

El creador de "Love actually" probablemente se metió en un armario o en una alacena, apretó los puños como Tim, y retrocedió veinte años hasta uno de los grandes clásicos del género al que homenajea, "Atrapado en el tiempo".
La originalidad y genialidad de aquélla son irrepetibles. Tal vez su director, Harold Ramis, poseía el don de poder retroceder en su propia vida y lo hizo una y otra vez hasta perfeccionar una de las mejores comedias románticas de los noventa. Quizás le contó este secreto a Richard Curtis y él lo aprovechó para rodar esta entrañable pariente que algunas semejanzas guarda con su prima lejana, como un guión alegórico sobre el aprovechamiento de cada día de la vida. El tiempo no deja de ser inexorable jamás. No se puede engañar ni burlar, no se puede escapar de él, ni detenerlo cuando uno quisiera detenerlo, ni hacerlo avanzar más deprisa para pasar antes los malos tragos. No pudo hacerlo Benjamin Button con su extraña peculiaridad, tampoco pudo Phil en el Día de la Marmota. Ni Tim con su don de volver atrás.
Lo que tienen en común estos personajes no es en realidad diferente de lo que compartimos todos. Sólo tenemos una vida, cada día se vive una sola vez. Sí, incluso aunque ese mismo día se te repita en bucle infinito como a Phil hasta que aprendes a ser mejor persona, pero es el 2 de febrero, ese 2 de febrero del año tal que una vez concluido es una hoja más del libro de los días. Phil y Tim pueden rectificar detalles, reescribir partes que no salieron bien la primera vez, tienen el privilegio de borrar lo hecho y de obtener una segunda oportunidad como si fuera la primera.
Pero lo de la gente corriente sin ningún don especial ni ningún Dia de la Marmota tiene mucho más mérito. Porque sólo tenemos una oportunidad para hacer de este día un gran día. No podemos regresar para corregir o evitar algo que pudo haber salido mejor.
Para quien disfrute de este género, "Una cuestión de tiempo" le gustará seguro. No aporta mucha novedad ni capacidad de sorpresa, pero es una comedia muy tierna, con buenas dosis humorísticas, sobre la importancia de valorar todos los momentos. Además, en cierto modo uno se identifica con el protagonista: cuántas veces desearíamos volver atrás unos minutos, unas horas, días o años para cambiar algo: meteduras de pata, accidentes, mala suerte, decisiones equivocadas... La primera vez en lo que sea no suele salir de perlas, quién no habría querido volver a estrenarse en eso en lo que en tantas ocasiones pensamos que "la hemos cagado".
Para los que no podemos hacer eso, puede haber sin embargo otra oportunidad, la oportunidad de intentarlo otra vez.
En realidad, no hay apenas diferencia.

Cuando un espectador se enfrenta a una comedia romántica británica y más con la premisa de guionista-director de “Notting Hill”, “4 Bodas y 1 Funeral” o “Love Actually”, sabe, más o menos, lo que le espera.

Mucha gente me hablaba que era una versión edulcorada de “Efecto Mariposa”; para mí no tiene comparación, la efectista y exagerada película americana, salvo por la temática de los viajes en el tiempo y sus consecuencias, asi como resultar un “don familiar”, me parece muy inferior, “Atrapado en el Tiempo” es otra cosa, “Una cuestión de tiempo” es inferior, pero porque la película de Bill Murray es un monumento a la comedia.

Si es que parece como “Spiderman”, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, sólo que Tim, el protagonista, guiado por su padre (Bill Nighy, menudo actorazo) lo utiliza sólo para mejorar en situaciones concretas la situación familiar, algo en el trabajo y, sobre todo, el amor, pero no para volver loca a la chica de turno, Mary (Rachel McAdams, con esa sonrisa derrites polos), sabe que el acabar juntos es inevitable y sólo quiere que todo sea mejor, pero no perfecto, es el amor de su vida.

La película dura dos horas y tiene altibajos, hay emoción, hay humor y hay drama, como tenía que ser, pero en líneas generales, me parece que lleva un ritmo adecuado, acorde con la temática.

Sobre los actores, muy buen casting, desde la pareja protagonista, atemporal, unos secundarios de lujo (síntoma del cine inglés, con esos robaplanos), hasta aportaciones con cuentagotas imborrables, aunque se echa de menos mayores aportaciones, como la del cínico dramaturgo o el amigo.

Y el mensaje, consabido, no hay mejor vivencia ni mayor emoción que el día, aunque siempre puedes volver atrás y darle un par de pinceladas, si quieres.